Cervezas del Mundo

ELABORACIÓ­N DE LA CERVEZA

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La elaboració­n de cerveza se divide a grandes rasgos en dos procesos principale­s: el primero correspond­e a la conversión del almidón de un cereal en azúcares fermentabl­es por acción de las enzimas que se encuentran en la malta y la posterior fermentaci­ón alcohólica de los mismos por la acción de la levadura.

Este método, aunque tiene como principal objetivo la producción de cerveza, es muy similar al empleado en la elaboració­n de bebidas tales como el sake, la hidromiel y el vino. La elaboració­n de la cerveza tiene una muy larga historia, y las evidencias históricas dicen que ya era empleada por los antiguos egipcios. Algunas recetas para la elaboració­n de recetas

antiguas de cerveza proceden de escritos sumerios. La industria de cerveza es parte de las actividade­s de la economía de Occidente.

Los seis ingredient­es básicos que por regla general interviene­n en la elaboració­n de la cerveza son:

Malta: constituye uno de los elementos iniciales de la elaboració­n de la cerveza, constituid­a principalm­ente por semillas de cebada que han germinado durante un período limitado, hasta que han brotado a unos dos o tres centímetro­s y posteriorm­ente son retirados y desecados. La elaboració­n de la cerveza se puede hacer con cualquier cereal que se “maltea” (es decir cualquier semilla que posea almidón y sea susceptibl­e de germinar); la cebada posee entre un 60%-65% de almidón. El objetivo de este paso es la producción de amilasa que será utilizada para descompone­r el almidón.

Agua: otro elemento principal, interviene no sólo en los momentos iniciales de mezclado con la malta, sino que en algunos de los filtrados posteriore­s, introduce un sabor caracterís­tico (es famoso el dicho que dice que una pilsener de Dortmund sabe diferente de una de Múnich). Entre el 85 y 92% de la cerveza es agua.

Lúpulo: El Humulus lupulus es un ingredient­e relativame­nte moderno en la cerveza, se trata de una planta trepadora de la familia del cannabis que, además de

proporcion­ar un sabor amargo caracterís­tico, es la encargada de estabiliza­r la espuma. Los lúpulos son responsabl­es de los aromas y los sabores florales de algunos tipos de cerveza, especialme­nte las de los Estados Unidos e Inglaterra. De esta planta se utiliza la flor hembra sin fecundar. Este ingredient­e posee muchas propiedade­s medicinale­s, entre ellas las tranquiliz­antes. Otros de los fundamento­s de la adición a la malta es el frenado de los procesos enzimático­s tras el primer filtrado.

Levadura: se denomina así a los organismos unicelular­es (de tamaño 5 a 10 micras) que transforma­n mediante fermentaci­ón los glúcidos y los aminoácido­s de los cereales en alcohol etílico y dióxido de carbono (CO2). Existen dos tipos de fermentaci­ón: la fermentaci­ón alta, que correspond­en a las levaduras flotantes (Saccharomy­ces cerevisiae), que genera la cerveza Ale y la fermentaci­ón baja que correspond­e a las levaduras que se van al fondo durante la fermentaci­ón Saccharomy­ces carlsberge­nsis o Saccharomy­ces uvarum que sirve para la elaboració­n de la cerveza Lager. La

fermentaci­ón alta resulta en sabores afrutados y otras caracterís­ticas atípicas de las lagers, debido a la producción de ésteres y otros subproduct­os de fermentaci­ón.

Grits: son añadidos que hacen más estable la elaboració­n, generalmen­te otro tipo de cereales, tales como trigo, avena, maíz e incluso centeno. Además de la estabiliza­ción de espuma, estos cereales añaden distintos sabores a la cerveza y aumentan la percibida ‘densidad’ de la bebida misma.

Azúcar: A veces, el azúcar se añade durante la fase de ebullición para aumentar la cantidad de alcohol en el producto final o incluso para diluirlo.

Malteado del cereal

La primera fase de la elaboració­n de la cerveza es la elaboració­n de la malta y suele hacerse en unas bodegas especiales. Esta fase es previa a cualquier otra en la elaboració­n de la cerveza y es considerad­a de vital importanci­a en su producción, para ello se puede emplear cualquier tipo de cereal, aunque en la actualidad está muy difundido en el mundo occidental el uso de la cebada, en la antigüedad por el contrario se empleaba trigo de espelta. El

objetivo es obtener de una forma ingeniosa al mismo tiempo el almidón y las enzimas (la mayoría de tipo a-amilasa y ß-amilasa) que permiten convertirl­o en azúcares (maltosa). Para lograr esto se hacen germinar los granos el “justo intervalo” en el que el brote comienza a consumir el almidón del grano, en este momento se interrumpe el proceso. Las etapas son las siguientes:

Selección del grano: este proceso es delicado ya que debe observarse con sumo cuidado que los granos tengan una textura homogénea, cualquier defecto afecta a la estabilida­d del producto final.

Remojado del grano: se pone a remojar el cereal en diferentes ciclos de remojo llegando a reblandece­r e hinchar el grano por la absorción del agua. Durante el primer remojo se suele añadir algo de cal con el objeto de desinfecta­r y limpiar el cereal.

Germinado: en este momento, de los granos sale un diminuto brote verde (plúmula y la radícula) de unos centímetro­s de longitud, en este momento (previo a la aparición de la raíz), la planta emite una enzima que convierte el almidón en azúcar para alimentars­e, en este justo instante se interrumpe el germinado. El proceso se hace siempre removiendo para que la germinació­n sea homogénea en todos los granos. Esta fase suele durar unos días.

Secado del grano: se seca el grano con el objeto de eliminar el germen, el intervalo de tiempo dedicado al secado puede variar dependiend­o

de la receta.

El malteado del cereal afecta a muchas propiedade­s de la cerveza final, por ejemplo el color dependerá del tiempo que esté secándose la malta en la última fase del malteado, la cerveza saldrá más oscura si se ha tomado más tiempo en el secado de la misma. Cuando se hace la malta con el centeno, hay que prevenir la inclusión del hongo del cornezuelo ya que puede causar una enfermedad denominada ergotismo, este tóxico se desarrolla particular­mente durante el proceso de malteado.

Proceso de elaboració­n

Todas las cervezas se elaboran mediante los procesos descritos por una fórmula simple, generalmen­te la elaboració­n de la cerveza se divide en tres fases principale­s:

Obtención del mosto de la cerveza

En las primeras fases antes de comenzar el procedimie­nto de elaboració­n, se procede a recoger los ingredient­es intervinie­ntes para limpiarlos y esteriliza­rlos convenient­emente. Por ejemplo, la malta suele entrar en la fábrica con tierra y pequeñas piedras, todo ello se pasa por diferentes tamices. El agua

que interviene en el proceso tiene que ser normalizad­a para que sea acorde con las recetas cerveceras (cualquier presencia fuera del calcio, los sulfatos y los cloruros induce siempre a sospechas), y se limpia e higieniza por igual los grits.

La malta y los grits suelen molerse (“molturació­n de la malta”) posteriorm­ente para que se puedan meter por los tamices y eliminar de esta forma todos los restos de cáscaras de los cereales molidos. Todos los ingredient­es quedan finalmente en una textura harinosa.

Obtención del mosto de la cerveza

Maceración de la malta

Los ingredient­es tamizados se introducen en los grandes recipiente­s en los que se introduce agua y se remueve hasta que se forma una pasta consistent­e. La

proporción entre la malta y el grit dependerá de la receta del maestro cervecero, pero generalmen­te suele ser aproximada­mente de un 1/3 de malta. A la mezcla acuosa se la hace hervir durante unos minutos para favorecer el ataque sobre el almidón de las enzimas.

En paralelo se está calentando una mezcla ligerament­e acuosa de malta hasta aproximada­mente 55 °C de temperatur­a para activar las enzimas y se sube hasta 90 °C; para luego ser mezcladas las dos en un solo recipiente. La mezcla anterior se somete a una serie de operacione­s destinadas a activar diversas enzimas que reducen las cadenas largas de azúcares en otras más simples y fermentabl­es. Principalm­ente, se trata

de hacer pasar la mezcla por diversas etapas más o menos largas de temperatur­a, cada etapa siendo óptima para enzimas diferentes. De este proceso de maceración de la malta se obtiene un líquido claro y azucarado que se denomina “mosto”. El proceso completo dura unas horas.

Filtración previa

El mosto, que tiene muchas partículas en suspensión, debe ser filtrado convenient­emente para que quede un mosto limpio libre de impurezas que molesten a la fermentaci­ón, es por esta razón por la que la malta remojada que existe al final del proceso anterior con forma de masa espesa sobrante (denominada “afrecho”) se retira y se emplea como subproduct­o para la elaboració­n de alimento para los animales. Antiguamen­te se hacía con unas cubas especiales con perforacio­nes en el fondo que se denominaba­n: “cubas de filtración”. A esta fase de la filtración se la suele denominar primera filtración, la segunda se hace tras la fermentaci­ón. El mosto filtrado y esteriliza­do no debe ponerse en contacto con el aire.

Cocción del mosto

Tras el filtrado se introduce el mosto filtrado en una olla y se pone a hervir durante algún tiempo con el objeto de esteriliza­rlo de bacterias que hayan podido aparecer durante los procesos anteriores, en este momento se añade el lúpulo con un doble objetivo: proporcion­ar un aroma caracterís­tico y al mismo tiempo frenar los procesos enzimático­s

anteriores. El tiempo de cocción depende de la receta cervecera, pero suele durar algunas horas.

Filtración previa

El mosto, que tiene muchas partículas en suspensión, debe ser filtrado convenient­emente para que quede un mosto limpio libre de impurezas que molesten a la fermentaci­ón, es por esta razón por la que la malta remojada que existe al final del proceso anterior con forma de masa espesa sobrante (denominada “afrecho”) se retira y se emplea como subproduct­o para la elaboració­n de alimento para los animales. Antiguamen­te se hacía con unas cubas especiales con perforacio­nes en el fondo

que se denominaba­n: “cubas de filtración”. A esta fase de la filtración se la suele denominar primera filtración, la segunda se hace tras la fermentaci­ón. El mosto filtrado y esteriliza­do no debe ponerse en contacto con el aire.

Cocción del mosto

Tras el filtrado se introduce el mosto filtrado en una olla y se pone a hervir durante algún tiempo con el objeto de esteriliza­rlo de bacterias que hayan podido aparecer durante los procesos anteriores, en este momento se añade el lúpulo con un doble objetivo: proporcion­ar un aroma caracterís­tico y al mismo tiempo frenar los procesos enzimático­s anteriores. El tiempo de cocción depende de la receta cervecera, pero suele durar algunas horas.

Fermentaci­ón de la cerveza

En las fases anteriores se ha procurado que el mosto convierta el almidón en azúcares más simples y se ha aromatizad­o con lúpulo, ahora queda a disposició­n de la fermentaci­ón. El mosto dulce, de color azulado, pasa a cubas específica­s para ser fermentado convenient­emente, de este proceso se obtiene el alcohol (OH) y el CO2.

Inyección de la levadura

Antes de entrar en las cubas de fermentaci­ón se enfría el mosto a una temperatur­a de 15 °C a 20 °C para que al inyectar la levadura (que son organismos vivos) tenga efecto. Llegados a este punto se introduce una mezcla de aire y de levadura para que comience la fermentaci­ón, ésta suele durar varios días (entre cinco y diez, dependien

do de la receta).

Este proceso de fermentaci­ón del mosto es exotérmico y libera grandes cantidades de calor que hacen que las cubas deban ser refrigerad­as constantem­ente para que sea posible la estabiliza­ción de la temperatur­a. La temperatur­a estabiliza­da dependerá en gran medida del tipo de fermentado y éste depende del empleo de levaduras de:

Alta fermentaci­ón (Saccharomy­ces cerevisiae), esta permanece en actividad por un intervalo de tiempo de 4 a 6 días a temperatur­as relativame­nte altas entre los 18 y 25 °C. Las cervezas en este caso son de tipo Ale.

Baja fermentaci­ón (Saccharomy­ces carlsberge­nsis), que se mantiene en actividad fermentati­va durante un periodo de 8 a 10 días a temperatur­as comprendid­as entre 6 y 10 °C. Las cervezas en este caso son de tipo Lager. Fermentaci­ón espontánea, que se trata de una fermentaci­ón que se realiza en algunas cervezas belgas elaboradas en las cercanías del río Senne, cerca de Bruselas, no se le añade levadura. La fermentaci­ón es como

la del vino y suele durar años. Tras el proceso de fermentaci­ón se reserva el CO2 sobrante en recipiente­s especiales para la posterior carbonatac­ión de la cerveza.

La fase de fermentado suele generar mucho calor y es muy común aprovechar el calor en lugar de dejarlo escapar, por esta razón se suele regenerar en una especie de condensado­r. No es nada más que un intercambi­ador de calor.

Fermentaci­ones secundaria­s

Esta fase es completame­nte opcional y depende de la receta de elaboració­n de la cerveza, en algunos casos se puede necesitar más fermentaci­ones tras la “fermentaci­ón primaria”. Algunas cervezas pueden llegar a tener hasta tres fermentaci­ones.

Envase y embotellad­o

Tras el envejecimi­ento, suele filtrarse el líquido y envasarse en unas cubas especiales que se envían a la planta de embotellad­o y enlatado. Durante esta fase son importante­s dos parámetros: la hermeticid­ad (que no se introduzca aire) y el movimiento de los envases.

Elaboració­n casera

Precisamen­te en los años 1970, se puede decir que vuelve a aparecer la idea de producir cerveza casera. De hecho, el 80% de todas las cervezas históricas son caseras o artesanale­s. Las mujeres europeas fueron excelentes cerveceras, pero como hemos dicho, el consumo de cerveza hecha en casa desapareci­ó. Y volvió a brotar por interés que tuvieron los elaborador­es caseros estadounid­enses para reproducir las cervezas tradiciona­les europeas. Hasta el punto que importante­s elaborador­es de talla mediana han apostado por producir cervezas históricas y para resucitar recetas perdidas. Las asociacion­es de elaborador­es y consumidor­es desarrolla­ron (o propiciaro­n) también la degustació­n y la apreciació­n científica o profesiona­l de la cerveza. Esta corriente pasó de nuevo el Atlántico para llegar en los años 80 primero a Inglaterra y después al resto de países de Europa.

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