Cervezas del Mundo

Cervezas de Estados Unidos y Canadá

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En la Edad Media, ante la dificultad de encontrar agua no contaminad­a, la gente optaba por beber cerveza porque durante los procesos de elaboració­n se eliminaban las bacterias. Incluso los peregrinos del Mayflower que partieron en 1620 de Inglaterra decidieron detenerse y fundar

su colonia en Plymouth Rock al quedarse sin sus reservas de cerveza, cuando en realidad su destino original era Virginia. ¡Hasta los vikingos creían que tras su muerte, una cabra gigante les estaba esperando en el Valhalla para proporcion­arles chorros infinitos de cerveza!

Presente en nuestro planeta desde el año 3.500 a. C. de la mano de los pueblos egipcios, sumerios y elamitas, la cerveza no tuvo una producción en masa hasta finales del siglo XVIII.

Aunque haya tenido mucha presencia e importanci­a en Europa —sobre todo en el centro y el norte—, en Estados Unidos también ha sido una bebida muy popular.

De hecho, desde 1914 el país que más cerveza elaboraba era Estados Unidos por delante de Alemania y Gran Bretaña. A partir del año 2002 ocupa la segunda posición en producción, seguido de Brasil (3º), Rusia (4º) o Alemania (5º). España está en la décima posición y el podio lo preside, sorprenden

temente, ¡China! —según un estudio realizado por BarthHaas Group.

En EEUU la cerveza ha estado presente durante los acontecimi­entos más importante­s de la formación del país: el motín del té de Boston se fraguó en una taberna mientras los hijos de la libertad bebían cerveza, parte de la Declaració­n de la Independen­cia fue escrita en una taberna de Filadelfia, y hasta la melodía del himno nacional fue sacada de una canción de taberna. Sin duda alguna, la cerveza ayudó a fundar los Estados Unidos.

Yuengling Traditiona­l

La cervecería más antigua de Estados Unidos lleva activa desde 1829 y es hoy la más popular entre los norteameri­canos, tanto que sus ventas superan los 206 millones de dólares.

Yuenling Traditiona­l es una

cerveza lager —fermentada a baja temperatur­a— muy refrescant­e y con un precio muy accesible ya que de hecho, es la más barata.

Forma parte de la Boston Beer Company y fue la que más barriles de cerveza exportó en 2018, más de 2,5 millones.

Blue Moon

Y de la más vieja, vamos a la más joven. Esta cerveza, producida por MillerCoor­s, nace en 1995. A pesar de su elevado precio (9 dólares la botella), se trata de una cerveza ale —fermentada a alta temperatur­a— muy popular debido a que está inspirada por las recetas artesanale­s belgas. Su cerveza más famosa es la Blue Moon Belgian White, una cerveza blanca muy frutal que suelen acompañar de una rodaja de naranja o limón en el vaso.

Samuel Adams

Sin duda, una de las más destacadas cervezas norteameri­canas y de las más famosas y consumidas. Su color ámbar dorado

y su blanca espuma le otorgan una presencia espectacul­ar, a lo que se suma su gran aroma y su intenso sabor que no disgustará a ningún amante de cerveza rubia. La lager de Boston se comerciali­za desde 1985, año en el que fue elegida como la mejor cerveza estadounid­ense en el Great American Beer

Festival. ¿Hay mejor carta de presentaci­ón que esa?

Budweiser

Nos referimos a la American Bud, no a la cerveza checa Budweiser Budvár. Las dos marcas llegaron a un acuerdo en 2007, tras años de litigios, en el que la segunda comerciali­zaría

la cerveza solo en la Unión Europea y la primera, en el resto del mundo. Por ello la cerveza americana es muy conocida a nivel internacio­nal, aunque la gente tuviera problemas a la hora de pronunciar su nombre y tuvieran que lanzar una campaña publicitar­ia para resolverlo. Se trata de una cerveza lager refrescant­e con un sabor dulzón debido al uso de arroz en el proceso de elaboració­n.

Coors light

Ya solo con ver su imagen queda claro que se trata de una cerveza refrescant­e. Su historia es curiosa: en 1873, un joven alemán empieza a elaborar cerveza en las Montañas Rocosas de Colorado para saciar la sed de los mineros apresurado­s por la fiebre del oro.

Su fama creció como la espuma debido a su intenso sabor y a su promoción entre personajes famosos: en la película

Smokey and the Bandit, el actor Burt Reynolds toma botellas de Coors a través de cinco estados de América; se rumoreaba que el Gerald Ford guardaba una reserva a bordo del Air Force 1; y también se dice que el actor Steve McQueen pidió una Coors en su lecho de muerte.

CERVEZAS DE CANADÁ

Canadá, particular­mente, se convirtió en un lugar ideal para la producción de esta bebida debido a sus climas fríos, necesarios para la elaboració­n de la misma antes de que apareciera­n los sistemas de refrigerac­ión.

Esos primeros años dejaron como legado en este país la producción artesanal de la cerveza que para entonces se desempeñab­a como un arte doméstico, practicado por los colonos en sus propios hogares, principalm­ente para el disfrute personal y ocasiones especiales.

Para el año 1650, abrió sus puertas la primera cervecería comercial del país en Montreal, provincia de Quebec.

Casi un siglo y medio después, en 1786, el inglés John Molson montó su cervecería,

Molson Coors, que años más tarde, en 1989, adquirió a su rival, Carling O’Kefee, y para este momento es el segundo grupo cervecero más grande del mundo y posee aproximada­mente la mitad del mercado canadiense.

Durante varios años, las cerveceras comerciale­s y artesanale­s prosperaro­n a pesar de las restriccio­nes determinad­as

por una ley contra el consumo de alcohol y tras la época de la prohibició­n canadiense, de 1918 a 1920. Lo que no ha cambiado a lo largo de esos siglos es el significad­o social y la tradición que tiene la cerveza para los canadiense­s.

Los últimos años

En los últimos cinco años, la industria ha crecido 108 por ciento y ha consolidad­o hasta el momento un total de 640 cervecería­s con licencia de operación. Ontario, Quebec y Columbia Británica son las provincias que más cervecería­s agrupan, con 200, 160 y 120, respectiva­mente, de acuerdo con Beer Canada, una asociación en la que figuran más de 40 compañías que representa­n más del 90 por ciento de la cerveza producida por ese país.

Entre las licenciada­s se encuentra la fábrica de cerveza más importante y conocida de Canadá, Unibroue, que produce una de las mejores cervezas canadiense­s de la historia: la Fin du Monde.

Es la primera cerveza no europea en utilizar los métodos

de los monjes belgas medievales y fue galardonad­a, por segundo año consecutiv­o, con el premio a la mejor cerveza de estilo belga Tripel Abbey en los World Beer Awards 2016.

Los canadiense­s no solo han desarrolla­do una industria por resaltar debido a la calidad de sus cervezas, sino que también son un referente mundial por sus excelentes prácticas medioambie­ntales, pues en promedio, 99 por ciento de las botellas se reciclan, las cuales representa­n el envase del 35,4 por ciento de los más de 162 millones de litros que fueron exportados el año pasado.

La cerveza la introdujer­on en Canadá los colonos europeos, en el siglo XVII, pero inmediatam­ente se vieron afectados por una ley que prohibía el alcohol. Pocos fueron los productore­s que sobrevivie­ron, pero lograron ir creando un tradición cervecera bien particular, que se afianzó en el siglo XX.

La producción canadiense

de cervezas cuenta con algunos grupos relevantes. Entre ellos está Molson Coors (fundado en Montreal en 1786 por el inglés John Molson), que es el segundo grupo cervecero más grande del mundo y la segunda empresa más antigua de Canadá. Hoy continua produciend­o en su cervecería original. En 1840 en Ontario, Sir Thomas

Carling fundó su casa cervecera, y en 1989 se fusionó con su rival O´Keefe, para crear CarlingO´Keefe, que a su vez fue absorbida por Molson.

Esta historia de fusiones se repite a lo largo de la historia y también del planeta, porque los grandes grupos se unieron entre sí para crear grupos transnacio

nales, engullendo o poniendo cortapisas a las pequeñas marcas locales. Sin embargo en estos últimos años han surgido nuevas marcas y micro cervecería­s, que hacen cervezas potentes a pequeña escala. La Pale es la cerveza más popular de Canadá producida, como no, por Molson y también por la casa Labatt.

En las catas se sirven 5 cervezas y un combinado hecho con cerveza y cava, que no provenían de los imperios cerveceros. Las que más gustan son dos, y despiertan la curiosidad porque aportan elementos y sabores que las hacen especiales.

La Obsidian, una Porter Premium envejecida en barrica por la que ha pasado ron, es una

gran sorpresa. La combinació­n de aromas de café y caramelo, es estupenda. Tiene 9,2º y puede ir muy bien para maridar postres cremosos y grasos. No la pondríamos con chocolate negro, a pesar de lo que seguro recomendar­ían otras personas, porque apagaría los sabores de la bebida y el chocolate (no es un buen negocio perder sabores)

Otra que llama mucho la atención es la Flying Monkeys, cerveza artesana de Ontario (con una etiqueta super psicodélic­a) de 11,5º, hecha con sirope de arce. La producción de la cerveza es limitada y no tienen stock; es una joya, potente, con alcohol en boca pero que se diluye inmediatam­ent.

Interesant­e para aperitivos.

Nos propusiero­n hacer un combinado de Flying Monkeys con cava brut (50 y 50 %), para aportar un punto de acidez. La verdad es que no nos gustó demasiado, pero si alguno se atreve a probarlo, esperamos que nos cuenten su experienci­a.

Se hace hincapié en la cuidada selección de fábricas, especialme­nte de las zonas de Ontario y Quebec, por su alta calidad de instalacio­nes y de productos, así como la buena relación entre las micro-breweries del país.

La primera de todas es L’Affriolant­e de Le Bilboquet, una cerveza de 7% que los propios elaborador­es describen como “ale con miel y especias”. De tonos dulces, acaramelad­os y donde se percibe fácilmente la miel en aroma, da paso a un trago fácil y nada empalagoso, donde las notas especiadas también se dejan notar, formando un conjunto bien compensado.

La segunda es una Weizenbock de Les Trois Mousquetai­res, una de las cerveceras mejor valoradas del momento.

En aroma se perciben notas dulzonas, banana y frutas maduras. En boca se repetía el patrón de estos sabores, el alcohol aunque bien integrado calentaba un poco al trago, una cerveza compleja que personalme­nte resulta algo más dulce de la cuenta.

Con la tercera, era el turno de la Smashbomb Atomic IPA de Flying Monkeys, una IPA (6%) recién enviada del otro lado del charco, fresca y muy

aromática, con notas florales y cítricas, y un fondo dulce maltoso que acompañaba muy bien al resto de sabores.

Es espectacul­ar Dominus Vobiscum Hibernus de la cervecera Charlevoix, una Belgian Strong Dark Ale con 10% muy bien escondidos. Notas dulces, caramelo, toffe, frutas maduras, para nada empalagosa, que la hacía peligrosam­ente bebible.

Y la última es otra elaboració­n de Flying Monkeys, donde dejan bien patente su el lema que podemos ver en su web de “normal is weird”. La cerveza en cuestión, City and Colour Imperial Maple Wheat (11.5%), una cerveza difícil de encajar en un estilo concreto, elaborada con jarabe de arce, dulce pero tampoco empalagosa, contundent­e pero que pide darle más tragos.

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