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“AGUSTIN TIENE HASTA GESTOS DE SU ABUELO”

SILVIA MONZON Y SU HIJO

- Por Kary López (producción: Sol Miranda)

Son dueños de un apellido que remite al ídolo; al campeón que nació en la pobreza extrema y logró tener el mundo a sus pies. Pero también al hombre que fuera condenado a 11 años de prisión por el homicidio de su segunda esposa, Alicia Muñiz, y a ese“padre excelente y hombre solidario, alguien que cumplió y pagó por el error que cometió”, según confiesa Silvia (55), la hija del boxeador santafecin­o y quien hoy revive mucho del pasado tras el estreno de “Monzón”; la serie de Space que recrea la vida de su padre, Carlos Monzon, y en la que su hijo Agustín (18), con un increíble parecido con su abuelo y deseos de ser actor, pudo participar.

“Me hubiera gustado conocer a mi abuelo. Y que ahora una productora me pueda contar su historia de una manera que se me hace más fácil imaginarlo, viéndolo en un set y con todo el trabajo de investigac­ión que hicieron, me parece súper copado. No hay que naturaliza­r la violencia. Porque así es como creció mi abuelo, lo que conocía y fueron sus orígenes”, se sincera Agustín, quien hace sólo tres meses dejó la casa familiar de Santa Fe para instalarse en Buenos Aires. Hoy vive en una pensión, trabaja como bachero en una cervecería y estudia actuación con Claudio Tolcachir, porque ese, dice, es su gran sueño. Por eso cuando supo que la serie era un hecho y que buscaban jóvenes actores con parecidos a Monzón, no lo dudó y se presentó al casting: no quedó

por ser muy chico, pero sí pudo participar de la ficción y visitar el set junto a su mamá.

“Una de las cosas por las que accedí es porque quiero que las nuevas generacion­es conozcan al deportista, lo que él fue”, admite Silvia. Tanto ella como Agustín han sido invitados a eventos del Consejo Mundial de Boxeo. “Y cuando la vieron a mi mamá, figuras como Floyd Mayweather o Mike Tyson se le arrodillar­on y le dijeron ¨vos sos la hija de la leyenda¨”, agrega Agustín, el menor de los tres hijos que Silvia tuvo con “Pepón” Goméz.

“Ya desde muy chiquito, Agustín era parecido a su abuelo, tanto en su forma de ser como en sus gestos. Siempre digo que Dios me lo mandó para hacerme acordar todo los días a mi papá ¡Hasta se cruje los dedos y usa la bata no con plantufas sino con zapatos tal cual su abuelo! Yo fui su única hija mujer y porque teníamos una relación muy especial y pasamos momentos increíbles a mis hijos siempre les quise sembrar el amor por su abuelo”, afirma Silvia, quien pese a la críticas sostiene que su padre no tuvo la intención de matar, sino que se trató de un accidente, una tragedia.“A mis hijos les dije lo que creo y estoy convencida que pasó, respetando siempre otras opiniones. Esto sucedió hace más de 30 años y realmente es algo muy duro y triste para las dos familias; porque fueron dos familias las que quedaron destruidas”, dice al respecto.

“Familias que a vos te tocó reconstrui­r”, le recuerda Agustín a su madre y artífice del reencuentr­o

que la familia logró, con los años y mucho amor, con Maximilian­o, el hijo que Monzón tuvo con Muñiz y a quien el boxeador jamás volvió a ver. “Mi papá lo amaba con locura. Disfrutó con él lo con que con nosotros no pudo. Sólo uno sabe como familia el dolor y lo que fue sobrelleva­r todo aquello. Hoy deseo que a las mujeres se las respete en sus derechos y que no haya violencia de género. Desde chica mi apellido me ha pesado: pero lo supe llevar aunque hubo veces en las que la pasé mal. No quiero que eso le ocurra a mis hijos. Por eso es difícil verlo a Agustín en un programa y que se toque el tema. Mi hijo terminó la secundaria y me dijo “Mamá me voy” y fue durísimo para mí. Le dije que si ser actor era lo que quería lo iba a apoyar aunque no le fuera fácil, porque yo sabía todo lo que se venía”, asegura Silvia, entre lágrimas.

“Pero cuando me preguntan si me pesa mi apellido, yo les digo que no, que yo lo llevo con orgullo porque eso me transmitió mi mamá. Ella me educó con la la idea de que con esfuerzo las cosas se consiguen y que hay que animarse a soñar. Y en ese sentido qué ejemplo más claro que el de mi abuelo, que pasó de no tener comida y tener que laburar de muy chico a llegar hasta adonde llegó”, expresa Agustín, conmovido y mientras toma de la mano a su mamá para contenerla.

Sin soltar a su hijo, Silvia describe los días de su infancia junto a Monzón: “Yo crecí en un hogar violento, en el que mi papá y mi mamá se pegaban porque esa era su forma de vida. Ellos venían de un ¨Sálvese quien pueda¨ y se defendían como podían. Mi mamá (“Pelusa”) salió de su casa a cuidar chicos a los 12 años y mi papá a los

14 ya estaba en la calle. Ella tuvo 11 hermanos y mi padre, 14. Después de sus peleas mis papás se arreglaban y al otro día estábamos todos comiendo en la mesa como la familia Ingalls. Estábamos acostumbra­dos a eso. Y aún así, sin educación, ellos se esmeraron para darnos lo mejor que pudieron”

Y sobre el pasado, prosigue: “¿Si lo perdoné por su amor con Susana? (Giménez) Mi papá se fue de mi casa cuando yo era chica, pero nunca cortó ese vínculo con nosotras. Fue un padre excelente, siempre estaba pendiente de nosotros y aunque crecieron juntos con mi mamá teniendo una vida muy dura, hoy ella sigue hablando de mi papá con el amor con el que lo conoció. Ella se casó con mi papá a los 15 años, me tuvo a los 16 y pasaron de todo juntos. Él siempre nos decía que si de algo podíamos estar seguros es que mientras viviera nunca nos iba a faltar nada. Hoy estoy con la conciencia tranquila y con el corazón en paz porque con mi papá hice lo que tenía que hacer: lo acompañé siempre y estuve con él hasta el último día. Entre nosotros no hubo reproches, ni yo tampoco me quedé con nada por decirle. El nunca se olvidó de sus orígenes. Tenía valores y de eso le hablé siempre a Agustín”, asegura Silvia, quien logró reponerse de un cáncer de mamá y en 2014 fue invitada por Susana al evento en el que presentaro­n la versión remasteriz­ada de “La Mary”, filme en el que se conocieron la diva y su padre. Enterada que Silvia había perdido su cabello tras las sesiones de quimiotera­pia, la conductora le obsequió una peluca. “Con el tiempo entendí que ellos tuvieron un gran amor”, concluye Silvía, hoy en paz con todo lo vivido.

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 ??  ?? La hija de Carlos Monzón habla del vínculo que tuvo con su papá y sobre cómo reconstruy­ó a su familia. Su hijo Agustín quiere ser actor y ya participó en “Monzón”, la serie sobre el boxeador.
La hija de Carlos Monzón habla del vínculo que tuvo con su papá y sobre cómo reconstruy­ó a su familia. Su hijo Agustín quiere ser actor y ya participó en “Monzón”, la serie sobre el boxeador.
 ??  ?? “Cuando me preguntan si mi apellido me pesa, les digo que no. Lo llevo con orgullo porque eso me lo transmitió mi mamá.” Agustín tiene 18 años y dejó la casa familiar en Santa Fe para venir a Buenos Aires y estudiar teatro.Trabaja de bachero en una cervecería y comparte su habitación en un hostel de Almagro. Se presentó al casting para interpreta­r al boxeador.
“Cuando me preguntan si mi apellido me pesa, les digo que no. Lo llevo con orgullo porque eso me lo transmitió mi mamá.” Agustín tiene 18 años y dejó la casa familiar en Santa Fe para venir a Buenos Aires y estudiar teatro.Trabaja de bachero en una cervecería y comparte su habitación en un hostel de Almagro. Se presentó al casting para interpreta­r al boxeador.
 ??  ?? “Me hubiera gustado conocer a mi abuelo. Con la serie se me hizo más fácil imaginarlo.” Perseguir un sueño, al igual que su abuelo. Por eso, dice Agustín, dejó su zona de confort y vino a probar suerte a la capital. También quiere conocer a Susana.
“Me hubiera gustado conocer a mi abuelo. Con la serie se me hizo más fácil imaginarlo.” Perseguir un sueño, al igual que su abuelo. Por eso, dice Agustín, dejó su zona de confort y vino a probar suerte a la capital. También quiere conocer a Susana.
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