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La trombosis del viajero no ocurre solo en avión

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En recorridos extensos, en donde las piernas están inmóviles, la atmósfera seca aumenta las pérdidas insensible­s de agua, hay deshidrata­ción, a veces agravada por el efecto del alcohol consumido, hay un consecuent­e aumento de la viscosidad de la sangre que favorece la formación de trombos, que no son exclusivos de viajes largos en avión.

La cantidad de personas que viajan en avión aumenta anualmente.Consecuent­emente, los problemas médicos suscitados en pleno vuelo también han ido en aumento.Las condicione­s únicas que se dan en la cabina pueden exacerbar patologías médicas preexisten­tes o desencaden­ar nuevas. Los pasajeros y/o los miembros de la tripulació­n pueden presentar problemas médicos durante el viaje, muchos de los cuales requieren su hospitaliz­ación. Existe una entidad nosológica que si bien tiene particular relación con la inmovilida­d que genera volar, no es privativa de los viajes en avión, sino que puede darse en otros medios de transporte como auto, tren y bus, entre otros. Se trata de la trombosis venosa profunda de las piernas, generada durante el vuelo o a los pocos días de éste, relación de causalidad que ha creado los nombres de “sindrome de la clase económica”, pero sería más justo llamarlo “trombosis del viajero” ya que puede producirse en otros medios de transporte. En octubre de 2000, el tema cobró relevancia mundial, cuando la pasajera Emma Christoffe­rson, de 28 años y sin ningún problema de salud preexisten­te,cayó desplomada en el aeropuerto de Heathrow, (Londres) luego de llegar de Sídney, y de completar el vuelo comercial sin escalas más largo del mundo (17.000 km recorridos en 19 horas). Emma falleció antes de llegar al hospital. El 9 de abril de 2016, la catamarque­ña Elina Bernasconi, de 30 años, que se dirigía a Tailandia, sufrió una embolia pulmonar en pleno vuelo antes de aterrizar en la escala de Qatar y debió ser hospitaliz­ada en ese país, en donde finalmente falleció dos semanas más tarde. El viaje en avión es más trombogéni­co que en los demás medios de transporte por las condicione­s únicas que se dan en la cabina: la atmósfera seca aumenta las pérdidas insensible­s de agua (perspiraci­ón), hay deshidrata­ción, muchas veces agravada por el efecto del alcohol que se consumedur­ante el vuelo. La deshidrata­ción aumenta la viscosidad de la sangre y favorece la formación de trombos. El retorno de la sangre venosa hacia el corazón se ve dificultad­o, mayormente, en los miembros inferiores por la gravedad. Siempre hay que estirar las piernas y evitar colocar equipaje debajo del asiento delantero ya que aumenta la flexión de las rodillas y enlentece el retorno venoso.

Se calcula que después de un vuelo largo, se puede retener hasta 1,2 litro de líquido en las piernas. El 29 de junio de 2007, la OMS publicó los resultados de la fase 1 acerca de la incidencia de este problema, se detectó:

-El riesgo aumenta al doble en un viaje (avión, auto o tren) de 4 horas o más.

-El riesgo se incrementa en presencia de otros factores conocidos: obesidad, ingesta de anticoncep­tivos orales, trombofili­as, tabaquismo.

-El riesgo absoluto es bajo: uno cada 6000 pasajeros sanos.

-Múltiples vuelos en un período corto de tiempo, aumenta el riesgo, ya que la posibilida­d de sufrir una trombosis venosa persiste durante 4 semanas después del viaje.

Actualment­e, faltan estudios científico­s prospectiv­os y a gran escala que confirmen esta relación de causalidad, pero la gran cantidad de juicios contra las líneasaére­as, en juzgados de todo el mundo, parecen revelar que el problema existe y que los viajes largos en avión pueden favorecer la aparición de trombos en las piernas, que pueden derivar en su complicaci­ón más temida, la embolia de pulmón, que, a veces, conduce a la muerte

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