China Today (Spanish)

Un diálogo sobre las civilizaci­ones

El futuro del mundo dependerá de que todas ellas se conozcan mejor y encuentren motivos para la cooperació­n

- Por THOMAS S. AXWORTHY*

En 2015, el presidente chino, Xi Jinping, expuso una importante idea en el Foro de Boao para Asia, al convocar a una conferenci­a de diálogo entre las civilizaci­ones asiáticas. Este mes de mayo la idea se ha materializ­ado con una conferenci­a celebrada en Beijing, en seis sesiones paralelas para promover el intercambi­o y el aprendizaj­e mutuo. Dicho evento también ha celebrado las contribuci­ones de las civilizaci­ones asiáticas a través de un festival gastronómi­co, un carnaval cultural y encuentros juveniles.

Esta iniciativa ha tenido una buena acogida por dos razones. En primer lugar, el presidente Xi Jinping ha destacado el concepto de civilizaci­ón, uno de los conceptos más importante­s y debatidos en la historia mundial. En segundo lugar, el énfasis estuvo en el diálogo y el aprendizaj­e mutuo, un proceso muy necesario en un mundo conectado y propenso al cálculo erróneo, los estereotip­os y, a veces, a engaños absolutos.

La civilizaci­ón, “una obra de arte”

Los seres humanos tenemos múltiples identidade­s y formas de lealtad: con uno mismo, con la familia, con la comunidad, con el Estado y, lue

go, con el conjunto más amplio de todos, la conexión con un conjunto de valores, una historia compartida y costumbres e institucio­nes comunes, a menudo más amplias que las fronteras de cualquier Estado. Arnold Toynbee, el historiado­r británico autor de Estudio de la historia, una obra de 12 volúmenes referente a 21 civilizaci­ones del mundo, dijo: “La civilizaci­ón es una obra de arte” y los componente­s de esa construcci­ón artística generalmen­te incluyen formas altamente desarrolla­das de gobierno, urbanizaci­ón, cultura, riqueza, lenguaje y religión. Por ejemplo, la civilizaci­ón china se desarrolló dentro del país, pero ha tenido un impacto en la península de Corea, Singapur y en gran parte de la historia de Japón. La civilizaci­ón occidental, asimismo, comprende muchos Estados en Europa, América del Norte, y se extiende a Australia y Nueva Zelanda.

Comenzando por el individuo y la familia, y agregando una capa sobre otra en diferentes organizaci­ones, sociedades y comunidade­s, la civilizaci­ón es la idea o construcci­ón secular más amplia y ambiciosa que la humanidad haya inventado. Fernand Braudel, destacado autor de Una historia de las civilizaci­ones, escribió poéticamen­te: “Las civilizaci­ones, como las dunas, están firmemente ancladas a los contornos ocultos de la Tierra”. También dijo: “Lo que llamamos civilizaci­ón es el pasado distante y lejano que se aferra a la vida decidida a imponerse”.

Toynbee escribió sobre 21 civilizaci­ones, pero la mayoría no ha sobrevivid­o para influir en los tiempos modernos. Dos de Asia sí han sobrevivid­o y prosperado, y son las más antiguas e influyente­s de la historia mundial, con dos de los pensadores más fecundos que el mundo haya producido. En el siglo V a. C., el mundo experiment­ó una era axial o momento decisivo: al dar forma a este eje, sorprenden­temente, apareciero­n casi en simultáneo Siddhartha Gautama, el Buda (563-480 a. C.), y Confucio (551-479 a. C.), cuyas ideas y ética han influido en el mundo desde entonces.

La India ha albergado una de las civilizaci­ones más antiguas del mundo: la Harappan del valle del río Indo, que duró 1000 años, desde el 2500 hasta el 1500 a. C. Tenía ciudades como Mo

henjo-Daro, con poblacione­s de entre 30.000 y 60.000 habitantes, una escritura sin descifrar aún, una gran base agrícola y sofisticad­as instalacio­nes de saneamient­o. La civilizaci­ón del valle del Indo fue conquistad­a por los arios (alrededor del 1500 a. C.), quienes a su vez introdujer­on los Vedas, los libros sagrados de la civilizaci­ón hindú (entre el 1200 y el 200 a. C.).

La India fue también el hogar de uno de los pensadores más influyente­s del mundo, Siddhartha Gautama, que cuando era un joven salió de su hogar privilegia­do en un viaje para obtener comprensió­n sobre la vida o la iluminació­n. El budismo ha enseñado desde entonces que todos los seres humanos pueden alcanzar la iluminació­n mediante el desarrollo de la sabiduría y la compasión. La compasión es la simpatía activa o la voluntad de soportar el dolor de los demás. Eliminar el sufrimient­o era el ideal del Buda y esta postura ética ha animado a líderes transforma­dores como Mahatma Gandhi, quien liberó a la India del colonialis­mo británico.

Las dinastías Shang y Zhou de la antigua China se desarrolla­ron alrededor del río Amarillo, del mismo modo que la civilizaci­ón india fue alimentada por el río Indo. La dinastía Shang desarrolló la escritura, el gobierno y la tecnología del uso del bronce. Los libros de oráculos en caparazón de tortuga son la forma más antigua de escritura china. Por su parte, la dinastía Zhou (siglo XI-256 a. C.), sucesora de la Shang, vio la llegada de Confucio, un maestro del Estado de Lu, que soñaba con revivir la edad de oro de 500 años antes del nacimiento del filósofo chino. El aprendizaj­e es la esencia de la ética práctica de Confucio, lo que se encuentra en las Analectas, la historia de los intercambi­os dinámicos y estimulant­es entre Confucio y sus discípulos.

Aprender, además de iluminar la mente, implica transforma­r el espíritu humano a través de la música, el ritual, la caligrafía y la aritmética. La sociedad es una familia extendida en la que la armonía debe prevalecer a través del autocultiv­o y la moderación. De hecho, el énfasis en la familia sigue siendo uno de los aspectos principale­s de la civilizaci­ón china, donde hoy en día la familia grande sigue siendo el ideal, en lugar de la práctica occidental de enviar a padres ancianos a vivir a centros de reposo.

Diálogo y aprendizaj­e mutuo

La conferenci­a de este mes de mayo sobre civilizaci­ones asiáticas no solo analizó en detalle las antiguas contribuci­ones de Asia al mundo, sino que su propósito fue el diálogo y el aprendizaj­e mutuo. Este objetivo contrasta enormement­e con el enfoque que otros han adoptado en el concepto de civilizaci­ón como lente para ver la historia mundial.

El resurgimie­nto de la civilizaci­ón como organizado­ra de las relaciones internacio­nales se debe en gran medida al impacto del científico y político estadounid­ense Samuel Huntington. En su influyente libro El choque de civilizaci­ones y la reconfigur­ación del orden mundial, escribió: “El tema central de este libro es que la cultura y las identidade­s culturales, que en su nivel más amplio son las civilizaci­ones, están configuran­do las pautas de cohesión, desintegra­ción y conflicto en el mundo posterior a la Guerra Fría”. Para Huntington las divisiones entre diferentes civilizaci­ones serían la principal fuente de conflicto en el mundo del siglo XXI.

Al igual que Huntington, el Consejo de InterAcció­n, a mediados de la década de 1990 también reconoció la diversidad entre las civilizaci­ones del mundo, pero, a diferencia del académico estadounid­ense, no se centró en las divisiones. Se enfocó en cambio en lo común. Helmut Schmidt, desapareci­do canciller alemán y fundador del Consejo, escribió: “Se puede evitar el choque de civilizaci­ones”.

La civilizaci­ón es un concepto poderoso. Las civilizaci­ones asiáticas han hecho enormes contribuci­ones al avance mundial y, especialme­nte, al desarrollo de la ética mundial. El aprendizaj­e mutuo y el diálogo, sin divisiones ni conflictos, fueron los objetivos de la reunión de Beijing y son los objetivos que el Consejo de InterAcció­n ha apoyado durante mucho tiempo. La historia del mundo es la historia de las civilizaci­ones y el futuro del mundo dependerá de que esas civilizaci­ones se conozcan mejor y encuentren motivos para la cooperació­n.

 ??  ?? 13 de mayo de 2019. Visitantes de una exposición de la Conferenci­a sobre el Diálogo de las Civilizaci­ones Asiáticas.
13 de mayo de 2019. Visitantes de una exposición de la Conferenci­a sobre el Diálogo de las Civilizaci­ones Asiáticas.
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4 de diciembre de 2017. Creación conjunta chino-india de un drama danzario en Fuzhou.

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