“NO IMAGINO UN MUNDO SIN FICCION”
PAUL AUSTER, CON CARAS
El vínculo más fuerte de Paul Auster (67) con la Argentina fue su amistad con el recordado escritor y periodista Tomás Eloy Martínez. Con él compartió largas charlas e incluso entrevistas que surcaron temas literarios y afianzaron una relación que trascendió el papel. En ocasión de una conversación acerca del desafío de las traducciones de las obras hispanas al inglés, en 2007, el estadounidense le recordó la repercusión del lanzamiento anglosajón del libro de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”: “Causó un gran impacto. Realmente fue inspirador y movilizante para mucha gente aquí. Pero ahora sucede muy, muy poco. Deberías sentirte orgulloso, Tomás, de que al menos tres o cuatro de tus libros se hayan traducido”.
Como para honrar esa amistad, el domingo 27, Auster visitó la “Fundación Tomás Eloy Martínez” para rendir un silencioso homenaje al hombre que lo instruyó en la historia literaria y política del país y de América Latina. Fue el mismo afán por el intercambio de experiencias con otros autores que trajo a Paul el último fin de semana de abril a Buenos Aires. El autor de “Leviatán” presentó su último libro: “Aquí y Ahora”, que reúne las correspondencias virtuales que se envió con el Premio Nobel de literatura, el sudafricano John Maxwell Coetzee (74).
En su primera actividad oficial, el viernes 25, fue entrevistado en el Malba por el rector de la Universidad de San Martín, Carlos Ruta. Frente a más de 500 personas que se repartieron entre la sala de la conferencia y la gran pantalla ubicada sobre las escali-
natas interiores del museo, Auster confesó que no puede “imaginar un mundo sin ficción” y habló de la relación que lo une desde hace más de 30 años a su mujer, la novelista Siri Hustvedt (59), quien no lo acompañó en su visita a Buenos Aires: “No sé si influye en mi escritura pero ciertamente hace que mi vida sea más interesante. Siri es la persona en la que confío. Es mi primera lectora. Si ella tiene una crítica me la va a decir y siempre escucho sus consejos. Cada escritor necesita un lector crítico que le haga una devolución. En nuestro caso tenemos una cláusula de honestidad absoluta. No nos adulamos. (...) Cuando termino un libro y Siri lo ha visto con su microscopio, es un trabajo terminado. Se lo doy a los editores que no tocan ni una coma. Ella tiene una de las mayores inteligencias literarias que he conocido en toda mi vida y han sido una gran aventura estos 33 años que llevamos juntos”.
Junto a Coetzee, el ganador del premio Príncipe de Asturias a las Letras protagonizó el gran evento de la Feria del Libro, el domingo 27, en La Rural, donde leyeron fragmentos de su libro en común. Complementarios, Auster habló de su triple encuentro con el fallecido actor de Hollywood, Charlton Heston, a quien conoció al integrar un jurado del Festival de Cannes y reencontró en la Feria del Libro de Chicago y en un hotel de Manhattan, mientras esperaba para almorzar con la actriz Juliette Binoche; y, menos estridente, el sudafricano relató el trauma que le generó perder una partida de ajedrez contra un estudiante alemán a sus 20 años, durante un via- je en barco, un hecho que lo hizo concluir que el competir no le produce ningún placer. En su fugaz paso por Buenos Aires, el norteamericano, quien había visitado la Argentina en 2002, hizo de guía turístico de su amigo Coetzee, el sábado 26, su único día libre. El lunes ambos recibieron el título de Doctor Honoris Causa en la Universidad de San Martín y, el martes 29, en su última actividad oficial, visitaron la embajada de los Estados Unidos.