“MIS NIETOS ME REJUVENECIERON”
CRISTINA DEL VALLE: UNA ABUELA “TODO TERRENO”
Asegura tener “Un poquito más de 70 años”. Se la ve radiante y luminosa. Su caminar es rápido al igual que su característica forma de hablar. Cristina del Valle es súper coqueta y dice que se maquilla hasta para ir a la farmacia. Con sus manos se arregla el pelo constantemente y lo mismo hace con su ropa. Le gusta verse impecable y así está. Como en este momento no se encuentra trabajando, aprovecha para disfrutar de sus nietos más chicos, Salvador (3) —hijo de Federico Levrino— y Renzo y Esmeralda (8), sus nietos del corazón, hijos de la mujer de “Fede”. Con ellos comparte gran parte de su día y no le esquiva a nada. Juegan en el piso, a la pelota, a lo que ellos quieran porque total, la abuela, está a su total disposición. “Mis nietos son maravillosos y tengo dos más grandes, Juana (20) y Lucas (22), que son de mi hijo Patricio Coutoune, de mi primer matrimonio. Ellos ya van a la facultad” , asegura la actriz, quien estos últimos años estuvo haciendo obras de teatro como “Flores de Acero”, “Nosotras que Nos Queremos Tanto” y, en televisión, interpretó a una persona con Alzheimer en la novela “Golpe al Corazón”, convocada por Sebastián Estevanez. “Ahora aprovecho para pasear mientras pienso qué voy a hacer con el trabajo”, aclara. —¿Cómo son sus nietos? —Fui abuela de muy joven y siempre los disfruté a full a Lucas y a Juana. Cuando llegaron los mellizos de la mujer de Federico, fue fantástico porque me rejuvenecieron. Son dos seres encantadores y tenemos una gran relación. Construimos un vínculo de amor muy profundo. Soy su abuela y a ellos les encanta estar conmigo. Nunca faltan a un cumpleaños y muchas veces se quedan a dormir en casa. Después llegó Salvador y gracias a Dios volví con él a mis primeros tiempos de abuela. Es un chiquito travieso, bullicioso, y siempre está con una sonrisa a flor de labios. Gracias a Dios tengo la vitalidad que me permite
compartir juegos con ellos. Pero esto fue también un trabajo de sus padres. Igual que yo que forjé un camino paralelo en la vida y por eso no extraño no trabajar porque eso lo hice con mis hijos.
—¿Qué significan sus hijos para usted?
—Son lo más importante. Son mi sangre, mi piel y mi vida entera. No hay un amor igual al que yo siento por ellos. Los amo más que a nada en este mundo y sin ningún tipo de condición.
Cristina comenzó su carrera con sólo 16 años como modelo publicitaria: “Todas las bebidas me tenían como protagonista para sus carteles publicitarios, que en esa época eran de chapa, y después continué haciendo publicidades pero ya como actriz”. —¿Tuvo formación actoral? —Estudié en el Conservatorio Nacional, hice Teatro Infantil en el Labardén, además soy profesora de piano, toco la guitarra y hasta pasé por el Teatro Colón hasta que un día le dije a mi mamá: “Soy de madera, no voy más”. Y lo mismo sucedió con el piano, que quedó en la casa familiar que se vendió.
—¿Con su vocación definida se dedicó totalmente a la actuación? —Fui protagonista de muchos ciclos, incluso de la primera novela, llamada “Nino”, de una hora, que se hizo en el país y recorrió Latinoamérica. La gente grande recuerda todo eso pero lo que más presente tienen es mi personaje de “El Groncho y la Dama”. Hugo Moser es mi hacedor en comedia y él mismo me dijo: “¡Vos lo vas a hacer!”Y así empezamos primero con “Los hijos de López”, “Los Hermanos Torterolo” y terminamos con “Matrimonios y Algo Más” y después “El Groncho y la Dama”, que fue un éxito total y se llevó al teatro.
Pero si bien siempre fue una actriz reconocida y exitosa, supo separar su vida laboral de la familiar. “Mis hijos me cuidan mucho y también me celan un poco. A Fede (Levrino) no le gusta que me exponga pero yo lo escucho y le consulto todo”. Dice que cada día se
levanta cantando y odia a quienes se despiertan de mal humor.
—La vida la golpeó duro en varias oportunidades. ..
— Con años de diferencia, el mismo día que ocurrió la tragedia de Claudio, mi nieto que estaba yendo a trabajar tuvo un accidente gravísimo. Estuvo en coma inducido. Con lo de Claudio estaba totalmente bloqueada porque fue algo terrible. Los periodistas inventaban cosas y yo por eso dejé la causa abierta para que vayan y vean. Fue un gran dolor y una pérdida enorme. También yo tuve enfermedades graves pero siempre me miré al espejo y dije “¡Hay que seguir para adelante!”. Y nunca me resentí con la vida, porque eso es sufrir. En cambio yo me alié a mis nietos, hice teatro y siempre estuve cerca de mis hijos porque en ese entonces eran muy chicos y tenía que luchar por ellos. Después estuve en pareja 20 años con Rubén (Green) que fue un excelente compañero, nos protegió y nos dio todo, tanto a mí como a mis hijos. Desde que él partió se terminó el amor para mí. Tuve tres excelentes maridos, todos ellos grandes personas que ocuparon un lugar muy importante en mi vida. — ¿Tiene vida espiritual? — Tengo mucha fe y soy muy católica. Voy siempre a la iglesia y a las misas, aunque cuestiono muchas cosas y se las digo en la cara al sacerdote. Soy defensora de la legalización del aborto y pertenezco al Colectivo de Actrices. Al cura le pregunté si no era peor un cura pedófilo que legalizar el aborto. Yo soy así. No me callo nada con tal de defender a la gente. Los curas ya me conocen. Además, hago terapia desde los 19 años.
—¿Se considera una mujer feliz?
— Si pero también tengo momentos. Cuando me agarra el bajón empiezo a hacer cosas. Soy optimista, creo en la vida, en ir adelante, pienso en mis nietos, en Dios y en la Virgen del Carmen. Pero, por sobre todas las cosas, tengo una gran actitud de vida. Sufrí mucho pero mis hijos, mis nietos, la fe y la terapia, llenaron mi vida.
—¿Qué le gustaría hacer en el futuro?
— Me gustaría hacer una novela y también teatro. Aunque yo no necesito de las cámaras porque tengo una familia maravillosa, enorme y muy unida. Y lo que más quiero para mi futuro es llegar a viejita pero bien de la cabeza y, eso sí, morir antes que mis hijos.
“Cuando Claudio se mató yo quedé devastada. Me ayudaron mis hijos y el gran amor de la gente.”