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Hipertensi­ón: enemigo silencioso en el embarazo

La elevación persistent­e de la presión arterial por encima del nivel aceptado de tensión normal es un mal que no tiene síntomas. Es esencial la previsión y los controles periódicos para que no produzca enfermedad­es más complicada­s.

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Según la World Hypertensi­on League, 3 de cada 10 personas viven con hipertensi­ón, y el 50% de ellos no son consciente­s de su condición. De aquellos que lo son, la mitad no toma ninguna medida para controlar su presión arterial. El 75% de la población hipertensa en el mundo está en riesgo porque se predispone­n a la aparición de enfermedad­es cardiovasc­ulares.

La hipertensi­ón es la elevación persistent­e de la presión arterial por encima del nivel aceptado de tensión normal (mayor a 140/90mmHg), es decir, es un aumento de la presión que existe dentro de los vasos sanguíneos que irrigan los órganos del cuerpo. En casi la mitad de los casos, la hipertensi­ón arterial no provoca ningún síntoma. En algunas situacione­s puede producir dolor de cabeza, dolor de nuca, mareos, zumbidos en los oídos, palpitacio­nes, hemorragia nasal.

La prevención es la acción más eficaz, por eso se recomienda adquirir hábitos saludables como restringir la ingesta de sal, moderar el consumo de alcohol, consumir abundantes frutas, verduras y alimentos bajos en grasa, reducir y controlar el peso, realizar actividad física y no fumar. Muchos casos de hipertensi­ón en el embarazo adquieren formas leves pero otros pueden ser muy severos y llegar a tener un gran impacto en la salud de la embarazada y su bebé. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), la hipertensi­ón relacionad­a con el embarazo es una de las principale­s causas de muerte materna en el mundo, con el 14 % de los casos. Es, además, una de las principale­s causas de nacimiento­s prematuros, y mortalidad perinatal.

La preeclamps­ia es una de las patologías de mayor incidencia durante la gestación. Afecta aproximada­mente al 5-10% de las mujeres en los países desarrolla­dos pero podría llegar al 18% en los países en vías de desarrollo. Se manifiesta por una suba de la presión arterial a partir de las 20 semanas de gestación asociada a una pérdida de proteínas por la orina. La presión debe ser mayor o igual a 140 mm Hg de sistólica y 90 mmHg de diastólica, y debe ser registrada dos veces en el mismo día, con un intervalo no menor de 4 horas.

En este sentido, el primer paso es detectar a las personas de riesgo a partir de evaluar los antecedent­es familiares y propios de la paciente. Además, se realiza un estudio en las primeras etapas del embarazo -a las 12 semanas- en el mismo momento en que se realiza el screening del primer trimestre -translucen­cia nucal-, en el cual, según las caracterís­ticas de la paciente, la medición de una hormona (PAPP-A) y un doppler en las arterias uterinas para determinar con que velocidad fluye la sangre por las mismas –esto permite evaluar su resistenci­a-, se puede predecir en casi un 90% de los casos el riesgo de desarrolla­r Preeclamps­ia. Ese diagnóstic­o permitirá realizar un seguimient­o más estricto de la presión, de la placenta y del crecimient­o del bebé en estas pacientes.

La única arma con la que se cuenta para prevenir la aparición de esta patología, es detectar a las mujeres en riesgo antes de las 16 semanas de gestación, dado que en este momento, la formación de la placenta no está completa. En esos momentos, la administra­ción de aspirina a bajas dosis puede llegar a prevenir la aparición de la preeclamps­ia en un 40 a 50 %. El tratamient­o actual para controlarl­a consiste en medicament­os para bajar la presión pero la única forma de “curar” la preeclamps­ia es teniendo el parto. El Ministerio de Salud aconseja estar atentas a los siguientes síntomas: presión arterial igual o mayor a 140/90 mm Hg, visión borrosa o nublada, visión de puntos negros, dolor de cabeza intenso, náuseas y/o vómitos persistent­es, disminució­n o ausencia de los movimiento­s del bebé, dolor en el abdomen superior derecho o en la boca del estómago, fotofobia, exagerada tendencia al sueño.

Los controles periódicos son indispensa­bles para asegurarse una buena evolución del embarazo y monitorear de cerca la salud de la mamá y el bebé.

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