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“ME PERFORARON EL INTESTINO Y ME ARRUINARON LA VIDA”

JUAN CARLOS COPES CUENTA SU CALVARIO TRAS UNA ENDOSCOPIA

- Por Leticia Pomo

Hablar de Juan Carlos Copes (86) es hablar de tango. De “sacarle viruta al piso”, como dice el lenguaje lunfardo a los bailarines del 2 X 4. Copes es una leyenda viviente que hizo que la música ciudadana traspase las fronteras y la llevó a recorrer el mundo.

Copes hizo con sus pies la delicia de un arte tan exquisito como sensual. Sin embargo, esos pies que fueron tan admirados en el mundo entero por su elegancia y destreza, hoy sufren el deterioro producido por una mala praxis. Decepciona­do y triste, transcurre sus días en su casa de Haedo con Miriam (64), su mujer desde hace 46 años con quien tuvo dos hijas: Geraldine (41) y Johana (39) y ahora tiene cinco nietas: Amma, Franchesca, Martina, Malena y Antonella. “Desde hace tres años que estoy viviendo una terrible pesadilla. Después de una operación de espalda, y una neumonía que me agarré en un vuelo, quedé muy debilitado y tuve que hacer rehabilita­ción. Muchos años de trago y cigarrillo me dejaron huella en el cuerpo. Cuando ya estaba recuperado casi por completo, mi doctora me mandó a hacer un chequeo general y así yo podía volver al ruedo”, cuenta demostrand­o la alegría que tenía en ese entonces y agrega: “Estaba muy entusiasma­do porque la danza es mi vida y necesitaba bailar para sentirme completo. Tenía compromiso­s asumidos y shows contratado­s en diferentes países. Era un gran momento personal y profesiona­l. Pero todo se modificó con un cachetazo inesperado. Me sometí a todos los análisis pedidos y entre ellos una endoscopía y una colonoscop­ia que me las hicieron en el mismo momento. Por una mala praxis me perforaron el intestino y me arruinaron la vida. Estuve cara a cara con la muerte pero después de varias intervenci­ones pude salir. A partir de ahí, mi vida es un calvario del que todavía no me recupero. Mis pies ahora no responden. Apenas puedo estar parado pero no aguanto ni un tango entero”, cuenta apesadumbr­ado por el triste presente que vive.

La contención de la familia fue determinan­te como respuesta a la inacción que recibía del centro de salud en el que estaba internado. Su mujer, con una fuerza interior inmensa, lo sacó de ahí y lo llevó a otro sanatorio donde lo recuperaro­n del estado gravísimo en el que se encontraba. Lentamente Copes volvió a estar consciente, pero cuando se dio cuenta de su estado, prefirió morir. “Estaba en la clínica de la muerte: el Centro de Alta Complejida­d de Ramos Mejía DIM y lo atendió la doctora Verónica Gutiérrez. Si no fuera por mi mujer, no estaría vivo. Estaba entregado completame­nte y no quería saber nada más. Me pasó lo mismo que a la periodista (Débora Pérez Volpin) pero yo zafé porque estaba muy fuerte y por eso pude salir del trance. Lo que no sabía ni me imaginaba era que iba a ser el principio de esta agonía que no termina más”.

Juan Carlos atesora en cada rincón de la casa, los innmuerabl­es premios y reconocimi­entos que recibió durante el transcurso de su enorme carrera que comenzó cuando sólo tenía 16 años y no deja de mirarlos y admirarlos. “Dejé la facultad de ingeniería para hacer la milicia y aproveché ese tiempo para perfeccion­arme en la danza. Quería que el tango no fuera sólo del malevaje y los cafiolos, y en mi barrio de Mataderos el tango mandaba. Ahí tuve los primeros vínculos con esta música y me apasioné. Siempre sentí que detrás de cada melodía había algo mucho más profundo. Y por eso me dediqué a eso. Yo estudié danza. No soy un improvisad­o: Aprendí clásico, contemporá­neo y moderno. Y era una época en la que no había mucho. Quise buscar una solución para que la gente se de cuenta que esa música no era sólo para la marginalid­ad. Quería integrarlo a las clases más altas porque veía un poco más allá y debo decir sin modestia, que lo logré. Pude aprender todos los códigos del

tango. Mi gran maestro del baile fue Gene Kelly a quien iba a ver todos los martes en los cines de Lavalle porque daban las películas musicales de la época de oro de Hollywood. Me encantaba verlo y soñaba con conocerlo personalme­nte. A veces hacíamos ruido con los pies para que el cameraman retroceda la película y así la pasaban varias veces, entonces yo aprovechab­a para observar detenidame­nte cada paso de Gene”, rememora y agrega: “Mi sueño se cumplió porque una vez dije en un reportaje en Nueva York que lo admiraba. Su hija entonces me fue a buscar a un teatro donde me estaba presentand­o y me dijo que su padre me esperaba para conocerme. Fui a la casa y me emocioné hasta las lágrimas al tenerlo tan cerca mío. Pero me sorprendió que me haya recibido en pijama y sin peluquín”, cuenta riéndose de esa anécdota. También cuenta que el mismísimo presidente Nixon recibió como regalo de su cumpleaños un show de Copes en la Casa blanca. “En ese cumpleaños también estaba Frank Sinatra. Todos me miraban con admiración y Sinatra también. Entonces se me ocurrió invitarlo a la pista de baile para que haga algunos pasitos de tango. Cuando me acerqué a él, me puso una cara de traste espantosa, así que tuve que retroceder y desechar esa posibilida­d”, dice riéndose a carcajadas de ese momento que asegura lo incomodó muchísimo. “Era simpático sólo para la foto”, agregó. También tuvo el honor de bailar con Liza Minnelli, Rita Hayworth, Shirley Maclaine, Leslie Caron y las principale­s figuras del espectácul­o nacional como Libertad Lamarque entre otras personalid­ades destacadas.

Los principale­s referentes del tango como Piazolla, Anibal Troilo y Di Sarli entre otros se lo disputaban porque lo querían en sus shows.

Es uno de los creadores de “Tango Argentino”, el espectácul­o de danza que nació en 1983 y debutó en París y Nueva York y fue la plataforma para que el tango tenga presencia en el mundo. “Hice una carrera brillante. Llevé el tango a Broadway. Antes nadie sabía qué era ese baile y desde que lo impuse lo aman y todos quieren saber cantarlo y bailarlo”, rememora con satisfacci­ón. “Bailé en los lugares más destacados de cinco estrellas y también en los de menos 5”, concluye. “Ahora todo quedó frustrado porque ya no me puedo recuperar más, aun-

que lo intente. Estoy grande, no sé cuánto tiempo de vida me queda pero no es mucho. Ni siquiera le pude cumplir a mi hija Johana. Le había prometido que iba a bailar para su festival de tango pero le fallé”, dice con profunda tristeza.

La situación que debió atravesar por la perforació­n del intestino trajo aparejadas muchas otras secuelas. Tuvieron que cortarle una parte del intestino y hacer una especie de by pass. Además, le tuvieron que poner una cánula conectada a una bolsa externa para que ahí llegue y contenga su materia fecal. “Esto fue mucho más grave de lo que cualquier persona pueda soportar. Hace muy poco me quitaron la bolsa y me quedó un tajo inmenso en la panza. Me abrieron al medio”, cuenta señalándos­e el lugar donde le quedó la inmensa herida “Pero la cicatriz más grande me la dejaron en el alma porque además fui olvidado. En el mundo me reconocen y en mi propio país siento que me dan la espalda”, confiesa afligido. “Mi jubilación apenas si me alcanza para llegar a fin de mes. Desde el área de cultura recibía una ayuda pero ya hace un largo tiempo que me la quitaron. Encima no puedo trabajar. Lo único que podría hacer es dar conferenci­as. Eso no lo soporto. Yo quiero bailar. Siempre bailé y no puedo resignarme a este presente”. Mientras cuenta, su hija Johana lo toma de la mano y lo contiene con gestos de cariño. También lo ayuda cuando tiene que recordar algunos de esos momentos que atravesó.

Johana heredó de su padre el amor por la danza y fue su compañera de baile desde que ella tiene 17 años. Debutó cuando tenía 14 años en el show de Bergara Leumann y desde entonces no paró más. Cuando Copes, a principios de la década del ´90, se separa de su histórica partenaire, María Nieves, pareja durante varias décadas, su hija la reemplazó y desde ese entonces se dio cuenta de cómo le había transmitid­o su mismo don: “Es una profesiona­l de primera línea y todo lo hace bien porque lo lleva en la sangre”, manifiesta orgulloso mirándola fíjamente a los ojos y continúa: “Es mi mayor satisfacci­ón y nunca me imaginé que la danza iba a trascender en ella. Ahora la vida hizo que se tenga que abrir camino sola, pero es muy talentosa y en el exterior ya es reconocida. Tiene alumnos en Nueva York y hace pocos meses abrió su escuela en Buenos Aires en donde sabe transmitir todo lo que le enseñé”.

Tanto Johana como Miriam y también Gerladine que vive en la Costa Atlántica, lo alientan y estimulan para que se recupere porque perciben la tristeza que tiene. “El tango es mi vida. Con todo esto que me pasó vi la cara de la muerte. Entré en una profunda depresión y el ánimo brilló por su ausencia. Además los dolores físicos se apoderaron de mí. Fue muy duro verme tan inútil. Apenas si me podía mover. Yo así no quería vivir más. Ahora estoy un poco mejor pero cuando estoy parado un rato, me empiezo a doblar como un bandoneón”, cuenta con acertada metáfora. A pesar de la difícil situación, Copes asegura que tiene mucho para agradecer:

“El tango me dio todo y de un plumazo casi me arrebatan la vida. No puedo aguantar de pie ni un tango entero”.

“El tango me dio todo y casi como de un plumazo me arrebatan la vida. Pienso en este piba, la periodista que acaba de morir (Débora Pérez Volpin) y digo: qué tristeza enorme, pensar que eso me podía haber pasado a mí. La vida me dio esta segunda oportunida­d que me gustaría aprovechar. Ya no tengo que rendir exámen, soy un mito viviente. Hice que el tango llegue al mundo y lo amen. Lo que gané lo invertí en mis shows para que nuestra música ciudadana se difunda. Y ahora necesito trabajar no sólo porque es lo que amo sino porque lo necesito económicam­ente”.

El desánimo por momentos se apodera de él y con sólo algún comentario de su compañera, se reanima: “Ella tiene una fuerza indeclinab­le y si no fuera por ella no estaría vivo. Se ocupó de trasladarm­e de clínica y por eso ahora estoy acá. Si no, no contaba el cuento”. Cuando Copes escucha alguna melodía tanguera no puede dejar de conmoverse: “Extraño la pista de baile. Estoy triste por lo que me pasa. Ni siquiera sirvo para maestro. Casi no puedo caminar y mis músculos ya no me responden. Me dejaron inválido para mi trabajo”.

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El bailarín junto a su histórica pareja, María Nieves, con quien recorrió el mundo. Fue uno de los creadores de “Tango Argentino” y el elegido por los grandes maestros como Anibal Troilo, Piazolla, Di Sarli. Destacadas figuras de Hollywood como Rita...
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Copes asegura que llegó a estar al borde de la muerte, internado en la “clínica de la muerte” y si no fuera por su mujer, hoy no estaría vivo.
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