Cálculos en la vesícula
Argentina es uno de los países con más incidencia de esta afección y algunos estudios indican que uno de los factores preponderantes puede deberse al consumo elevado de carnes rojas. Afecta a hombres y mujeres por igual y su aparición aumenta después de l
El hígado, la cocina del organismo, es un órgano vital que fabrica una secreción endócrina que va a la sangre, y una exocrina: la bilis. La bilis es una mezcla de agua y cristales en equilibrio que al salir del hígado, por las vías biliares, se concentra en la vesícula y se vuelca en el duodeno cuando el alimento llega a él. Es un “detergente” que ayuda en la digestión y fracciona las grasas, permitiendo su absorción para nutrirnos. Cuando se rompe el equilibrio entre agua y cristales en la bilis, estos precipitan en la pared de la vesícula, formándose un barro o arenilla, que forman los cálculos. En su aparición tienen que ver la alimentación, los períodos prolongados de ayuno, la genética y algunas cirugías, como la gastrectomía o la cirugía de la obesidad. En Argentina la incidencia de litiasis biliar es una de las mayores del mundo. Algunos estudios sugieren que está vinculada al consumo elevado de carnes rojas. Afecta en igual medida a varones y mujeres, y puede aparecer a cualquier edad, aunque aumenta su frecuencia a partir de los 30 años. El síntoma más frecuente es el dolor abdominal de tipo cólico luego de la ingesta de comidas “pesadas”. Hay signos, como la coluria (orina oscura), la ictericia (piel y ojos amarillos), la fiebre o el dolor que no cede con la aplicación de antiespasmódicos, que obligan a descartar complicaciones. El método de diagnóstico más eficaz para detectarla es la ecografía, también se puede pedir una rutina de laboratorio y las dudas culminan con estudios más complejos, como la colangio-resonancia. En 1987, el francés Philippe Mouret propuso la Colecistectomía Laparoscópica, cirugía laparoscópica de vesícula, que ingresó en Argentina en octubre de 1990. Esta técnica, rápidamente aceptada, propone innegables beneficios estéticos, internaciones muy cortas y rápida reinserción laboral. La operación se realiza con anestesia general. Ingresa, a través del ombligo, en el abdomen insuflado con CO2, una endocámara vinculada a un sistema de ópticas, fuente de luz fría y monitor de TV, donde el equipo ve la cavidad abdominal con su anatomía magnificada 40 veces o más. Por incisiones milimétricas, ingresan cánulas que permiten a su vez el ingreso de los instrumentos que realizan la operación: despegar la vesícula del hígado, separarla de las vías biliares, hacer la Colangiografía para conocer su anatomía y su contenido, y finalmente sacarla, entera, a través del ombligo. El postoperatorio es corto, y ya ha sido incluido en programas de cirugía ambulatoria. La litiasis biliar sintomática debe ser operada. El manejo de las eventuales complicaciones por no haber intervenido exige desafíos mayores en cuanto a complejidad quirúrgica y de reanimación, prolongan las internaciones e incrementan la mortalidad. Son mayores los riesgos de la abstención que los de la cirugía. La colecistectomía sin complicaciones no deja secuelas ni consecuencias. Algunos pacientes presentan diarreas que duran poco tiempo, y otros manifiestan alguna distensión abdominal o reflujo gastroesofágico antes o después de comer, aunque los índices de incidencia son bajos. Mientras que otros pacientes aumentan de peso al aumentar su ingesta de comida después de la operación.