MAXIMA Y JULIANA: LIDERES DEL GLAM
HICIERON GALA DE SU ELEGANCIA Y SU PROFUNDA AMISTAD
Cuando se trata de Máxima Zorreguieta y Juliana Awada no hay duelo que valga. Entre ellas, además de una profunda amistad, hay un podio compartido de estilo y elegancia. Siempre acordes al momento y con la habilidad sobrada de hacer equilibrio sobre ese fino límite que divide lo correcto de lo impropio, la reina de Holanda y la primera dama argentina dan cátedra del buen vestir sin perder la frescura. En su rol de Asesora Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre Inclusión Financiera para el Desarrollo, la esposa del rey Guillermo Alejandro visitó la Argentina en el marco del G20 para hablar de su especialidad (cabe destacar que se
formó en Economía y trabajó para importantes entidades bancarias en Nueva York) por lo que mantuvo una agenda paralela que igualmente le permitió sumarse a algunas actividades junto a Awada, quien ofició de anfitriona del Programa de Acompañantes de los líderes del G20.
Como siempre sus outfits tuvieron un alto impacto. Su primera aparición se dio el jueves 29, en en el CCK, donde brindó un discurso no sin antes saludarse con Juliana y Mauricio Macri. Para la ocasión eligió un diseño de Michael Kors de lana con abertura en la parte delantera. Máxima participó en el panel
“Rol de las finanzas para el empoderamiento económico de las mujeres” y de la entrega del premio Women Business Leaders Taskforce.
Ya el viernes 30, ingresó a la Cumbre del G20, junto a Hernán Lombardi, Titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, en Costa Salguero, enfundada en un diseño de Oscar de la Renta con “hombros congelados” con swags. El diseño impactó por su opulencia. Para la gala del teatro Colón, ese mismo día por la noche, confió en la
firma Natan con un vestido de seda con flores bordadas, manga larga y falda a la rodilla, cuya autoría es de Edouard Vermeulen. Fue luego de la gala que Máxima dio nota de su estilo despojado al visitar una heladería de Barrio Norte, haciéndose lugar para disfrutar su “Buenos Aires querido”. En ese sentido, lo primero que hizo fue encontrarse con su madre, María del Carmen Cerruti Carricart. En el último tiempo, Máxima intento estar lo más cerca posible de “Pomi”, luego de la reciente muerte de su hermana Inés, y de la de su padre, Jorge Zorreguieta, el año pasado.
Desde Holanda, Máxima participó de la organización de la reunión con sus ex compañeras de secundario para festejar los 30 años de egre-
sadas del colegio Northland. Finalmente, ocurrió el miércoles 28 por la noche en el Winifred Brightman Hall, el salón de actos del colegio que lleva el nombre de una de las fundadoras de la institución. Además, entre sus salidas fuera de protocolo, comió sushi en Palermo y visitó el Boating Club de Beccar.
El sábado 1, despojadas de la intensidad de los eventos más rígidos, Máxima y Juliana se reunieron en el Museo de Arte Latinoamericano para la segunda actividad correspondiente al “Programa de Acompañantes”, donde se vivió el clima familiar impuesto por las primeras damas. Como ya es habitual, la Reina repitió el diseño de la colección “ready to wear” del modisto nacido en Egipto, Elie Saab, que había utilizado en octubre del año pasado durante su visita de Estado a Portugal y en el casamiento de Filipos Lemós y Mariana Goulandrís, en Grecia. Se trata de un vestido de encaje con forro corto, mangas largas y falda midi, que también fue elegido por Victoria de Suecia para el bautismo de su hijo Oscar.