LA MANSION DE CARLOS Y CAMILLA
ES DE 1825 Y SU REMODELACION COSTO 8.700.000 DOLARES
Según reza el viejo y popular refrán “El casado casa quiere…”. Y fiel a los deseos de cualquier mujer, corra o no “sangre azul” por sus venas, cuando finalmente Camilla Rosemary de Cournalles (72) logró que el príncipe Carlos de Inglaterra (71) la convirtiera oficialmente en su esposa –en 2005 luego de años de ser amantes- obviamente reclamó un hogar propio. Entonces la reina Isabel II (92) destinó para ellos “Clarence House”. Hace sólo unos días, el príncipe regresó a su hogar matrimonial luego de concluir su cuarentena de 7 días en su residencia privada del Balmoral, en Escocia, al ser diagnosticado con un “leve” Coronavirus que, dicen, le habría contagiado Alberto de Mónaco. La histórica mansión de la pareja fue un regalo de Isabel ya que fue su casa desde 1953 hasta 2002. Un emblemático edificio que fue
construido en 1825 por el arquitecto John Nash y que hoy también es considerado un Monumento Nacional Inglés que durante el verano está abierto al público –previo pago de una entradaen una de sus alas de la planta baja. Claro que Camilla pidió que la añosa mole de cemento fuera restaurada en su totalidad y aggiornada al gusto del matrimonio antes de decidir su mudanza. Y este pequeño deseo de la flamante esposa, por ese entonces insumió gastos que no estaban previstos en las arcas de la Casa Real Inglesa. Su restauración total costó 8.700.000 dólares que fueron “tomados” de los fondos estatales destinados a Cultura y Deporte. La residencia
se encuentra ubicada en el Mall londinense, justamente sobre la calle que une Buckingham con Trafalgar Square, en Westminster. Y es una de las últimas casas aristocráticas que quedan en Londres. Tiene cuatro plantas, más áticos y sótanos, revestidas en un pálido estuco. La planta baja es destinada a toda la vida oficial de Carlos y Camilla. Allí se encuentran cinco habitaciones que ellos usan para recibir visitas oficiales, como la de los Reyes de España, y autoridades. Apenas se cruza el portal de entrada, se encuentra la Sala Equerry, una especie de sala de espera. En la restauración de cada ambiente trabajaron expertos decoradores como el diseñador de interiores Robert
Kima, quien según los ingleses “Cobra precio en oro”, ya que por una sola habitación recibió 35 mil dólares y dentro de sus facturas figuraban telas para revestir las paredes de mil dólares el metro. Entre las salas principales se encuentran la Lancaster Room y la Mooning Room que, originalmente como su nombre lo indica, estuvo destinada al desayuno de la reina pero hoy es utilizada para los actos oficiales del matrimonio real. Allí hay sofás y sillas de Thomas Chippendelle, cuadros de Monet, estanterías con piezas de arte de la Colección Real “The Queen Mother”, porcelana china y relojes como el Tompion. También hay un gran salón comedor y una de las preferidas de Camilla, la Biblioteca. Allí atesora otras reliquias como la primera edición de “A través del espejo” y “Lo que Alicia encontró allí” (segunda parte de “Alicia en el país de las Maravillas”), regalo que Alice Liddele (quien inspiró a Lewis Carrole para crear el personaje) le hizo a la Reina Madre. La Duquesa ama este Sala y por eso allí arma su gigantesco árbol de Navidad cada año. En ese lugar las paredes también están cubiertas por obras de arte de Landseer y Bogdani. Además de encontrarse la colección de huevos de Fabergé, con flores, y un valor de más de 45 mil dólares por pieza. También hay colección de relojes franceses e ingleses, porcelana y plata. Luego le siguen el “Horse Corridor”, un amplio y largo pasillo íntegramente decorado con pinturas y esculturas ecuestres, que son la pasión de la pareja. Sobre el final de la plata baja se ubica el “Garden House” dominado por un tapiz francés que recrea “La matanza de los mamelucos en el Cairo”. Allí también hay un piano que suele animar las veladas del príncipe. Un dato muy particular es que el jardín que rodea la casa fue diseñado por el propio Carlos que ama la flora. La planta alta, destinada a la intimidad de la pareja y totalmente prohibida a los visitantes, tiene las habitaciones de Camilla, decorada con los vivos colores que le gustan, y la de Carlos, más oscura y “aburrida” según ella. Y, sobre el final del largo pasillo está ubicada la habitación que, cuando tienen ganas, comparten para dormir juntos y pasar tiempo unidos. Aunque por unas semanas más, por consejo de sus médicos, no podrán descansar abrazados como les gusta hacerlo ya que aunque fue dado de alta el príncipe aún debe cumplir con algunos protocolos médicos y cuidar a su esposa que, hasta ahora, no presentó ningún síntoma de contagio.