Caras

“MI NIETA ME DEVOLVIO LA SONRISA”

GLADYS CABEZAS CON IARA

- Por Fabián Cataldo

Aveces, la sonrisa se pierde para siempre cuando la vida golpea duro, con grandes tragedias e injusticia­s. ¿Quién puede culpar a esas almas por no poder reponerse y permanecer sombrías por el resto de los días? Pero en algunas oportunida­des, vienen al mundo “lucecitas” que se empecinan en darle batalla a la tristeza, y se plantan frente a la amargura que reina en su familia. Gracias a estos seres luminosos, las víctimas son menos víctimas, y los sobrevivie­ntes se convierten en guerreros que recuperan la alegría. En la madrugada del sábado 25 de enero de 1997, el fotógrafo de la revista “Noticias”, José Luis Cabezas, salió de una fiesta en Pinamar organizada por un empresario postal. A las cinco de la mañana, un grupo de desconocid­os lo esperó frente al departamen­to en el que vivía sobre la avenida Bunge. Lo secuestrar­on y lo llevaron a las afueras de la ciudad donde le dispararon dos balazos e incendiaro­n el vehículo con su cuerpo adentro. Ese vil asesinato no sólo se convirtió en un símbolo de lucha y libertad de expresión, al grito de “No se olviden de Cabezas”, sino que fue una verdadera “bomba de destrucció­n masiva” en el seno de la familia. “Digerir lo que pasó es imposible. Yo sigo soñando con mi hermano. Hacemos locuras juntos en los sueños. Para mis padres fue tremendo, imaginate, era su hijo. Yo los admiré siempre, con esa voluntad para ir a los juzgados, la paciencia que tuvieron... Esta casa me la compraron ellos, y cuando falleciero­n me vine a vivir acá. El otro día, haciendo limpieza, encontré la carta de la banda ‘Los Horneros’ pidiéndole perdón a mis viejos. Y yo ahora estoy peleando con el Colegio de Abogados que le dio una matrícula a un tipo como Gustavo Prellezo (el autor material del homicidio), para ejercer como letrado. Mis padres nunca los perdonaron. Son los asesinos de José Luis, otro nombre no tienen”, dice Gladys Cabezas (59), en

su departamen­to del barrio de Balvanera, donde recibió a CARAS. Ella declaró: “Mis viejos (Doña Norma y Don José) se fueron desgastand­o. Mi papá falleció hace siete años, a los 70, sentado en un sillón mirando el cuadro de su hijo y diciéndole: ‘¿Por qué te fuiste a Pinamar? ¿Por qué te fuiste a trabajar?’. Murió de tristeza. Mamá estaba internada en un geriátrico. A veces nos conocía, a veces no. Ya se había olvidado de que era la mamá de José Luis Cabezas. Estaba como ida. Intentó matarse tres veces. Murió hace tres años, a los 71. Mis viejos murieron de tristeza, no querían vivir más”, agrega.

El reportero gráfico asesinado dejó huérfanos a sus tres hijos: María Agustina (28), Juan Ignacio (27) y Candela (22) —que ese día trágico tenían 6 años, 4 años y apenas 6 meses de vida, respectiva­mente— y viuda a su esposa, María Cristina Robledo. “Los hijos de José Luis, cuando eran chiquitos, estaban enojados con su papá porque ‘se había ido’. Recién ahora lo pueden ver un poco más claro. Candela era una bebé, ni se acuerda, lo único que hace es preguntar quién era su papá. La ex mujer de José Luis (María Lucía Kalaydjian) y Cristina se tuvieron que abocar a la crianza de sus hijos. Cristina se fue a vivir lejos (a España). Hizo su vida en otro lado y la admiro, porque fue muy duro empezar de cero en otro país. Todos los años vienen a Buenos Aires y nos encontramo­s”, comenta Gladys en una entrevista que se anticipa a las fotos, en la espera de la llegada de “la lucecita” que le devolvió la sonrisa: su nieta Iara (11).

Gladys está en pareja con Miguel Angel (73), y tiene tres hijos: Diego (37) —padre de Iara y ahijado de José Luis—; Sebastián (31) —padre de los otros dos nietos de Gladys, Vitto (10) y Donatto (3)— y Marianela (28). Quien se pusiera al frente de la búsqueda de justicia para su hermano, reconoce que convertirs­e en abuela la ayudó muchísimo a “seguir adelante”. “A mis padres los llamaban ‘abuelitos vieji

“El padre de Iara es mi hijo Diego, ahijado de José Luis.”

tos’, y a mí, mis nietos me llaman ‘Baba’ o ‘Abu’. Cuando estoy mal, veo a mis nietos y se me pasa todo. Los llevo al pelotero, juego, bailo con ellos. Mis nietos me salvaron. Por ejemplo, el otro día me desperté llorando porque había soñado con mi hermano y hay cosas que todavía me angustian… Al otro día vinieron mis nietos a casa, festejamos el cumpleaños de Iara y me volvieron a sacar una sonrisa, esas ganas de vivir. Siento que ellos me aman y yo los amo a ellos. Cuando estamos juntos, se crea una especie de ‘cono’ y estamos nosotros adentro, y nos ponemos a jugar a lo que sea, a bailar. Juntos somos felices—confiesa Gladys frente a dos enormes retratos, uno de su padre y otro de su adorado hermano menor asesinado—. Cuando pasó, nosotros nos enteramos por la radio. Lo primero que pensé es que se me moría mi viejo, porque sufría del corazón. La conducta de mi hermano y mía se formó en base a lo que era mi papá. Eso de ser tan buena persona, de tener tantos valores. Yo ni loca quería salir en TV, me acuerdo que al primer programa que fui fue al de Mauro Viale. Ahí empecé, porque alguien tenía que salir a hablar. Mis viejos estaban muy heridos, le habían matado a su hijo. Las chicas tenían a los nenes chiquitito­s. Tuve que hacerlo yo, era mi hermano, el que jugaba conmigo, el que se crió conmigo”, afirma.

Gladys Cabezas parece otra mujer cuando se ríe. Está en la plaza de su amada Balvanera y posa junto a Iara, su primera nieta. Dice que salir en la tele por lo de su hermano la ayudó a perder el “pánico escénico”. Por eso empezó a tomar clases de teatro con el actor Daniel de Vita. Además de ser docente y psicóloga social, ahora además está estudiando Grafología. Como su abuela, Iara también explora los escenarios: la niña está en sexto grado y además estudia flauta traversa, Comedia Musical y en la Escuela Nacional de Danza. “Para que se duerman mis nietos siempre les canté las canciones de María Elena Walsh. Iara a veces estaba en su casa y no se podía dormir, y los padres me llamaban para que le cante por teléfono y así se dormía. Si José Luis la hubiera conocido, le hubiese encantado. A él le gustaban mucho los chicos. Venía a mi casa cuando todavía no tenía hijos, y a mis chicos los hacía llorar porque les sacaba la PlayStatio­n y se ponía a jugar él. Era un niño más, los amaba. A Diego, su ahijado, habrá sido a quien más le sacó fotos. Y eso que no le gustaba sacar fotografía­s familiares. Era locura lo que tenía con su ahijado, su primer sobrino, mi primer hijo…”, afirma la mujer que actualment­e trabaja en la Dirección de Relaciones Institucio­nales del Ministerio de Seguridad

“Lo siento presente, me encanta saber quién fue. Soy consciente de que se transformó en un símbolo.”(Iara)

de la Provincia de Buenos Aires con Cristian Ritondo. “Me vinculo con lo que pasa con la policía en los barrios, casos de violencia, corrupción, no paro hasta ‘cerrar’ cada problema. Siempre estoy acompañand­o a la gente, siempre en las búsqueda de la Justicia. Yo me convertí en otra persona a partir de lo de José Luis”, agrega.

Luego de la producción fotográfic­a, y con una ronda de mates y sándwiches de miga de por medio, se genera un intercambi­o muy divertido entre la abuela y la nieta. ¿Qué le diría Iara a José Luis si lo hubiera conocido?: “Le preguntarí­a cómo es cada uno de los famosos a los que le sacó fotos. Sería re cariñosa con él, todo el tiempo besuqueánd­olo”, contesta Gladys. Y… ¿Cómo le explicó a la niña lo que sucedió con su tío abuelo?: “Diciéndole que gente mala lo mató, por eso lo de las marchas y lo de salir en la tele”. Cuando llega el turno de contestarl­e al periodista de CARAS, Iara (a quien su abuela define como una “buena personita”) se muestra muy desenvuelt­a: “Me gusta mucho el ballet de Beethoven y desde los tres años participo de la murga ‘Los Desconocid­os de Siempre’ de Almagro. Lo disfruto mucho. Entre los artistas que admiro está Lali Espósito. Me gusta ir al teatro, hace poco fuimos a ver a ‘Panam’ y me encantó”, asegura.

Bajo la mirada conmovida de su abuela, Iara sigue hablando con una gran madurez, y hace emocionar a todos. “Me encantaría también hacer un curso de fotografía, me súper gustan las fotos que hizo mi tío abuelo José Luis, porque expresan mucho arte. Me encantaría que José Luis Cabezas esté acá y me acompañe en cada etapa de mi vida, pero bueno… Lo siento muy presente, me encanta saber quién fue y qué cosas hacía. Soy consciente de que se transformó en un símbolo —confiesa Iara, tomándole la mano a Gladys—. Sé que le traje mucha alegría a la familia. Si pudiera escucharme José Luis le diría que su hermana está luchando un montón para que se haga Justicia; que lo quiero mucho y nunca dejamos de pensar en él”, concluye la nieta de Gladys Cabezas.

 ??  ?? La hermana de José Luis Cabezas, el reportero gráfico asesinado hace 22 años, recobró la alegría desde que es abuela, luego de tantos años de lucha por una Justicia que nunca llega.
La hermana de José Luis Cabezas, el reportero gráfico asesinado hace 22 años, recobró la alegría desde que es abuela, luego de tantos años de lucha por una Justicia que nunca llega.
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 ??  ?? Iara estudia Comedia Musical, baila en la Escuela Nacional de Danza, integra la murga “Los Desconocid­os de Siempre” de Almagro, y admira a Lali Espósito y a Laura “Panam” Franco. Gladys y Iara junto a Diego (padre de Iara); Marianela (otra hija de Gladys); Miguel Angel (pareja de Gladys); y Giovana (madre de Iara).
Iara estudia Comedia Musical, baila en la Escuela Nacional de Danza, integra la murga “Los Desconocid­os de Siempre” de Almagro, y admira a Lali Espósito y a Laura “Panam” Franco. Gladys y Iara junto a Diego (padre de Iara); Marianela (otra hija de Gladys); Miguel Angel (pareja de Gladys); y Giovana (madre de Iara).
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 ??  ?? Abuela y nieta “no se olvidan de Cabezas”. Gladys, que mostró una foto junto a su hermano menor de cuando eran bebés, sigue su batalla ante la Justicia; y Iara, que no conoció a su tío abuelo, proyecta estudiar fotografía y ser tan creativa como José Luis.
Abuela y nieta “no se olvidan de Cabezas”. Gladys, que mostró una foto junto a su hermano menor de cuando eran bebés, sigue su batalla ante la Justicia; y Iara, que no conoció a su tío abuelo, proyecta estudiar fotografía y ser tan creativa como José Luis.
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