DESCENDER A LOS INFIERNOS DEJA SECUELAS DE EXTASIS MUSICAL
JUAN RODO ENCABEZA UN ELENCO DE NOTABLES Y DESPLIEGA TALENTO CON BESTIALIDAD VOCAL
La síntesis perfecta de la obra es el talento. El haber logrado un elenco consistente que sabe plantarse sobre el escenario y “disfrutar” desde las entrañas cada escena musical. Si bien es cierto que “Jekyll & Hyde” es uno los músicales de culto de Broadway – se estrenó el 28 de abril de 1997 y estuvo cuatro años en cartel – no es menos certero afirmar que estamos frente una pieza con matices de luces y sombras. La sordidez de sus partituras son tan bellas como emotivas y canciones como “This is the Moment”, “A New Life” y “Someone Like You”, se han convertido en hits interpretados por sus protagonistas originales, Robert Cuccioli y Linda Eder, que quien escribe tuvo la suerte de ver para poder hoy reafirmar valores lejos de las empobrecidas comparaciones. Desmembrar la bondad y potenciar la maldad es el universo que recorre el autor del libro y las letras, Leslie Bricusse, de la novela original de Robert Louis Stevenson “El Extraño caso del Doctor Jekyll y Hyde”, publicada en 1886. Juan Rodó, a cargo de la interpretación del científico que se enfrenta a sus propios demonios internos, sostiene, con inmesurable talento y bestialidad vocal, momentos de profunda finitud actoral. Su crecimniento como una de las figuras masculinas más rotulantes del género lo demuestra en el escenario. No tiene límites para su entrega. Aflora la pasión, el éxtasis y la seguridad de “ser” y “poder”. A su lado, Melania Lenoir – otra de las grandes musas del musical – se arriesga a un personaje que le exije presencia y excelencia vocal. Ella lo logra con entrega y una fuerza arrolladora. Sus cuadros tienen la dosis perfecta de lujuria, candidez y esperanza. Provoca ovaciones y nada tiene que enviadiarle a la Lucy que encarnó Leder (consagrada mundialmente tras su paso por “Jekyll...”). La presencia de Raúl Lavie garantiza calidad e imprime un nivel que viene acompañado de experiencia y empatía popular. Hay que destacar el debut estelar de Eluney Zalazar que descolla con una bella voz llena de matices y colores. El resto del elenco brilla por sí solo. Todos tienen sus momentos de lucimientos y lo aprovechan con solvencia y soltura. La dirección de Sergio Lombardo se hace cargo del dramatismo de la obra aprovechando una escenografía diseñada por Silvana Ovsejevich, austera pero efectista. A través de la creatividad del diseño de luces de Santiago González Urrutia, las escenas se proyectan como obras de arte. No así el diseño de vestuario de Vanesa Abramovich que no logra trasmitir la grandeza que posee la obra. En la dirección musical y coral, Damián Mahler expone su expertis y maestría para llevarnos musicalmente a una zona donde los sueños se corporizan demostrando (también, y afortunadamente) que en la calle Corrientes se respira algo de Broadway. HECTOR MAUGERI