CHANEL A PURO ROSA CHIC
PRESENTO SU COLECCION HAUTE COUTURE
El Grand Palais decorado como un jardín en flor ha sido el marco íntimo y cuidado del nuevo desfile Haute Couture de Chanel: los jardines de las casas parisinas donde concederse una promenade al aire libre se convirtieron en el escenario ideal para el juego de la Alta Costura de la Maison, mezclando tradición sartorial con la genialidad del director creativo.
Un pórtico de madera cubierto de enredaderas y rosas blancas, una plaza con una fuente donde el correr del agua y el canto de los pájaros acompañaron a esta nueva colección que ha hecho de la flor la protagonista absoluta, entre juegos de volúmenes, géneros y aplicaciones preciosas.
La Colección Primavera-Verano 2018, firmada como siempre por Karl Lagerfeld, ha sido un verdadero homenaje al romanticismo y a la feminidad. Sobre la pasarela parisina de Chanel, la modelo Kaia Greber, hija de la famosa top de los años ochenta Cindy Crawford, se convierte en una doncella salida de un cuadro de Botticelli, envuelta en un fourreau en tono pastel, con plumas sobre los hombros y bordados de perlas y cristales.
Los primeros en desfilar alrededor de la imponente fuente han sido los siempre actuales tailleur, esta vez de lineas más redondas, con la falda apenas arriba de la rodilla. Los abrigos en tweed presentados con botitas de encaje haciendo juego, mini guantes en cuero y el infaltable velo de red, con una flor sobre la cabeza. Como Dior, en esta temporada Chanel también hizo de la veleta su Fil Rouge, en una versión con vincha en encaje o “glitter”.
Los colores elegidos son los tonos delicados de la primavera: los pasteles, y no faltan los contrastes de blanco, negro e índigo. Se presentan también una serie de vestidos de líneas más simples y de corte suelto que conquis-
tan aún más porque muestran que, atrás de los efectos especiales de bordados y detalles, hay un gran trabajo de atelier más escondido y menos banal. Las faldas se abren como corolas arriba de impalpables blusas, y los preciosos vestidos delicadamente bordados de cristales y plumas son un triunfo de lujo y elegante sensualidad.
La silhouette de las prendas se inspira en la perfección y armonía de las flores: amplias faldas en forma de tulipán florecen abajo de unos corset cubiertos de sofisticados bordados de flores. Los vestidos de encaje están enriquecidos por brillantes pallettes, por suaves detalles de plumas que crean movimiento y por sensuales transparencias de tul. Detrás de estas minuciosas obras de arte obviamente está el mítico Atelier Lesage, prácticamente el laboratorio artesanal de bordado más estimado del mundo. Los vestidos de noche son el producto de estudiadas arquitecturas sartoriales que maravillan por las preciosas decoraciones, mientras que la novia de Chanel está sumergida en una catarata de plumas blancas.
Lagerfeld juega con la moda, se divierte mezclando el mañana con el pasado y, como Káiser (Emperador) del Fashion, dicta sus reglas para la primavera-verano con looks que dejan a la imaginación lo que no se ve.
La Couture Chanel es un mundo suspendido en sí mismo, un Universo aparte, un sistema de símbolos y formas que parecen vivir fuera del tiempo y no siente la actuación gravitacional de las tendencias a las cuales están sujetas todas las otras Maison: esta es su calidad y, al mismo tiempo, su límite. Lo que mantiene la propuesta siempre válida y creíble es la grandeza de ejecución de la Alta Sastrería Made in France, valor finalmente evidente en una Colección Couture que, volviendo a descubrir el Heritage (Patrimonio) de la Maison, se proyecta hacia el futuro.