“LOS BONOBOS”: EL HUMOR QUE ALTERA LOS SENTIDOS
CAMPI, PATO MENAHEM Y OSQUI GUZMAN, MOSQUETEROS DE LA RISA
Lo mejor que tiene la comedia “Los Bonobos”, es precisamente su desmesurada y mordaz visión del género. El humor, como eje central de esta nueva propuesta del autor francés Laurent Baffie, reconocido en nuestro país por el éxito de “Toc Toc”, es el paradigma en el que se sostiene una historia tan disparatada como conmovedora. Porque más allá del humor negro, que el público agradece con aplausos y carcajadas interminables, hay un mensaje y varios guiños que pegan directo al corazón. Que tres amigos, uno ciego, el otro sordo y el tercero mudo, busquen alternativas para encontrar el verdadero amor, sin sentirse marginados por sus “capacidades diferentes”, será la excusa para ingresar a un universo de disparates que se van acrecentando a medida que los protagonistas se cruzan con las candidatas de turno. Lo que podría haber caído en lugares comunes, su director general, Alberto Negrin, también a cargo de la espléndida escenografía, funcional, sin grandes desbordes ni excentricidades, supo conjugarlo en veloces escenas que convierten a la obra en una perfecta sincronía de sucesos inverosímiles. Tanto Gustavo “Peto”Menahem, Osqui Guzman y Campi, los principales responsables de la comedia, sostienen, y en su justa medida, una singularidad: cada uno en lo suyo, se comprometen con sus roles y demuestran que son únicos. Los tres logran una compacta unidad de desbordante talento. Tienen precisión, carisma y una fortaleza escénica que los convierte en actores de una singularidad casi ¨chaplinesca¨. Aunque Martin Campilongo trasciende con su desbordada gestualidad, y una actitud física casi circense. De manera notable, Anita Gutierrez, toda una revelación, Manuela Pal y Lizy Tagliani, acompañan con precisión y dejan una estela en el escenario de creatividad artística y profesionalismo. Si bien es cierto que Lizy se ganó un lugar importante dentro del medio y su popularidad es bienvenida, la actriz no se detiene en sus zonas de confort. Juega con sus tonos, le da al público lo que el público quiere, pero también respeta el ritmo que la dirección propone. El final, a cargo de Manuela Pal, es de antología. Ella sabe como acomodarse dentro de un género difícil, y mantener la credibilidad dentro de un desconcierto de situaciones que no tienen paz ni descanso. El director Gabriel Chamé Buendia supo enarbolar un texto punzante y sagaz para convertirlo en humor sin dejar de lado los sentimientos puros y la esperanza, de que a pesar de las diferencias, lo importante y lo verdadero, no está en lo que vemos, oímos o decimos, sino en lo que el corazón, o lo más profundo del alma, nos grita como una señal que nos acerca ese amor que rompe con los esquemas y los prejuicios.