PRINCIPITOS “ROCK STAR”
LOS MELLIZOS DE MONACO
El pequeño y lujoso principado de Mónaco recuperó la alegría y el glamour que supo distinguirlo en su época dorada con Grace Kelly en el trono. Y, todos aseguran, que el renovado aire fresco que invadió a la tradicional familia Grimaldi se lo deben a los mellizos Gabriella Teresa María y Jacques Honoré, que el 10 de diciembre celebraron sus 4 años bajo la atenta y feliz mirada de sus padres, el príncipe Alberto II (60) y la princesa Charlene (41). Los pequeños se convirtieron en los “mimados” del palacio y en el gran atractivo de cada acto oficial que presiden sus padres. Los mellizos estudian en la “Petite Ecole” del Puerto de Mónaco, donde reciben educación basada en el método Montessori (que defiende que en la primera etapa de la vida es crucial que el niño aprenda a través de sus propios experimentos y de una forma autónoma), sólo consumen comida orgánica y practican yoga.
“Son niños libres, llenos de vida y con demasiada energía. Jacques es reservado y Gabrielle no tiene miedo a nada. Son muy unidos; independientes de nosotros toman entre ellos solos sus propias decisiones. No se les puede imponer nada porque estallan en verdaderos escándalos si intentamos obligarlos a hacer algo que no quieren. Son tan activos que hay que estar buscándole actividades todo el tiempo”, confió su madre, quien ya también les enseñó a nadar con la técnica “drownproof”.
Por sus travesuras y espontaneidad, Gabriella y Jacques hoy son los “principitos mimados” por toda Europa. En cada evento o acto oficial ellos se “encargan” de romper con los aburridos protocolos que impone el Palacio y, en lugar de ganarse un reto y una penitencia, rápidamente obtienen la gran y orgullosa sonrisa de su padre. Como para no desilusionar a nadie, en su última aparición pública volvieron a ganarse todos los aplausos. Junto a sus serios y formales padres, los melli-
zos llegaron a la inauguración del complejo de tiendas de lujo “One Monte Carlo”, del que su madre sería la madrina, y que está ubicado en el barrio que lleva el nombre de su padre. La princesita con botas, falda campana con flores, campera de cuero y oscuras gafas. El principito con jeans, remera, campera de cuero tipo aviador, zapatillas y lentes. Al mejor estilo “rock star” subyugaron a todos. Con grandes sonrisas, sus rubios cabellos impecablemente peinados, y Gabriella con un ramo de mimosas, narcisos y rosas en su mano, hicieron todas sus monerías ante las cámaras. Lejos de la timidez de su madre, luego reclamaron su “pago”: pastel de fresas, cerezas y naranja para ella y de chocolate para el principito.