Un gélido suspiro
Así como el hombre sufre el frío, el oso polar padece el calor. Por eso, en el zoológico de La Fleche, en el oeste de Francia, los cuidadores de Benjamín tuvieron la excelente idea de refrescarlo con un helado de agua gigante de frutilla. Abrazado a su bloque de hielo, este oso polar de media tonelada disfrutó como un niño de su gélido suspiro.