EL ULTIMO ADIOS A MAYA SWAROVSKI
TENIA 82 Y SUS CENIZAS QUEDARAN EN AUSTRIA Y ARGENTINA
En la década del ’90, durante la presidencia de Carlos Menem, deslumbraba en las galas sociales de Buenos Aires por su carisma y elegancia. Maya Swarovski murió el martes 1 de octubre en Marbella a los 82 años. Los homenajes se sucedieron como si se tratara de un miembro más de la realeza. La primera despedida fue una misa y luego un cóctel en Marbella. Siempre le hizo honor al apellido que obtuvo cuando se casó con Gernot Langes Swarovski, dueño de la empresa de cristales, joyas y accesorios fashion transformada en un imperio. Sus hijos Diana, Michael y Marcus (quien está a cargo de la marca familiar) enviaron una emotiva tarjeta con su firma, que decía: “Mi vida terminó. Mi corazón latió por última vez. El Señor se ha llevado mi alma al cielo. Recuerda: Seré la rosa que huele o ves. Seré la melodía de tu canción favorita. Seré ritmo cuando tu bailes. O, simplemente seré tu estrella en el cielo. Seca tus lágrimas, sonríe...Descanso en paz. Hasta el día que nos veamos otra vez. Con amor. Maya”. La segunda despedida fue en Wattens, Austria y el último homenaje será en nuestro país, en San Martín de los Andes ya que la propia Maya deseaba que parte de sus cenizas quedaran en su amada “Las Mil Rosas”, una estancia de cuatro mil hectáreas ubicada a orillas del Lago Hermoso. Durante la época menemista, fue el lugar elegido para eventos políticos y sociales. Y Maya era una excelente anfitriona. Ella aprendió a amar la Argentina a través de su íntimo amigo Carlos Menem y hasta le prestaba su lujosa mansión “Villa Diana”, ubicada en medio de los Alpes Austríacos para que él pasara sus vacaciones. Incluso en la decoración de los ambientes había portarretratos con fotos del exmandatario. Fue una reina en el ambiente social y muy amiga de la brasilera Adelita Scarpa y los argentinos Susana Etchegoyen de Reta y Martin Cabrales. Hace unos años, la enfermedad de Alzheimer la afectó
progresivamente y se refugió en su mansión de Palm Beach, Estados Unidos y luego en Marbella, hasta su fallecimiento. Su época de esplendor quedó registrada en las páginas de CARAS, la revista que ella elegía para mostrar la intimidad de sus residencias en el mundo y para desplegar su glam, que lejos de opacar su carisma, lo acentuaba. Su hijo Michael Halstrick, participó de las despedidas en Europa y regresará al país el 15 de este mes para cumplir con el pedido de su mamá. Luego de arrojar sus cenizas, retomará su vida en Mendoza, donde está instalado desde hace muchos años y preside la Bodega Norton.
“Era una mujer alegre, cálida y muy elegante. Su glam no opacaba su carisma. Conoció Argentina hace 47 años y se enamoró del país”