“CONTAGIARME FUE UN HECHO BISAGRA”
EL ORFEBRE MARCELO TOLEDO, RECUPERADO DEL CORONAVIRUS
Es uno de los artistas más prominentes del país, un verdadero orfebre de la plata y el metal que hace rato traspasó las fronteras por la calidad de sus obras. Una profesión que le demanda viajar seguido al exterior y contactarse permanentemente con coleccionistas, galeristas y clientes de todo el mundo. Por eso el comienzo del 2020 encontró a Marcelo Toledo (44) en pleno frenesí laboral y con un impostergable viaje a Nueva York el pasado 27 de febrero. En ese momento el Coronavirus era un enemigo desconocido y lejano, que si bien irrumpía en Italia no registraba aún casos en nuestro país. Por eso, Toledo hizo todo lo que planeaba hacer a nivel social en la Gran Manzana. Visitó la feria artística Armory Show y salió a comer, a divertirse y a recorrer museos con amigos de todas partes. Durante su estada surgieron los primeros casos en Nueva York, un dato en el que no reparó dada la cantidad de gente que circula por la ciudad más cosmpolita del planeta. El domingo 8 finalizó su actividad y regresó a Buenos Aires vía Houston. Aterrizó en Ezeiza al mediodía y esa misma tarde se fue a trabajar a su local de San Telmo, para así atender una agenda “super cargada”.
Desde su regreso al país, los hechos se fueron encadenando. El martes 10, por la noche, comenzó a sentirse engripado, aunque se lo atribuyó al Jet Lag y al cansancio arrastrado del viaje. El miércoles 11 trabajó normalmente, pero a la tarde no se sintió bien, mientras su teléfono era bombardeado con mensajes que le avisaban que los
Estados Unidos había sido agregado como país de riesgo. Eso lo confinaba a una cuarentena obligatoria, y esa tarde, 48 horas después de haber aterizado, se encerró en su casa de Palermo. Todavía no tenía fiebre, razón por la cuál le negaron hacerse los hisopados cuando pasó, camino a su casa, por una guardia médica. Así se gestó un paulatino proceso de síntomas, que concluyó días después con una ambulancia trasladándolo a la Clínica del Sol, donde quedó internado: “La fiebre me subía y bajaba, pero me dolía el roce de las remeras
sobre mi cuerpo. Hasta que llamé a la obra social y una doctora me dijo que por haber venido de afuera y haber tocado tres veces los 38 grados lo mejor era no arriesgar. Me internaron en un cuarto aislado, me controlaban dos veces por día, me sacaron sangre y me hicieron los hisopados para Influenza y Coronavirus. En un principio sospecharon que podía ser dengue, porque tenía bajas las plaquetas, hasta que en la radiografía de pulmón vieron manchas y la cosa cambió. Ahí tragué saliva, me inyectaron antibióticos por vía endovenosa cada seis horas y no sabía que iba a pasar con mi vida. El domingo 15 al mediodía llegó el resultado positivo de Coronavirus. Ya me sentía mejor, pero pensaba en mis padres, a quienes terminé contagiando, y me quería morir. También contagié a una empleada, y esta a su vez a la hermana que vive con ella. Termina siendo una gran cadena que no sabés donde termina”, confesó después de la odisea médica.
Agradecido por la atención que recibió tanto en la Clínica del Sol como por parte del Ministerio de Salud de la Ciudad, Toledo volvió finalmeente a su hogar de Palermo el martes 24, cuando recibió el alta institucional. “En la clínica trabajé con la computadora, diseñé, dibujé, no me aburrí para nada. Cuando llegué a mi casa abrí la puerta sin tocarla y con el codo toqué el botón del ascensor. Extrañaba mi casa, mi cama, mi colchón, disfrutar de mi terraza, mis plantas y mis peces, me instalé y ya empecé a pensar en mis próximas muestras. Contagiarme fue un hecho bisagra en mi vida. No porque haya tenido miedo a morirme, sino que me hizo repensar lo que uno es como ser humano. Te crees omnipotente y capaz de conquistar el mundo, pero de repente llega un virus, te da una piña en la cara, te baja y te dice ‘flaco, vos no sos nadie’. Fue todo un aprendizaje”, destaca el artista, quien el martes 31 al mediodía tomó la última medicación que le prescribieron. “Cuando me dieron el alta transitoria me dijeron que hasta el miércoles 1° a la noche no podía salir de ninguna manera. Y a partir del jueves 2 podía retomar mi vida normal”, aseguró optimista, y con los últimos resabios de tos que le dejó la pandemia.
“Llega un virus, te da una piña en la cara y te dice 'flaco, vos no sos nadie'”.