MAXIMA Y SU PASION PURA SANGRE
SE DIVIRTIO ALIMENTANDO UN CABALLO FRISON BLANCO
En Holanda es muy conocida la debilidad que su reina, Máxima (48), siente por los caballos. A tal punto que les ha transmitido a sus tres hijas esa pasión y desde chicas todas practican equitación. La Corona Holandesa es famosa por su criadero de caballos frisones, los pura sangre de la región de Frisa de los Paises Bajos, ubicada al norte, cuyo valor puede rondar los 40 mil dólares y que ellos preparan para sus tradicionales carruajes y desfiles. Por eso la reina concurrió feliz a la inauguración de la escuela de equitación terapeútica “Sin límites”, en la que se desarrollarán terapias para personas con diversidad funcional. Máxima recorrió
las modernas instalaciones del sitio ubicado en la zona de Noordwijk dedicado a la equinoterapia y no pudo contener su entusiasmo y pidió conocer los establos. Después de acariciar a los mansos animales, quedó fascinada con un frisón blanco por el que no dudó en tomar una zanahoria y jugar con él que terminó comiéndosela ante las carcajadas de la reina. Sin importarle su sofisticado outfit compuesto por un vestido escote en V en un trabajado género celeste, sin mangas, entallado con fino cinturón, stilettos, gran pamela, y un prendedor en forma de cisne con pequeños diamantes, la reina caminó por el blando terreno haciendo un especial esfuerzo para que sus tacos no se hundieran en el fango. Lejos de preocuparse, una vez más, por el protocolo, acarició al caballo y se divirtió con la reacción del animal que está adiestrado para responder con ternura ante el más mínimo estímulo. Aunque los nervios de los cuidadores del lugar se mantuvieron al límite pensando que cualquier reacción brusca podría asustar a sus tranquilos animales y despertar la alerta de la seguridad real. Lo cierto es que todo no pasó de una anécdota más de las que está acostumbrada a protagonizar Máxima cuando sale de las estrictas reglas protocolares y deja aflorar su costado más humano y el que le ha hecho ganar el incondicional amor del pueblo holandés.
La reina inauguró una escuela de equitación terapeútica y volvió a romper el protocolo al alimentar a un frisón blanco, sin importarle su sofisticado outfit con prendedor de diamantes.