CUANDO EL HUMOR DESOPILANTE ATROPELLA NUESTRO SENTIR
JORGELINA ARUZZI EN UN LABERINTICO UNIPERSONAL CONSAGRATORIO
Todo indica que es una ama de casa simple, común. Sin pretensiones más que las de anteponer la curiosidad a las tareas domésticas. Y con el objetivo de ganarse unos pesos y alejarse por unos breves minutos de la casa y los hijos, decide someterse a una encuesta privada de neuro-marketing. Pero lo que para esta mujer bautizada como Carmen de La Cruz se inicia como algo casi ingenuo, naif y divertido, el avance de los objetivos irán a la par de los pliegues más dolorosos y oscuros de su personalidad. La risa, el absurdo, lo disparatado y el grotesco, se desdibuja como colores lavados de acuarela sobre una paleta manchada de sangre. El espectáculo, concebido, escrito y dirigido por su única protagonista, Jorgelina Aruzzi crece en tensión y vértigo. Como una experta manipuladora de su propio cuerpo, de sus gestos y sus matices actorales, la actriz se expone de carne y hueso. Es visceral. Profunda y de una intensidad que las emociones la trascienden. Sabe controlar su energía –que es enorme e infinita– para no darse tregua. Lo que pareciera una historia tan simple como la mujer que la relata, crece en el despliegue dramático. Y a pesar de que el humor está siempre latente, el espectador se deja llevar por los laberintos que la actriz propone. Ella establece complicidad y cercanía. Tanto el diseño de luces de Mercedes Abranham, que logra con éxito acompañar la estética y los acordes de los monólogos, como diseño de sonido de Pablo Palaveno, y de la propia Aruzzi, fundamentales en esta difícil narrativa, logran una amalgama perfecta de precisión convirtiéndose en elementos vitales para el unipersonal. La perversión de los mecanismos de consumo, y la ambición de ser y pertenecer al sistema, se hacen carne y se desangran en cada una de las escenas. Es entonces cuando aparecen las preguntas sin respuestas y las respuestas que duelen y se abrazan al corazón acariciando verdades nunca antes develadas. ¿Hasta que punto uno vive con la intención de agradar al otro?¿Por qué nos enseñaron a mentirnos haciéndonos creer que lo correcto era lo establecido? ¿Cuándo empezamos a ser lo que no queríamos de nuestra vida? ¿Cuándo abandonamos los sueños? ¿Cuándo bajamos los brazos para seguir el ritmo de una vida donde los sueños fueron arrinconados en un lugar de la casa? No sólo se trata de preguntas. Se trata de parar “poner un Stop” y verse sin maquillaje. A cara limpia. Así lo plantean estas dos mujeres: Carmen, desde su lenguaje físico y verbal, y Jorgelina Aruzzi, quien le entrega su esencia más íntima y personal, para crear una pieza sólida de talento que arrasa como un huracán encendido con la furia de un animal herido. HECTOR MAUGERI