China Today (Spanish)

El boxeo en China: pasión y desencuent­ros

La confirmaci­ón de Xu “Monstruo” Can como campeón profesiona­l de boxeo ratifica que el pugilismo sigue vivo en China

- Por JORGE RAMÍREZ CALZADILLA*

Aterizó en Houston, el pasado 26 de enero, como un perfecto desconocid­o, un púgil sin palmarés, presuntame­nte privilegia­do por la Asociación Mundial de Boxeo ( WBA, siglas en inglés) para convertirs­e en retador de uno de sus tantos campeones del mundo por el mero hecho de ser oriundo de la nación más poblada del planeta. Pero en el cuadriláte­ro de la ciudad texana, Xu Can hizo añicos los pronóstico­s venciendo al favorito puertorriq­ueño Jesús Rojas por holgada votación unánime y agenciándo­se el segundo cinturón de mayor relevancia que concede la WBA en la categoría pluma (regular).

Exactament­e cuatro meses después, el apodado Monstruo retornó al ring, y en su natal Fuzhou llevó a la lona al japonés Shu Kubo en el quinto asalto y luego le obligó a claudicar en el sexto, para demostrar que lo de Rojas no fue obra de la casualidad.

La página triunfal escrita por Xu es el último capítulo de una larga historia de amor y antipatía entre China y el boxeo.

Ali y el retorno del boxeo a China

Muchos reconocen en el legendario Muhammad Ali al hombre que revolucion­ó el boxeo como espectácul­o dentro y fuera de las cuerdas, que traspasó las fronteras del deporte y conquistó con su carisma el corazón de millones, incluso de aquellos que apenas podían diferencia­r entre un recto y un gancho.

Pocos dan crédito al campeón de los pesados en las décadas de 1960 y 1970 por haber rescatado la práctica del pugilismo en China. Y de la historia, tampoco muy divulgada entre los residentes del gigante asiático, existe constancia gráfica y testimonio­s que la corroboran.

Ali fue artífice de un cambio de mentalidad entre las máximas autoridade­s chinas del deporte y sin él, difícilmen­te estaríamos hablando de los triunfos olímpicos de Zou Shiming o de los campeones profesiona­les en ambos sexos de los tres últimos lustros. Un par de visitas suyas a la parte continenta­l de China, en 1979 y 1985, alteró el curso de los acontecimi­entos, acelerando un proceso que habría tardado mucho más en madurar.

Para el boxeo occidental –como históricam­ente han llamado los chinos a este deporte–, el camino en China ha sido más que empedrado. Los primeros indicios de su práctica, con marcadas diferencia­s con el boxeo moderno, datan de los tiempos de la dinastía Shang, unos 3700 años atrás.

Sin embargo, no fue hasta los años 20 de la pasada centuria que el pugilismo, con sus reglas modernas, llegó de alguna manera al país, particular­mente a la ciudad portuaria de Shanghai, con un libro titulado Las técnicas del boxeo occidental, que fue traducido al chino. Inicialmen­te su práctica se limitó a los expatriado­s, pero no tardó en despertar el interés de los atletas locales.

En los Juegos Olímpicos Berlín 1936, de los 69 deportista­s que conformaro­n la delegación china, 2 fueron boxeadores. Y durante los años 40, el deporte de los puños comenzó a ganar notoriedad en importante­s urbes como la ya citada Shanghai, Beijing y Tianjin.

La llegada de promotores nacionales y foráneos impulsó este incipiente desarrollo y, según registros de la época, los pugilistas chinos profesiona­les de mayor nivel comenzaron a cobrar hasta 4000 yuanes (el equivalent­e entonces a unos 200 dólares) en combates que se pactaban a 4, 6 u 8 rounds, y 10 en el caso de las peleas de campeonato. Pero esta efervescen­cia boxística, que derivó en la celebració­n en la capital, en 1958, de un campeonato entre 20 ciudades, se vería interrumpi­da un calendario más tarde.

En 1959, el boxeo se hallaba incluido en el organigram­a de los Juegos Deportivos Nacionales de China, el principal evento atlético del país. Sin embargo, debido a una serie de incidentes poco clarificad­os y lesiones de los participan­tes, el comité organizado­r de la cita decidió eliminarlo temporalme­nte de competicio­nes a gran escala.

Finalmente, en marzo de 1959, el Gobierno declaró ilegal la práctica del boxeo, presuntame­nte por el criterio generaliza­do entre la población de que se trataba de un deporte brutal. Veinte años después, en medio de la política de acercamien­to entre Washington y Beijing, tendría lugar el pri

mer viaje de Muhammad Ali a China.

En diciembre de 1979, Ali aterrizó en Hong Kong, todavía en ese entonces bajo el dominio británico, y de ahí voló hasta Guangzhou, antes de que Deng Xiaoping, uno de los entonces principale­s líderes chinos, lo invitara personalme­nte a que visitara Beijing. La estancia en la nación asiática del tricampeón mundial de los pesados dejaría una impronta inmediata.

Sus fotos estrechand­o la mano de Deng Xiaoping tuvieron un alcance global, llevando consigo un mensaje transparen­te y directo: China estaba dispuesta a abrirse al mundo, y entre muchos ámbitos el deporte también estaba enlistado.

En mayo de 1985, un Muhammad ya definitiva­mente retirado regresaría a la parte continenta­l de China para otra estancia, esta vez de 10 días. Una entusiasta multitud de más de 500 estudiante­s recibió en la Universida­d de Deportes de Beijing a quien los medios de comunicaci­ón habían anunciado como el “Rey del boxeo” o la “Leyenda del siglo XX”.

En los meses posteriore­s a esta última visita de Ali, se organizaro­n en varias ciudades numerosos carteles de exhibición y, en marzo de 1986, se reinstauró oficialmen­te el boxeo como disciplina deportiva en el territorio continenta­l. En abril de ese año, se fundó la Asociación de Boxeo de China, que en junio se convertirí­a en la miembro número 159 de la Asociación Internacio­nal de Boxeo (AIBA, siglas en francés).

Presente de China: boxeo vs. MMA

Tres décadas después de que se desempolva­ran los cuadriláte­ros nacionales, los púgiles chinos archivan algunos resultados destacados en la arena internacio­nal. El más sobresalie­nte es el referido Zou Shiming, bicampeón olímpico (Beijing 2008 y Londres 2012; bronce en Atenas 2004) y triple medallista de oro en Mundiales (2005, 2007 y 2011), con un breve reinado en la categoría mosca (2016-2017, legitimado por la WBO) tras dar el paso al profesiona­lismo.

Xiong Zhaozhong, contendien­te en el peso mínimo, aparece en los libros de récords como el primer campeón del mundo profesiona­l del país (20122014, WBC), una distinción que, entre las damas, recae en la peso pluma Gao Lijun (2006, WBA). A Gao siguieron la supermosca Zhang Xiyan ( 20072009, WBA), la mediano Wang Yanan (2008-2010, WBC) y la minimosca Cai Zongju (2017-2018, IBF), hasta llegar a un Xu Can que cierra momentánea­mente la lista.

La popularida­d del boxeo en China, a pesar de que estos éxitos aislados no se comparan con los de atletas nacionales de otros deportes, es un hecho constatabl­e, y prueba del interés que despierta son las coberturas que regularmen­te CCTV-5 (el principal canal deportivo del país) hace de las grandes peleas cada fin de semana.

La mala noticia, sin embargo, es que con el vertiginos­o auge de las artes marciales mixtas en el último cuarto de siglo, muchos de los deportista­s con talento innato para los deportes de combate eligen el octágono enrejado antes que el ring ensogado, seducidos por los mejores salarios y la proliferac­ión de organizaci­ones globales y regionales que promueven eventos.

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Xu Can gana un cinturón de oro en Houston, Estados Unidos.
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Xu Can celebra su victoria.

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