“MI VERDADERA EMPRESA ES LA FAMILIA”
CARLOS SCHUSTER: EL GRAN MAGNATE “FOODIE”
Su nombre resuena cada vez que una fecha especial o celebración se avecina. Y sin reparar en el exigente número de comensales o en los ajustados tiempos de elaboración Carlos Schuster (62), sinónimo de calidad y profesionalismo gourmet con casi setenta años en el mercado, se cerciora de que un elaborado menú estará a la altura de las circunstancias. “El balance que siempre saco es que hay que trabajar sin creérsela y tener humildad. Hoy miro para atrás y veo los logros que no solamente tienen que ver con el dinero: se trata de crear familia trabajando con gente hace más de 40 años. Mi verdadera empresa es mi familia”, reconoce la cara visible de “Schuster Catering” que en un parate en su servicio gastronómico, que atiende él mismo “los 365 días del año, de lunes a lunes” , recibe a CARAS en su casona de fin de semana en Nordelta. “Trato de venir los sábados y siempre estoy haciendo algún deporte. Toda la vida hice fútbol,
tenis y después me dediqué al triatlón porque me encanta correr, lo hago todos los días. También me relaja jugar golf y a eso de las 4 ya me voy para continuar con los servicios. Soy el primero en llegar y el último en irme”, aclara.
Criado en un templo de barrio, ya que su padre se ganaba la vida como portero del lugar, el empresario que comenzó lavando platos como ayudante de cocina para apoyar el negocio familiar, además de desempeñarse como mozo, hoy le transmite esa misma cultura del trabajo a su esposa y sus herederas mujeres. “Viviana, mi mujer, es el alma mater del negocio y la que lleva todas las cuentas del local. Mi hija “Jacqui” maneja la parte administrativa y “Stefi”, que me hizo abuelo de Franco, mi primer nieto, todo lo que es venta”, comenta quien hoy elige volcar cada detalle de su legado en un libro que, anticipa, revivirá sus orígenes en la gastronomía. “Muchas veces digo que nací en una olla de sopa”, piensa en voz alta y adelanta parte del material que a mitad del año que viene quedará inmortalizado en el papel: “Esta empresa familiar comenzó con una casita muy humilde donde vivían mis dos abuelas y un día mi padre dejó la portería y le compró un departamento a ellas. Así empezó “Schuster”, que hoy es una de las esquinas más importantes”.
Hombre de mundo y como buen “Bon Vivant”, goza de los grandes placeres de la vida tales como pasearse en su vistoso Cobra negro descapotable, viajar en busca de las últimas tendencias “foodies” y coleccionar prendas de las grandes firmas como Louis Vuitton o Gucci. “La tendencia para mí es fun-
damental, en la comida, en vestirse, trato de ir a los mejores restaurantes del mundo y con la moda estoy muy atento. Me gusta estar a la vanguardia y cuando viajo algo compro porque acá nunca tengo tiempo”, argumenta.
Workaholic nato, sabe que la salud es lo primero y así lo reflejan sus hábitos: asiste al nutricionista una vez a la semana, se alimenta a base de una dieta saludable y practica la medicina preventiva, conducta que lo hizo detectar a tiempo un tumor maligno que, cuenta aliviado, le extirparon a tiempo. Empresario, padre y abuelo, con una primera nieta mujer en camino, se enorgullece al recapitular la historia que empezó a escribir su padre, fallecido hace 6 meses a los 94 años y que le dio como recompensa participar de la Cumbre del G20 en presencia de Donald Trump. “Iba a atender también a Ángela Merkel que no pudo llegar por un problema con el avión pero se que ella hizo saber que es fanática del alfajor y del dulce de leche argentino. Fue un lujo, como también cuando atendimos a Lady Di en la residencia de Olivos o a Nelson Mandela en Ushuaia. Nuestro sello es nuestro orgullo”.
“La tendencia para mí es fundamental, en la comida, en la indumentaria, trato de ir a los mejores restaurantes del mundo y con la moda me gusta estar a la vanguardia”.