MAXIMAY GUILLERMO: LA DEBILIDAD DE ISABEL II
CONDECORADOS
El desembarco de los reyes de Holanda en Inglaterra volvió a “robarle” una sonrisa a Isabel II (93), mueca que precisamente no caracterizó sus sesenta y seis años en el trono. Pero entre las monarquías europeas ya es conocida la debilidad que la inglesa siente por Máxima (48) y Guillermo (52) y a nadie llama la atención los gestos cariñosos con los que recibe a la pareja real, sobre todo a ella. En Buckingham comentan por lo bajo que le hubiera encantado que alguna de las esposas de sus nietos se le pareciera, ya que considera que ella se encargó
de modernizar la corona holandesa —aseguran que en la intimidad la señala como “la gran reina del siglo veinte” y sólo por Máxima rompió el protocolo en su anterior visita y se dejó besar por ella— y así ganarse el amor de su pueblo. No como su propia familia que con sus gestos cotidianos cada día despierta más antipatías entre los plebeyos. Por eso revelaron que disfrutó más que nadie la emocionante celebración en la que el rey holandés fue condecorado con la Orden de la Jarreta (liga que hace 700 años los caballeros de la corte se ataban a la media o a la ropa interior por el jarrete). La máxima distinción que entrega la corona inglesa,
por protocolo, también le fue dada a Felipe VI (51) que, por supuesto, viajó con Letizia (46). Carruajes tirados por caballos, capas de pesado terciopelo azul oscuro y armiño, collares, gigantescos galones con flecos, moños, condecoraciones y sombreros con llamativas plumas blancas de avestruz, conformaron postales que parecían extraídas de páginas de libros de historias pasadas. Toda la pompa y tradiciones que ama Isabel II llenaron la añosa capilla de San Jorge. Pero más allá de la emotiva ceremonia de condecoración, una verdadera competencia femenina se desató en paralelo enfrentando a las tres Casas Reales más fuertes de Europa: la inglesa, la holandesa y la española. Y, a pesar de la estricta regla del protocolo que marca que las mujeres deben lucir “discretos” atuendos en tonos claros que no opaquen a los hombres, ellas rompieron una vez más todas las normas. Mientras Kate Middleton (37) acompañó a William (37) con un vestido/abrigo de la diseñadora Catherine Walker, en blanco con ribetes negros y cuello “bebé”, que completó con stilettos Prada, tocado negro by Lock&Co. con pluma rizada y unos pequeños pendientes de diamantes de Collingwood, Máxima llevó un vestido/capa, con solapa smoking, de Claes Iversen, en rosa, que
completó con un maxi cinturón y que a la hora del desfile aggiornó con un sombrero/plato con flores rosas y guantes en el mismo tono. El comentario a la llegada de las duquesas, además de sus looks, fue el gran “vacío” que le hicieron a Letizia, a quien no saludaron al descender del carruaje que compartieron al llegar a Windsor. Mientras las dos mujeres se mostraron entre amigables charlas dejaron a la monarca española fuera de su complicidad. Lejos de verse afectada por el desplante, Letizia se mostró inmutable, con un vestido blanco con diminuto estampado, modelo Didi, de la diseñadora sevillana Cherubina (cuyo valor es de 280 euros), que completó con un tocado de rafia negra bautizado “Black Peony”, con una flor peonía (quizás en homenaje a la desaparecida Lady Di, ya que era su flor preferida) en un lateral —que fue criticado y señalado como “un tocado digno de una
viuda”—, plumas de oca y redecilla de la misma creadora (de 240 euros), stilettos negros de Manolo Blahnik, clutch Jimmy Choo (modelo Clemmie, valuado en 1.250 euros) y aros de brillantes. Y, como para que semejante desplante resultara inadvertido, se alió en una larga conversación con Sofía de Wessex (54), la esposa del príncipe Eduardo (55), hijo menor de la reina Isabel II y el príncipe Felipe de Edimburgo (98). La duquesa de Cornualles, Camilla Parker (71) acompañó al príncipe Carlos (70) luciendo un vestido a la rodilla en rosa pálido con chaqueta, gran pamela de paja con flores, clutch de serpiente, y el llamativo toque de su collar de cuatro vueltas de perlas con camafeo y enorme
“Algunos testigos comentaron que el frío trato entre Letizia y Kate ya se viene repitiendo desde 2017 y marcando más sus diferencias.”
zafiro en su cuello.
Algunos testigos se animaron a comentar que el frío trato entre Letizia y Kate ya se viene repitiendo desde 2017 cuando la duquesa de Cambridge tuvo un mal gesto con la reina española durante una comida de gala y por eso se ganó un reto real al considerar, según el estricto protocolo inglés, que le “había faltado el respeto a una monarca”, según se lo habrían comentado luego. Mientras los más cercanos a la Familia Real británica argumentan que Middleton sufre grandes mareos en cada uno de sus recorridos en carruajes tirados por caballos que la llevan a experimentar fuertes nauseas y le provocan un enojo que no puede disimular.