La importancia del olfato en los niños
El olfato comienza su desarrollo en la séptima semana de gestación del embrión y en la décima semana aparecen los receptores para la olfación. Es decir que desde el útero a través del líquido amniótico se familiariza con los olores de su madre.
Todo el mundo nace con algún talento especial y Eliza Sommers descubrió temprano que ella tenía dos: buen olfato y buena memoria. El primero le sirvió para ganarse la vida y el segundo para recordarla… Isabel Allende.
Esta pequeña capacidad olvidada en la pirámide aristocrática de los sentidos, cuyos receptores se encuentran ubicados en la mucosa olfatoria situada en el techo de las fosas nasals, tiene una superficie de 1 cm2. Allí se encuentran las neuronas olfatorias que conducen y transforman a los odorantes en información para ser procesada en nuestro cerebro, como agradable o desagradable.
En este sentido, lo que percibimos a través del olfato, permanecerá asociado a los recuerdos, nuestra memoria olfatoria. Es un sentido químico de supervivencia, de enamoramiento, de alegrías, de tristezas. Nos protege del peligro (incendios, alimentos en mal estado). Nos permite el deleite de los alimentos ya que el sabor de las comidas corresponde un 80% a olfato y un 20%, al gusto.
Razón por la que es muy importante en la primera infancia prestar atención a su alteración ya que muchas veces es precursor de determinadas entidades hormonales —Hipogonadismo hipogonadotrófico asociado a alteraciones del olfato, infertilidad—, algunos estudios también demuestran su relación en los niños con trastornos del espectro autista (TEA), ya que responden de forma diferente a los malos olores que los niños normósmicos, colaborando con su diagnóstico a través del olfato.
Desde los cinco años los niños son capaces de tomar decisiones emocionales
y sociales gracias a su olfato. Este sentido continúa su desarrollo hasta los 8 años de edad aproximadamente, alcanzando así su máximo nivel y los relaciona perfectamente entre sí con el gusto, la visión y el tacto.
Se hace hincapié en la importancia de diagnóstico precoz en la alteración del olfato en los niños si comienzan con alteraciones en los hábitos de la alimentación. Se aconseja consultar con su médico otorrinolaringólogo infantil ya que algunas veces luego de traumatismos de cráneo, o cuando el tejido adenoideo ubicado detrás de la nariz aumenta de tamaño, así como en las patologías alérgica interfieren en su correcto funcionamiento contribuyendo asu alteración.
Entre los odorantes favoritos, además de los olores corporales de sus padres, están los de las flores, algunos tipos de frutas —banana, frutilla y vainilla—, chocolate. Y entre los más desagradables, tabaco, productos de limpieza, ajo, cebolla y comida quemada.
Entonces… ¿Cómo me doy cuenta si mi hijo tiene problemas en el olfato? Propongo hacerlo a través del juego con sus hijos, por ejemplo, mostrándoles diferentes olores agradables y desagradables, asociados a emoticones de carita feliz, enojado y a partir de los 2 años de edad para que el niño identifique. Hay que tener en cuenta que cada niño tiene su ritmo de desarrollo madurativo propio, el cual hay que respetar. Siempre estimularlo para que aprenda a distinguir. Como padres, si notamos que entre los 3 a 6 años no reconocen determinados olores simples, se debe consultar con su médico.