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CACHO CASTAÑA: ORFEBRE DE EMOCIONES

PRESENTO “DISTINTO” Y SE CONSAGRO CON SU MISTICA MUSICAL

- Por Hector Maugeri

Entender la poesía de Cacho Castaña es reconocers­e sensible y porteño. Es entender que existe un vínculo inquebrant­able con la vida, y que en ese transitar, los dolores de la pasión, las pérdidas y las esperanzas, se encuentran con los fantasmas de la desolación, y hasta con la propia muerte, en un cafetín cualquiera de una esquina de Buenos Aires. La épica de este autor y cantante nacional tiene la fuerza de su propio himno. Y una bandera, y un tango, y una voz ronca por el tiempo comulgan con lo más preciado que se puede esperar de un espectador: un pacto de fidelidad, de comunicaci­ón íntima y de códigos, que éste hombre que vivió todo y más, desnuda frente a un público que lo sostiene, como él sabe sostener sus poemas en canciones populares. Esas que uno canta sin proponérse­lo, por el sólo hecho de que saben contar sueños o vergüenza. “Disntinto”, es el título que Cacho eligió para bautizar a su último CD – donde interpreta canciones emblemátic­as de autores conocidos, y muy sentidos por él– y fue el inicio del concierto que presentó en el Teatro Gran Rex junto a los músicos Rafael Varela, Luis Alberto Valcoff y Pablo Marquez donde interpretó “Que será de Tí”, “Sólo se Trata de Vivir”, “No hago Otra Cosa que Pensar en Ti”, y “Vos”, la versión de “She” de Charles Aznavour. Si bien las 3.262 personas que asistieron (sold out) aceptaron su nueva propuesta con un respeto de culto sepulcral, sólo cuando llegó su banda – de impecable calidad artística– e inició su repertorio con “Cacho de Buenos Aires”, “Traficante”, “Todavía Puedo” “Café la Humedad” y “Espalda con Espalda”, los estallido de gritos, aplausos y desbordes de admiración, se hicieron sentir y replicar en lo que ya parecía una cancha de fútbol con mujeres atajando penales de amor y marcando la cancha para quedarse. La presencia de Adriana “La Gata” Varela – su gran amiga, y en cierta medida, una de sus musas– le dio un color de mayor intensidad al repertorio. Jugaron con sus propias historias y mantuviero­n un diálogo con la gente tan desopilant­e como estremeced­or. Se sumó Palito Ortega, para cantar juntos “Sabor a Nada” y rendirle un tributo a Sergio Denis con “Te quiero Tanto”. Para el final, este cantautor de 76 años que sabe pelearle a la vida, y agradecer su presencia al Universo, se reservó “Ojalá que no Puedas”, “Apareciste Tu” y uno de los temas que simbolizan la esencia de este genio, loco, y atorrate: “Septiembre del 88”. El llanto y las ovaciones no se hicieron esperar. El abrazo de su gente le dio una dosis de oxígeno y así, como si se tratara de un oráculo de emociones compartida­s, Cacho se despidió al ritmo de la bailanta, coronando una de las noches más emblemátic­as de sus 50 años de su carrera. “Este quizás sea mi último show”, dijo, pero Dios sabe lo que hace y lo que hace Cacho tiene el vuelo de los ángeles que sólo hablan – o cantan– a través de las bendicione­s.

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