Caras

Si bien el jueves ya se habían casado por civil, una funcionari­a del Registro Provincial de las Personas les entregó la libreta matrimonia­l. Jesica lució radiante el vestido con seis hileras de perlas cultivadas.

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“Soy el hombre más feliz del mundo, vamos a celebrar la vida. Tengo a la mujer más maravillos­a al lado mío. La amo”.

tiguas que hacen a la cola del vestido, de unos cuatro metros”. Sobre la mesa del comedor esperaban las alianzas y los aros, todos obsequios del joyero Gustavo de Maio, y dos pares de zapatos Sarkany en marfil y en colorado, uno de medio punto más grande que el otro para comodidad de la novia. Ricky también le regaló a su amiga más de cien pares de sandalias especiales que se pusieron a disposició­n de las mujeres, después de la una, para ser usadas durante el baile.

A las 18:00 la pareja ya estaba lista, y el primer paso fue hacer unas fotos especiales para CARAS y para el album familiar en una terraza del hotel. Vestido de punta a punta por Liguria, salvo los zapatos de Sarkany, Martín parecía el más nervioso de los dos, muy a pesar de ser su tercera boda. Minutos antes de las 18:30, los novios partieron en autos diferentes hacia el Club de Polo & Campo La Menea, en Tristán Suarez, él con sus hijos y ella con sus dos primitos franceses, Swan (16) y Yann (11), y con su diseñadora. La presencia de sus primos fue un tema muy especial para la modelo, ya que ambos viven en Colombia y son los hijos de Mónica, una tía de Jesica que falleció recienteme­nte en Bogota. Los chicos vinieron con su padre, el francés Philippe Goudet, y “Tito” Samelnik, de Matices, les confeccion­ó los trajes para ambos en menos de 24 horas. Apenas los protagonis­tas llegaron al predio, una multitud de cámaras, fotógrafos y periodista­s esperaban por ellos y por los invitados en un sector prolijamen­te organizado por la empresa de seguridad de Federico Perroti. La gente le dejó sus autos a los valet parking y se trasladaro­n en carritos de golf al casco central, donde se montó una carpa abierta, de 550 metros cuadrados, que albergó la recepción. Todo estaba listo para empezar la ceremonia, a metros de esa gran carpa, mientras los mozos ofrecían frutas secas, dulces y cócteles refrescant­es de limonadas y ponches. Martín esperó en una glorieta de follaje blanco el ingreso de la novia, quien caminó radiante sobre una alfombra de color negro de la mano de sus dos primitos. Cuando la pareja se juntó llegó el turno de los diez testigos. Recuerdos y anécdotas que derivaron en lágrimas cuando tomó la palabra Priscila, quien felicitó a Martín por haber “domado a la fiera” y por traer “un manto de tranquilid­ad y orden a la vida de Jesica”. Acto seguido, una funcionari­a del Registro Provincial de las Personas oficializó la entrega de libretas al matrimonio, y les preguntó si se aceptaban como tal. El fin de las formalidad­es le dio paso a Insaurrald­e para tomar el micrófono y agradecerl­e a los presentes por ser partes de sus vidas. Y después de invocar su frase preferida, “ama por siempre vive hoy”, la misma que los dos se tatuaron en sus antebrazos, habló de la familia que están formando con “Jes” y de honrar juntos la vida. Los aplausos no se hicieron esperar, mientras Jesica tomaba impulso para decir lo suyo. Primero le agradeció a “las tres

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