Enfermedades eruptivas al comienzo de la primavera
Una de las consultas más frecuentes en la infancia, a principios de la primavera, es la aparición de erupciones en la piel, en su gran mayoría de etología viral, y de curso benigno, llamadas “enfermedades exantemáticas”.
La varicela es una de las enfermedades eruptivas más conocidas, provocada por el virus varicela-zoster, que puede presentarse durante todo el año, pero es más común a fines del invierno y principios de primavera. “El virus es de altísima transmisibilidad y distribución universal. Los grupos de mayor riesgo son los niños en edad preescolar y escolar pudiendo ser las escuelas los epicentros de las epidemias”. La transmisión se realiza por el contacto directo con las lesiones de la piel o por medio de las gotitas de saliva. El promedio del período de incubación es de 14 a 16 días, pudiendo ser entre 10 a 20 días. El brote es el signo clínico más característico y se inicia con una mancha roja que evoluciona a pápula (palpable), ésta a vesícula, y finalmente se forma la costra. “La varicela puede presentar fiebre, malestar general, dolor de garganta y falta de apetito”, agrega la doctora. Las complicaciones más frecuentes son por infección bacteriana producida por rascado de las lesiones. La vacuna protege en un 95% para las formas severas y 70 a 80% para las formas leves. Los niños deberán permanecer en sus hogares hasta que todas las lesiones estén en período de costras. “La escarlatina es una infección bacteriana causada por el Estreptococo B Hemolítico, que puede darse todo el año siendo más frecuente en invierno y primavera y afectando principalmente a niños entre 2 y 15 años. Se transmite por las gotitas de saliva que se expulsan al hablar, estornudar o toser”. En la piel, presenta pequeñas lesiones rojas puntiformes que se atenúan al presionar la piel y son ásperas al tacto. Comienzan en cuello, axilas e ingles y luego se distribuyen por todo el tronco y las extremidades. En la cara da un signo característico que es la palidez alrededor de la boca. El diagnóstico se puede confirmar con un hisopado de fauces que determina la presencia de la bacteria en la garganta. En este caso, el tratamiento es con antibiótico, pudiendo retornar a sus actividades a las 48 horas de iniciado el mismo. La sexta enfermedad, producida por virus de la familia Herpeviridae, se observa principalmente en primavera y otoño. Es más frecuente en niños pequeños entre los 6 y los 15 meses. Su transmisión se da por medio de la saliva, por lo tanto en los estornudos o toz fuerte, y tiene un periodo de incubación de 7 a 15 días. Comienza con un cuadro de fiebre agudo con temperaturas altas entre 38 y 40º C, que dura de 3 a 5 días con descenso brusco de la misma y posterior aparición de un brote que dura uno o dos días. El brote típico está constituido por lesiones redondas u ovoides color rosa pálido, pequeñas levemente sobre elevadas y bien delimitadas, que desaparecen a la presión. Comienzan en el tronco y cuello y luego se extiende a la cara, brazos y piernas. Puede estar acompañado de tos y congestión de garganta y oídos e inflamación de los ganglios. “En general los niños están en buen estado general, aunque a veces presentan cefalea, rinofaringitis, otitis media aguda, dolor abdominal, vómitos, diarrea. Es una enfermedad habitualmente benigna, que en la mayoría involuciona en pocos días sin dejar secuelas por lo que no requiere tratamiento específico”, detalla la Dra Avancini. Por último, la quinta enfermedad es producida por el Parvovirus B19. Predomina en la segunda mitad del invierno, primavera e inicio del verano y es más frecuente en niños entre los 4 y los 10 años. Su contagio se produce por contacto con secreciones respiratorias y saliva.