“A SUS 6 AÑOS MILA DISEÑA Y DIBUJA”
MARIA GOROF JUNTO A SU HIJA
Apura sonrisa, María Gorof (36) y su hija Mila (6) disfrutan de otra tarde juntas en el atelier de la reconocida diseñadora, ubicado en el barrio porteño de Las Cañitas. Sobre la mesa no hay juguetes, ni muñecas, sino figurines, lápices de colores y hasta maniquíes que se suman a la complicidad entre madre y niña. “Mila tiene mucha personalidad… es bien leonina. Es una nena muy dulce y, a la vez, decidida y muy estética. Observa mucho, ¡está en todos los detalles! A sus seis ya elige también sus looks”, revela con humor María, a quien los tiempos de la pandemia le permitieron pasar más horas junto a su heredera y enfocarse en la proyección internacional de su marca.
“Desde bien chiquita, Mila viene a mi local, abre los cajones, juega con los accesorios, revisa y se prueba todo. Ella diseña y dibuja y en su momento decía que quería ser maquilladora profesional. Es re coqueta y el año pasado se maquillaba para los Zoom del colegio. Súper esteta, ahora supervisa hasta la campera y el
jogging que lleva a la escuela. Recuerdo que cuando tenía un año tenía obsesión por los labiales, eran el mejor regalo que le podías hacer”, asegura Gorof. “Otro plan que tenemos es hacer noche de cine en casa: preparamos lo que vamos a comer y elegimos juntas la serie o película. Y cuando me acompaña al trabajo se comporta muy bien. Esos son nuestros momentos”, agrega sobre el vínculo.
Y sobre la llegada de su maternidad, devela: “Mi mayor crecimiento y el de mi marca comenzaron cuando quedé embarazada. Mila nació el 19 de agosto y dos días antes todavía subía escaleras en el local o me tiraba al suelo para marcar un ruedo. La pasé muy bien en el embarazo y ya al mes la llevé a un desfile a San Juan y a los dos a Turquía. Fueron años de mucho trabajo, de llevar su cochecito a mi atelier. Hoy lo pienso y me pregunto cómo lo hice. Ser madre me puso en un lugar de mayor empatía con las mujeres. Creo que nosotras hacemos que la rueda gire”, reflexiona María, quien en el último año y medio capitalizó el impacto e impasse que el Covid-19 generó en la industria de la moda para redirigir energías hacia un proyecto que venía postergado.
“Agradezco que el 2020 me agarró en mi mejor momento. Porque venía
de cuatro años de vorágine en lo laboral y eso me permitió sostenerme. Muchas veces me cuestionaba inclusive el vivir así, trabajando desde la mañana a la noche. Así que el año pasado me dediqué a la logística de la marca, que tenía atrasada entre otras cosas. Venía preparando la llegada de mi marca a EE.UU. y Europa y nos dedicamos a eso y a la imagen de la firma, que estaba desfasada. Fue poner todo en orden”, detalla la designer de alta costura. Para reinventarse, Gorof se focalizó en la sastrería y en prendas de diseño que no fueran de alta gala, como los vestidos cortos.
“Lo que sí hice fue muchísima novia, que aún en pandemia se quiso casar, ya sea con barbijo, al aire libre o como fuera. A las novias no las para nadie (sonríe). Hoy estamos llegando a Los Ángeles y Miami, a través de tiendas con marcas internacionales de lujo, a Punta del Este, que empezamos el año pasado, y esperamos desembarcar en Milán pronto. Este año, además, lanzamos todo lo que es accesorios: pantys con nuestro logo y dos tipos de carteras; una más urbana y otra más nocturna, muy canchera, que seguramente llegará con una alianza con la que creo es la mejor marca de carteras de Argentina. También guantes, cinturones y lentes de sol. Todo eso va a
“Mila tiene mucha personalidad… es bien leonina. Es una nena muy dulce, a la vez decidida y muy estética. Ella sola elige sus looks.”
pasar ahora y son accesorios combinables con las prendas y vestidos de la marca. Estamos viendo para más adelante, sacar inclusive collares, aros y anillos”, confiesa María, muy entusiasmada con esta etapa de su universo creativo, que permite acercarse al público de otra manera; vía online y a través de las redes sociales.
“Estoy contenta, porque son desafíos que no sé si me hubiera permitido hacer en la vorágine que vivía antes. Creo que a partir de agosto vamos a tener mucho trabajo, aunque calculo que un año más vamos a estar entre aperturas y nuevos cierres, hay que ver”, se anima a proyectar la diseñadora, a quien sí le tocó transitar el coronavirus en mayo de este año.
“Había viajado a Bariloche para mi cumpleaños, el 19. Volvimos y mi hija estaba con síntomas, no sabemos dónde pudo haberse contagiado. Luego empecé yo con cansancio y después tuve de todo: pérdida del olfato, dolor de cuerpo. Todavía me estoy recuperando. Fue muy complejo porque el papá de mi hija, (“soy divorciada”, aclara) se contagió y estuvo internado, al igual que otras dos personas de mi familia”, admite Gorof, quien confía en la medicina anti-age y ortomolecular para cuidarse y casi no come carnes y lácteos, salvo en reuniones sociales, donde se permite ser flexible. También se ejercita tres o cinco veces a la semana. “Es un virus malvado, porque no solo te afecta el cuerpo, sino que te deja solo, aislado, sin ayuda. Apenas salí de mis días tuve que asistir a los otros. Fue una locura. Pero por suerte están todos recuperándose y lo peor ya pasó”, concluye María, muy a gusto con su presente.
“Ser madre me puso en un lugar de mayor empatía con las mujeres. Creo que nosotras hacemos que la rueda gire.”