Caras

“ELLOS ME SALVARON”

LILIANA CALDINI Y SUS NIETOS

- Por Naiara Vecchio

Es una etapa de renacimien­to para Liliana Caldini (65). A pocas cuadras de su casa en Recoleta —a donde se instaló hace 4 años después de vivir y lanzar en Miami la revista “Mujer latina”—, la ex de Cacho Fontana (84) pasea feliz por plaza Francia con sus nietos Lucas (16) y Joaquín (15). El cálido mediodía de sábado los invita a sentarse en el parque y, por ese rato, abstraerse del ruido de la ciudad. “Amo estar con ellos, pasamos mucho tiempo juntos”, dice la conductora que a los 17 años se hizo conocida con la película “El extraño de pelo largo” junto a Litto Nebbia. “Si bien tienen personalid­ades diferentes, se llevan re bien. Joaquín es hijo de Antonella (38), que es la productora del programa ‘Pasapalabr­as’. Y Lucas es hijo de mi otra hija gemela Lumila (38), que se fue a vivir a España cuando mi nieto tenía 8 meses y volvió a Buenos Aires hace 3 años. Por eso, Lucas es más español que argentino, desde su forma de hablar hasta en lo caballero que es, siempre espera a que me siente y luego se sienta él en la mesa o me cierra la puerta del auto. En cambio, Joaquín es el típico porteño”, cuenta entre risas la ex modelo.

Liliana habla y en su tono de voz se percibe su plenitud. En el verano se reencontró con su faceta de conductora que tanto extrañaba. “El 2017 me recibió de la mejor manera. ¡Quizás porque es mi número en la ruleta! Estoy muy contenta porque volví a conducir, estuve a cargo de los shows de las playas públicas de Mar del Plata, del IPS (Instituto de Previsión Social). Volví a disfrutar de estar arriba de un escenario. También este año lanzaré una línea de accesorios para mujeres reales con mi nombre y apellido”, dice. “No vengo de pasar años fáciles. Hace seis años tuve un cáncer terrible que ataca al 1% de las mujeres a nivel mundial y daña al aparato reproducto­r femenino. Los doctores no sabían cómo tratarme, al ser tan extraño no tenían un protocolo médico. Tuvieron que enviar mi caso a otros países para estudiarlo. Es difícil detectarlo ya que prácticame­nte no te da síntomas. Si yo no me hubiese hecho, como hago todos los años, los chequeos, no lo hubiese agarrado a tiempo. Me dieron el alta hace unos años. Nunca lo conté públicamen­te porque no me gusta victimizar­me. Pero hoy creo que mi palabra puede servir para la prevención. Aparte de mi actitud positiva, mis nietos fueron fundamenta­les para mi recuperaci­ón, me salvaron, quería verlos crecer y seguir cocinándol­es. Son mis motores”, se emociona Caldini. “Nuestra abuela es una genia, cocina todo rico. Es nuestra chef preferida. Lo que más nos gusta es cuando hace carne al horno con papas o pollo a la mostaza”, cuenta Lucas. “Es compañera, me ayuda en el estudio cuando me va mal. El mejor consejo que me dio es que siempre haga lo que me dé felicidad”, agrega Joaquín mientras Liliana le acaricia la espalda. “Aprendo mucho de mis nietos cuando los veo tan libres y maduros. Cada vez que me subo al auto para manejar, me sacan el celular para que no me distraiga y preguntan si me puse el cinturón. No soy una abuela celosa, siempre les pregunto con quién salen, los ayudo a vestirse, los perfumo antes de que se vayan a bailar. No pido mucho más en la vida. Sólo tengo una asignatura pendiente y es encontrar a un compañero, hace diez años que estoy sola y a veces siento la ausencia de un hombre que me apoye y acompañe”, concluye al mimso tiempo que aclara que no pierda las esperanzas de que esa falta se ocupe pronto.

Liliana dice que lo que más le gusta es hacer programas con sus nietos. Ellos afirman: “Nuestra abuela es una genia. Amamos sus comidas. Siempre nos aconseja con las chicas y dice que hagamos lo que nos dé felicidad”.

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