“MI PADRE ME MARCO” DICE ALEJANDRA RODRIGUEZ
“De él heredé el respeto al ser humano, el valor del trabajo, de la dignidad que otorga el trabajo.”
Su padre fue un importante líder sindical, y condujo durante 36 años uno de los gremios más fuertes del país. Por eso, no resulta extraño que Alejandra Rodríguez, hija de José, el histórico secretario general de SMATA, haya elegido especializarse en coaching político. “De él heredé fundamentalmente el respeto al ser humano, el valor del trabajo. Creo que mi vocación tiene que ver con la responsabilidad de aquellos que de alguna manera más oportunidades tuvimos en la vida, y que esa responsabilidad nos lleve a brindarnos y poder apoyar, a despejar dificultades, que es un poco lo que creo que hubo siempre en mi casa, un espíritu muy comprometido con lo social. Mi padre me marcó”, afirma esta abogada especialista en derecho laboral. Sin embargo, si bien la preparación de líderes políticos le demanda gran parte de su día a día, Alejandra también sabe hacerse un tiempo para su vida social y familiar. Madre de dos hijos adolescentes —de 15 y 16 años—, confiesa que “los tres somos apasionados del esquí, ese es nuestro momento”, para luego mostrar que detrás de su principal actividad se esconde una mujer con múltiples hobbies e intereses. “Practico Ashtanga Yoga, meditación, son disciplinas que ayudan a llevar adelante esta actividad que tiene su cuota de stress. Me gusta mucho leer filosofía, poesía, me encanta el cine, el teatro, música de todo tipo, desde la romántica a la electrónica. Me gusta bailar, viajar, disfruto mucho de la naturaleza y, como cualquier mujer, también me gusta ir de shopping” explica entre risas esta mujer que también canaliza su costado solidario fundamentalmente a través de tareas de apoyo escolar y contra la violencia doméstica.
De su casa rescata fundamentalmente dos lugares.“Me gusta mucho el jardín, me siento feliz entre mis plan-
tas. Y tengo un lugar que utilizo para meditar, para mis prácticas de yoga, que es como mi lugarcito, aunque mis hijos ya me instalaron un televisor y creo que lo voy a perder apenas empiece el mundial”, comenta entre risas. Sin embargo, más allá de sus espacios preferidos, reconoce que la elección del lugar tuvo que ver con tratar de darle a sus hijos la misma vida que ella disfrutó en su infancia. “Esa reunión de amigos, el saludarse, el salir a la puerta, eso quizás es lo que más pesó a la hora de elegirlo”, concluye, rememorando esa crianza que ella tuvo al lado de su padre. Ese hombre que no sólo fue líder en lo suyo, sino también en su propia casa, y que dejó una huella imborrable tanto en ella como en sus nietos. “Mi hijo mayor heredó el cuadro de fútbol del abuelo, es el único que es de Independiente, tenían una relación sumamente cercana y era un abuelo presente, de jugar, de tirarse al suelo, acompañarlos, ver televisión. Ellos lo disfrutaron y es el día de hoy que muchas veces, ante situaciones que surgen, decimos uy, si estuviera el abuelo…”, cierra sin poder escaparle a la emoción.