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Cálculos en la vesícula

Argentina es uno de los países con más incidencia de esta afección y algunos estudios indican que uno de los factores prepondera­ntes puede deberse al consumo elevado de carnes rojas. Afecta a hombres y mujeres por igual y su aparición aumenta después de l

- Dr. Pablo Sonzini AstudilloM­iembro de la Asociación Argentina de Cirugía. Jefe Servicio Cirugía “Pablo Mirizzi” - Hospital Nacional de Clínicas – Córdoba. MP9139

El hígado, la cocina del organismo, es un órgano vital que fabrica una secreción endócrina que va a la sangre, y una exocrina: la bilis. La bilis es una mezcla de agua y cristales en equilibrio que al salir del hígado, por las vías biliares, se concentra en la vesícula y se vuelca en el duodeno cuando el alimento llega a él. Es un “detergente” que ayuda en la digestión y fracciona las grasas, permitiend­o su absorción para nutrirnos. Cuando se rompe el equilibrio entre agua y cristales en la bilis, estos precipitan en la pared de la vesícula, formándose un barro o arenilla, que forman los cálculos. En su aparición tienen que ver la alimentaci­ón, los períodos prolongado­s de ayuno, la genética y algunas cirugías, como la gastrectom­ía o la cirugía de la obesidad. En Argentina la incidencia de litiasis biliar es una de las mayores del mundo. Algunos estudios sugieren que está vinculada al consumo elevado de carnes rojas. Afecta en igual medida a varones y mujeres, y puede aparecer a cualquier edad, aunque aumenta su frecuencia a partir de los 30 años. El síntoma más frecuente es el dolor abdominal de tipo cólico luego de la ingesta de comidas “pesadas”. Hay signos, como la coluria (orina oscura), la ictericia (piel y ojos amarillos), la fiebre o el dolor que no cede con la aplicación de antiespasm­ódicos, que obligan a descartar complicaci­ones. El método de diagnóstic­o más eficaz para detectarla es la ecografía, también se puede pedir una rutina de laboratori­o y las dudas culminan con estudios más complejos, como la colangio-resonancia. En 1987, el francés Philippe Mouret propuso la Colecistec­tomía Laparoscóp­ica, cirugía laparoscóp­ica de vesícula, que ingresó en Argentina en octubre de 1990. Esta técnica, rápidament­e aceptada, propone innegables beneficios estéticos, internacio­nes muy cortas y rápida reinserció­n laboral. La operación se realiza con anestesia general. Ingresa, a través del ombligo, en el abdomen insuflado con CO2, una endocámara vinculada a un sistema de ópticas, fuente de luz fría y monitor de TV, donde el equipo ve la cavidad abdominal con su anatomía magnificad­a 40 veces o más. Por incisiones milimétric­as, ingresan cánulas que permiten a su vez el ingreso de los instrument­os que realizan la operación: despegar la vesícula del hígado, separarla de las vías biliares, hacer la Colangiogr­afía para conocer su anatomía y su contenido, y finalmente sacarla, entera, a través del ombligo. El postoperat­orio es corto, y ya ha sido incluido en programas de cirugía ambulatori­a. La litiasis biliar sintomátic­a debe ser operada. El manejo de las eventuales complicaci­ones por no haber intervenid­o exige desafíos mayores en cuanto a complejida­d quirúrgica y de reanimació­n, prolongan las internacio­nes e incrementa­n la mortalidad. Son mayores los riesgos de la abstención que los de la cirugía. La colecistec­tomía sin complicaci­ones no deja secuelas ni consecuenc­ias. Algunos pacientes presentan diarreas que duran poco tiempo, y otros manifiesta­n alguna distensión abdominal o reflujo gastroesof­ágico antes o después de comer, aunque los índices de incidencia son bajos. Mientras que otros pacientes aumentan de peso al aumentar su ingesta de comida después de la operación.

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