Una vida unida a la literatura china
Dennis Delehanty es un estadounidense de 76 años apasionado por el mundo chino
Quienes se unen por los mismos ideales pueden superar cualquier distancia física”, es el proverbio que cita Dennis Delehanty, un estudiante de 76 años del Instituto Confucio de la Universidad George Mason (Virginia, Estados Unidos). Incurable lector de numerosas obras clásicas chinas, su vida ha estado profundamente relacionada con la cultura de nuestro país. Su nombre chino es Dai Danyi, que procede del concepto tradicional chino de asumir la moralidad y justicia.
El sueño chino de dos generaciones
Antes de ingresar en la universidad en los años 60 del siglo pasado, Delehanty ya había aprendido ruso, francés y español. Luego se decidió por el chino. “En aquel entonces era muy joven y vivía en los suburbios meridionales de Boston. El encanto del chino ya me había conquistado”.
Lamentablemente en su universidad no había cursos de chino. Aun así no se rindió y se inscribió en un curso nocturno de un centro de educación para adultos. Sin embargo, el aprendizaje del idioma no fue nada fácil. Delehanty confiesa que lo estudiaba de manera interrumpida y a veces se sentía muy frustrado.
En 1983 viajó por primera vez a China y tomó un curso de corta duración en el Instituto de Estudios Internacionales de Shanghai (la actual Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai). Este contacto hizo que le fascinara aún más la cultura china. Posteriormente visitó nuestro país una decena de veces por cuestiones de trabajo. Todas estas experiencias le hicieron decidirse a dominar el idioma chino. Dennis Delehanty recuerda que ha sido testigo privilegiado de los cambios radicales sucedidos en China. A principios de la década de 1980, la gente aún usaba el traje Mao y montaba bicicletas. Pero ahora los rascacielos se han alzado del suelo.
Su contacto con China se volvió más estrecho e intenso porque su hija consiguió una beca del Instituto Confucio de la Universidad George Mason para estudiar chino en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing. En 2011, después de graduarse, su hija se quedó a trabajar en China hasta 2015, año en el que regresó a su país. “Yo no le pedí a mi hija estudiar chino. Mi familia tiene un destino relacionado con China”, declara Delehanty.
Pasión por la literatura clásica china
En 2012, cuando se jubiló del Departamento de Estado de EE. UU., empezó a asistir semanalmente a las conferencias sobre asuntos chinos organizadas por el Instituto Confucio
de la Universidad George Mason. A finales de 2014, Dennis Delehanty propuso el establecimiento de un club de literatura china y expresó su deseo de conocer la cultura china a través de la lectura de las obras clásicas. En 2016, seis miembros del club ya podían leer y discutir sobre las obras de escritores famosos como Lu Xun, Lao She, Ba Jin, Shen Congwen, entre otros. “Nos hemos beneficiado mucho de las lecturas. Hemos logrado conocer la cultura china, así como la determinación y generosidad del pueblo chino a través de las obras clásicas”.
Delehanty recuerda el momento en que leyó por primera vez una obra china. “Estaba en una librería de Beijing. No sabía qué leer y, en un momento dado, me llamó la atención la ilustración de un libro y me decidí a comprarlo. Cuando me puse a leerlo en el avión, me di cuenta de que era un libro famoso llamado Liaozhai Zhiyi (titulado en inglés como “Strange Stories from a Chinese Studio”), el cual tiene muchos cuentos fantásticos”.
“La literatura china es muy interesante. La milenaria civilización china no solo posee las Cuatro Grandes Novelas Clásicas ( Viaje al Oeste, A la orilla del agua, Romance de los Tres Reinos, Sueño en el Pabellón Rojo), sino también sobresalientes obras de escritores modernos”. Delehanty está bastante familiarizado con las obras literarias chinas. “Empecé por leer a Lu Xun. En cierto modo, él es el padre de la literatura china moderna y puede inspirar a escribir como Shakespeare. También me gustan mucho las obras de Lao She y Ba Jin, pero mi favorita es una de Shen Congwen que se llama Biancheng (titulado en español como ‘La ciudad fronteriza’)”. Delehanty no está de acuerdo con quienes sostienen que el lenguaje de Shen es demasiado sencillo; por el contrario, para él su lenguaje es tan natural y pintoresco como la nube y el agua. Gracias a su estilo, aquellos que no han tenido la oportunidad de conocer China pueden sentir lo hermoso del pueblo natal del escritor.
Dennis Delehanty puede leer en siete idiomas, por lo que siempre ha tratado de disfrutar las obras literarias en su lengua original. “Muchas veces, cuando hablo con los chinos, no puedo entender lo que dicen implícitamente. Sin embargo, si leo los libros en chino, siento como que soy uno de los personajes y puedo entender la historia desde el punto de vista de un chino. Es una experiencia muy especial porque siento que puedo pensar como los chinos. Esa sensación la tuve por primera vez cuando leí una obra de Ba Jin llamada Noches frías”.
Los miembros del club de literatura china se reúnen cada dos semanas y siempre analizan en chino los cuentos que están leyendo. Es tanto un desafío como un entretenimiento para Delehanty. “A través de la literatura moderna conocemos más de cerca a China y la ideología de su gente. Esto beneficia también a los que llevan décadas estudiando y viviendo en China e investigando la sinología”.
Delehanty se siente muy agradecido de que el Instituto Confucio haya organizado este club de lectura porque ofrece oportunidades a quienes tienen la necesidad de mejorar su nivel de chino. También sugirió que se difunda este modelo en otros institutos Confucio de Estados Unidos e incluso en otros países porque cada vez hay más occidentales que empiezan a aprender chino, el idioma más hablado del mundo.
El chino conecta al mundo
Dennis Delehanty manifiesta que China desempeña un papel cada vez más importante dentro de la comunidad internacional, y que para el país es fundamental comunicarse y conectarse con el mundo. Los cursos de chino en el Instituto Confucio son una de las formas más eficaces.
La ceremonia de inauguración de uno de los institutos Confucio dejó una profunda impresión en Delehanty, pues se dio cuenta de que a través de estos centros educativos China busca conectarse con el mundo y difundir su idioma. “Los institutos Confucio unen a China y el mundo, y promueven la conectividad de idiomas y la voluntad de los pueblos. Es su aporte a la humanidad”.
En cuanto al desarrollo futuro de los institutos Confucio, Delehanty espera que los profesores puedan enseñar contenidos más desafiantes y que los cursos no solo abarquen la cultura y la literatura, sino también la filosofía y la historia de China, con el fin de que gente como él pueda profundizar sus conocimientos sobre diferentes terrenos del país oriental. “Si algún día se abrieran cursos de filosofía, seguramente les diría a mis amigos que se inscribieran”.
“Es mi ideal que todos los pueblos del mundo puedan comprenderse, respetarse, cooperar y convivir en paz”, finaliza.