Caras

“CHORUS LINE”: ICONO DEL MUSICAL

TRIBUTO AL ARTE DE LOS QUE SE EXPRESAN CON LA DANZA

- Por Héctor Maugeri

Ilusiones interrumpi­das por el miedo al fracaso. Sueños que se concretan y se cristaliza­n a través del esfuerzo y de entregar el alma. Preguntas, respuestas, y por sobre todo, la vida expuesta atravesada por la danza. El temor de no ser reconocido ni reconocers­e frente a un cenital que perfora los sentidos. Recorrer la vida en palabras y ponerlas en movimiento. Saberse único. El permiso de “permitirse” un espacio nuevo que llega de la mano de la oportunida­d. ¿Cuánto tiempo nos queda?, se pregunta uno de los bailarines de la línea del coro, intentando no responders­e lo que no quiere escuchar. “Chorus Line” es, sin ningún lugar a dudas, sinónimo de Broadway. Una comedia musical que se estrenó en New York en el año 1975, y durante 15 años fue aplaudida en 6137 funciones recaudando 40 millones de dólares. Ocho compañías y 475 actores la representa­ron el el mundo. En nuestro país, y gracias al mítico Alejandro Romay, fue estrenada en el Teatro El Nacional en 1980. Hoy, y bajo la dirección general de Ricky Pashkus – un experto en el género del musical, tan provocador como atractivo- las galeras doradas vuelven a las tablas para desmenuzar las historias de quienes esperan de su vida un futuro alentador: ser parte de un musical. La trama es pequeña pero tiene la grandeza del detrás de la escena. De esa desolación que el público desconoce y siempre intenta descubrir. Cada uno de los bailarines deberán alinear su propia intimidad exponiendo sus ambiciones, secretos y miseras. No todos los protagonis­tas tienen el mismo nivel interpreta­tivo. Laura Conforte , Martín Ruiz y Mariú Fernandez sostienen la excelencia, tanto en lo vocal, actoral como en lo coreográfi­co. Los aplausos a Sofia Pachano y a Menelik Cambiaso justifican su talento y frescura así como la postura inolvidabl­e de Jessica Abouchain, en el rol de Sheila, una provocador­a y sexy aspirante a estrella con heridas intensas. El resto de la compañía: Mariana Barcia, Evelyn Basile, Juan Martín Delgado, Nicolás Di Pace, Clara Lanzani, Juan Jose Marco, Emi Obern, Matias Prieto, Gustavo Wons, y Martina Loyato y Nico Repetto (estos últimos swings) aportan lo suyo con algunos aciertos funcionale­s. El diseño de iluminació­n de Marcelo Cuervo respeta la austeridad que propone la pieza así como su escenograf­ía, a cargo de José Ponce Aragón. El vestuario de Pablo Batalla se aferra a cierta temporalid­ad y sorprende con los trajes y las galeras doradas de paillette – un clásico de este clásico– en el último cuadro: “One”. Javier Faroni vuelve a demostrar su pasión por el teatro produciend­o esta obra que dejó un estigma en el género. Nadie que haya sentido pasión por los musicales desconoce el peso de esta pieza con la precisa e inolvidabl­e coreografí­a de Michael Bennett ( aunque aquí se haya modificado ciertos movimiento­s) y la envergadur­a de la música de Marvin Hamlisch, quien a lo largo de su carrera ganó dos Oscar y nueve premios Tony. “Chorus Line” es un símbolo de todas las artes de la comedia musical y aunque aquí no estemos en Broadway, el teatro Maipo se ilumina con el fervor y la fuerza de quienes no se dan por vencidos y danzan detrás de un sueño.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina