“AYER FUI BELLA, HOY SOY MITICA”
ALEJANDRA RADANO EN LA PIEL DE LA DIVA JOAN CRAWFORD
Escuchar hablar a Alejandra Radano es transportarse a la imagen de Joan Crawford, la mítica diva de Hollywood, a quien interpreta magistralmente en “Hello, Andy”. La actriz habla como ella, la siente. Entra en cuerpo y alma. Como si Crawford se hubiera trasladado y ella ahí, le da vida y la potencia. Dirigida por Alfredo Arias, recorre el ocaso de Joan cuando, desesperada por sentir cómo se alejaba de las luces y su belleza se opacaba inexorablemente, recurre al exitoso artista pop Andy Warhol, que se caracterizaba por inmortalizar en sus retratos a grandes. En un monólogo sorprendente, Radano transita todas las emociones hasta llegar a lo más profundo, el ocaso propiamente dicho. Una llamada telefónica a Warhol, es el punto de partida para una puesta que invade todos los sentidos.
—¿Qué significa interpretar este personaje?
—Es un desafío “pispear” en su mundo y sus metáforas; las que intento descifrar a través de mi oficio de intérprete de teatro musical. Joan no muestra. Se mantiene púdica con sus profundos sentimientos y eso me recuerda algo que una vez me dijo un director de teatro: “Lo interesante de los personajes es justamente lo que no cuentan o lo que no muestran”.
—¿Puede vincular la vida de Crawford con la suya?
—La vinculo con lo que estoy ocultando en este preciso momento.
—¿Por qué se vuelven a elegir con el director Alfredo Arias? —Trabajar juntos es de un crecimiento constante que me impulsa a aprender, andar y desandar caminos. Su obra es apasionante y esta puesta me permitió indagar, proponer y realizar un trabajo a nivel visual porque hay un soporte de imágenes y videoclips sin retoques. Fotos crudas que de alguna ma-
Para lograr el parecido con la diva Alejandra necesita varias horas de producción con un peinado que fue la marca personal de Joan. Dice que la admira por su valentía en una época dominada por los hombres.
nera encarnan la presencia de lo frágil, en un momento donde reinan el HD y los retoques digitales. — ¿Cómo se prepara para cada función?
— Siempre es una preparación épica porque el personaje propone un look total que ella misma diseñó y que me obliga a replegarme bajo el maquillaje extremo. Propone otra corporalidad y hasta su peinado fue una marca personal. Joan construyó una imagen con minuciosidad, por lo tanto la preparación es extensa y lleva mucha concentración. Cada domingo la función es a las 17 y yo a las 13 ya empiezo a prepararme.
—¿Llegar a lo interno de ese personaje también le lleva mucho tiempo?
—No me meto en el personaje sino que cuento un personaje del que recorro su pasado y atravesamos juntas el nuevo lenguaje del arte. Esto la va a condenar a ser solamente un recuerdo. “Hello Andy” habla de la soledad de una mujer que un día fue una diosa atrapada por el negativo del séptimo arte y el futuro de un arte sin prejuicios dispuesto a derribar barreras impulsado por un visionario como Andy Warhol. Es diferente a todo. Está en un espacio inusual ya que “Proa” es un museo de arte contemporáneo fuera de lo común. Y en ese espacio tan elegante entra la creación de uno de los directores más prolíficos y vigentes como es Alfredo Arias, que reparte su arte entre la Argentina, Francia e Italia.
—¿Qué significa entrar en el mundo Crawford? —Es muy interesante porque fue una obrera de Hollywood. Una mujer polifacética e hiperactiva que se reinventó y hasta supo ganarse un lugar en un mundo de hombres. Una frase de ella me identifica “Cuando no hago nada me siento terriblemente cansada”. —¿Podría ser una feminista? —Propuso un cambio de rol de lo que venían interpretando las actrices de entonces y encarnaba a mujeres liberales, decididas, arriesgadas, libres y valientes, en un mundo hostil dominado por los hombres de una sociedad reprimida. Fue ejemplo para miles de mujeres que deseaban esa fuerza y determinación para afrontar la vida. Hay una frase que Arias incorpora en el texto sobre el efecto devastador del tiempo en el rostro de las estrellas: “Es verdad. Ayer fui bella pero hoy soy mítica”, y eso es propio de alguien que entiende la ironía de la vida y sabe ver el vaso medio lleno.