NORMA PONS 1943 - 2014
Desde pequeña supo lo que quería ser. Pero aunque siempre se mostró como una mujer fuerte y avasallante, estaba llena de esa fragilidad que colma a los seres grandes. Por eso a los 14 años, Norma Delia Orizi —verdadero normbre de Norma Pons— debutó en los radioteatros de su Rosario natal. La ciudad que la había visto nacer —un 18 de agosto de 1943—, a fines de los años '60 la vio partir rumbo a Buenos Aires en busca de su sueño. En 1969 ya pisó los escenarios porteños junto a suhermana, Mimi. Su cuerpo escultural, sus curvas naturales y sus tan largas como interminables piernas, la llevaron a ser un ícono de la revista, una de las vedettes más codiciadas por los capocómicos. El teatro Maipo engalanó su marquesina con su nombre junto al de inolvidables artistas.
“En esa época, la revista era como un género prohibido. Pero yo siempre me arriesgué. Porque la vida es maravillosa pero depende de cómo la vivas. Y yo tan mal no debo haberlo hecho porque nunca lastimé a nadie. He vivido como he querido, a mi manera. Y toda mi vida me gustó ser amante. Amé a muchos casados pero nunca molesté a nadie. Para mí el hombre es lo más bello que Dios creó. Nací para ser amante y puta... Nunca compartí el techo con un hombre. Yo no quise tener hijos y puse por encima mi carrera a armar una familia...”, repitió con su voz firme, arrabalera, quizás en un gran esfuerzo por esconder esa timidez con la que decía luchar. Siempre vivió sola aunque muy cerca de su inseparable hermana. Con la sola compañía de sus recuerdos, un cigarrillo, un mate y su perro. Jamás se detuvo en su camino. Un día guardó las plumas que tanto poder sobre los hombres le dieron, y se recicló. Entonces desembarcó en la televisión e hizo reir junto a otros grandes como Antonio Gasalla y continuó en comedias teatrales y hasta se ganó un Cóndor de Plata por su participación en el cine. Pero su gran sueño lo cumplió recién el último verano. “En cincuenta años de carrera, recién protagonizo mi primer clásico dramático a los 70 años. Yo me reinventé; luché toda la vida por hacer clásicos. Y no saben lo feliz que estoy a mis 70 porque soy respetada, se me considera, se me acepta y se me aplaude... Llegué a donde quería. ¿Qué más le puedo pedir a la vida? Ya no me importa lo que me pase, porque este tiempo lo estoy viviendo regalado. Todo pasa y yo no voy a sufrir porque ya viví, ya experimenté y no hay nada que quiera más...”, confesó hace apenas una semana. Estaba feliz. Finalmente, gracias a la convocatoria de José María Muscari, estaba cumpliendo el sueño de protagonizar un clásico de García Lorca, “La casa de Bernarda Alba”, que la había llevado a ganar el Estrella de Mar de Oro durante la última temporada de Mar del Plata. Y se preparaba para volver a la televisión de la mano de Marcelo Tinelli.
“La obra de teatro y el Bailando, son dos regalos. Un mimo que la vida me da. Yo todavía no estoy en la cuenta regresiva y siento que hay que vivir intensamente, sino no tiene sentido. La vida no se termina hasta la última respiración. La vida es maravillosa y tengo la obsesión de que no me olviden. Me gustaría que la gente me recuerde con la imagen de una muchacha que luchó mucho y que llegó a donde quería llegar...”, dijo con un “hasta luego”, la inolvidable Norma Pons.