“NUESTRA VIDA ES PURA AVENTURA” ADRIAN NAVARRO Y SU HIJO MAYOR, FACUNDO
Ver llegar a Adrián Navarro (47) llevando del hombro a su hijo Facundo (16) rompe con todos los preceptos que definen a la adolescencia como una etapa difícil entre padres e hijos. Se cuentan cosas al oído y se ríen, se miran cómplices. Hay un código secreto, íntimo en el que el amor es preponderante. Si bien sus rostros no son muy parecidos, el caminar, los gestos, la forma de hablar y la sonrisa son la marca a fuego del vínculo que los une.
La regla que asegura que la genética no falla, es fiel reflejo de la relación entre ellos que también se vislumbra en la sensibilidad que comparten por el mundo artístico. Hoy ambos transitan el mismo camino, el que comenzaron de igual manera, en el circuito del teatro under.
Adrián hizo su debut cuando era niño y lentamente fue escalando posiciones hasta que lo tentaron para protagonizar el filme “Ay Juancito!”, y es ahí donde interpretó nada menos que a Juan Duarte el hermano de Eva Perón. Años más tarde le llegó la gran oportunidad en “Montecristo”, la novela que se emitió en Telefé y en el que con su personaje, Federico Solano, tuvo un gran reconocimiento del público. “Ese fue un momento clave en mi carrera actoral y aunque siempre tuve los pies sobre la tierra, me impactaba que me consideraran tanto. A mis hijos les molestaba un poco cuando íbamos por la calle y me pedían fotos o me hacían algún comentario acerca de mi personaje, porque eran niños y no entendían por qué a su
padre se le acercaban los desconocidos. Cuando alguien venía a hablarme, me agarraban de la mano y me llevaban corriendo a la fuerza” dice riéndose ante la cómplice mirada de Facundo, quien asegura: “Por un lado me molestaba y por otro se había transformado en un juego divertido y estaba buenísimo”.
Al poco tiempo de iniciarse en la carrera, “Facu” tuvo la oportunidad de trabajar en “El Derrotado” junto a su padre y ahora nuevamente están compartiendo la filmación de la película “Deja la Luz Prendida”, en la que Adrián ocupa el rol de Lucas, un hijo de desaparecidos y Facundo lo interpreta en sus años de adolescencia. “Esta es una experiencia bárbara y enriquecedora para ambos porque aprendemos muchas cosas del otro. Está buenísimo trabajar con papá” cuenta Facundo. Por su lado el orgulloso padre tampoco se priva a la hora de los elogios: “Mi hijo es un excelente compañero, gran confidente, pensante y calmo y sabe manejar bien su impronta y su intuición. Siempre tomo en cuenta su accionar porque me hace bien. Encima tiene ductilidad y se sabe mover bien. Fue criado, al igual que su hermana Violeta (12), con absoluta libertad para elegir su camino. Querer ser actor es una decisión de él y cuenta con mi apoyo. Creció en un ámbito artístico, entre tablas, estudios de televisión y sets de filmación, y por ende ama ese estilo de vida y disfruta de la actuación, la música, la literatura y la poesía. Cuando exploramos juntos esos ámbitos nos da placer. Nuestra vida juntos es pura aventura”. Mientras habla, Adrián, mira a su niño que ya es casi un hombre y se emociona. Dice que tiene un carácter genial y un temple que a él le hubiera gustado tener.“Soñamos con hacer una obra de teatro juntos, pero a pesar de que lo hablamos, todavía no apareció una historia que nos seduzca”. Por momentos los roles se invierten y es el hijo quien le da consejos a su padre para que se luzca más en el escenario. El lo escucha con atención y asiente con la cabeza.“Facu me corrige y yo lo acepto porque tiene mucha sensibilidad y olfato artístico. Así es la vida, ahora yo aprendo de él”.