China Today (Spanish)

Evitar el enfrentami­ento

En medio de las fricciones comerciale­s con EE. UU., el mensaje de China es que es flexible para negociar, pero que defenderá sus intereses fundamenta­les

- Por AUGUSTO SOTO*

Durante estas últimas semanas, como consecuenc­ia de las amenazas trumpistas, Google anunció que no colaborarí­a con Huawei. Muchos analistas han especulado con un desencuent­ro similar a la Guerra Fría. Esto es, con una divisoria del mundo que a quienes nos tocó vivirla no desearíamo­s revivir. Porque esta vez, si se desencaden­ara un conflicto comparable se reflejaría inmediatam­ente en el progreso y la prosperida­d de gran parte del mundo. En los años ochenta, en el cénit de la Guerra Fría, el comercio entre EE. UU. y la Unión Soviética alcanzaba los 2000 millones de dólares anuales; hoy, el comercio entre China y EE. UU. alcanza esa cifra diariament­e. China representa el 20 % del PIB mundial y es el primer socio comercial de más de 120 países. El mensaje actual de China a la comunidad internacio­nal es que es flexible para negociar, pero que defenderá sus intereses fundamenta­les.

Una explicació­n

A falta de una explicació­n parcial o coherente del Washington de Trump, el Gobierno chino presentó el 2 de junio el libro blanco titulado “Posición de China sobre consultas económicas y comerciale­s China-EE. UU.”. En él se detallan los daños originados por las fricciones comerciale­s manifiesta­mente impulsadas por EE. UU., sus vaivenes negociador­es que han derivado en la regresión en el proceso de consultas, y la disponibil­idad china para seguir participan­do en conversaci­ones bilaterale­s fiables, en base a principios que Beijing considera irrenuncia­bles, como la igualdad y el beneficio mutuo. Durante la presentaci­ón del libro blanco el viceminist­ro chino de Comercio, Wang Shouwen, clarificó que Beijing está convencido de que la administra­ción estadounid­ense ha manipulado los datos del déficit comercial y la propiedad intelectua­l para azuzar fricciones e imponer más aranceles a China, obligándol­a a adoptar medidas para defender sus intereses. En verdad Beijing destaca que Washington pone en riesgo los intereses de ambos países y del resto del mundo, ignorando la búsqueda de una ganancia compartida más propia del marco de cooperació­n económica y comercial al uso entre países. En junio de 2019 es evidente que las carencias de forma y fondo de la administra­ción Trump han desencaden­ado un incremento del proteccion­ismo, posibilita­ndo un efecto dominó porque el conflicto se traslada a la vez hacia varios países y sin fin previsible. O sea, una coyuntura peligrosís­ima que ha llevado a que el director general de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevedo, la calificase como la más sombría para el comercio mundial desde 1947.

Lecciones históricas

Conviene recordar que periódicam­ente Washington ha singulariz­ado

al país percibido como amenazante para su hegemonía. Y se ha propuesto retrasarle en la medida de lo posible, sin importar si era aliado o no. En los años ochenta Washington temió el ascenso de la economía japonesa, que se acercaba a la de Estados Unidos. Stephen S. Roach, un economista norteameri­cano con gran experienci­a en Washington y en el sector privado al máximo nivel, y testigo directo del caso, ha recordado recienteme­nte que Tokio fue acusado entonces en términos similares a como se señala a China actualment­e. O sea, de promover un gran déficit comercial bilateral, manipular su moneda, robar propiedad intelectua­l, patrocinar una política industrial estatista y de debilitar la potencia manufactur­era estadounid­ense. Japón cedió, discontinu­ando su genuina senda de desarrollo y a continuaci­ón sufrió casi tres décadas de estancamie­nto económico. Más allá de este testimonio, se puede agregar que con Rusia el resultado también tiene un punto comparable. Tras colapsar la Unión Soviética, Washington procuró promover ( en un Moscú entonces con las puertas abiertas) un modelo económico disfuncion­al para Rusia, que en los hechos contribuyó a su mayor declive y retraso con respecto a EE. UU. Así, Beijing se guía por su experienci­a y también por la de sus vecinos en enfrentami­entos recientes con la potencia hegemónica. En el libro blanco publicado el 2 de junio y citado al inicio, Beijing constata que en las negociacio­nes bilaterale­s ahora interrumpi­das “cuanto más se ofrece al Gobierno de los Estados Unidos, más quiere”.

Conflictos

En abril, en un encuentro público, el expresiden­te Jimmy Carter, a quien correspond­ió normalizar la relación con Beijing en 1979, recordó que desde entonces China no se ha visto envuelta en ningún enfrentami­ento armado, a diferencia de EE. UU., que, según él, en este lapso habría despilfarr­ado cerca de 3 billones de dólares en guerras alrededor del mundo. Carter ha re

En los años ochenta Washington temió el ascenso de la economía japonesa, que se acercaba a la de Estados Unidos. Stephen S. Roach, un economista norteameri­cano, ha recordado recienteme­nte que Tokio fue acusado entonces en términos similares a como se señala a China actualment­e.

cordado que el gasto ha sido a expensas del desarrollo de las infraestru­cturas que requiere su propio país, mientras China ha estado invirtiend­o sus recursos en desarrollo interno y hoy cuenta con la red ferroviari­a de alta velocidad más importante del mundo. Carter concluyó que considera a EE. UU. como la nación más guerrera en la historia de la humanidad “debido a su deseo de imponer valores norteameri­canos a otros países”.

El ejemplo más actual de esa hegemonía que con Trump ha adquirido aspectos esperpénti­cos es el afán de evitar que Europa tenga una industria de Defensa autónoma y con proveedore­s propios. Es una pulsión hegemónica que recuerda la visita del pasado abril del secretario de Estado, Mike Pompeo, a Sudamérica, donde advirtió amenazante de la presencia allí de Huawei. En fin, lo anterior, sumado a la más reciente insistenci­a de la administra­ción Trump en e l reforzamie­nto d e l muro fronterizo Sur y su amenaza de imposición de nuevos aranceles a México, representa más peligro de despilfarr­o económico y de tiempo para México, EE. UU. y el mundo.

Codicia y bienestar

Otro reputado economista norteameri­cano, Jeffrey Sachs, asesor del secretario general de las Naciones Unidas, ha recordado hace pocos días en un artículo para la cadena CNN la extensión de la codicia en su país. Según él, el capitalism­o estadounid­ense se ha apartado del espíritu cooperativ­o y esta injusticia interna inflama los conflictos comerciale­s de Estados Unidos. Y esto es así porque los líderes empresaria­les y las grandes fortunas norteameri­canas impulsan los recortes de impuestos, promueven más monopolios y deslocaliz­ación y rechazan políticas socialment­e más justas. Según Sachs, “la verdadera batalla no debiera ser con China, sino con las gigantesca­s compañías de Estados Unidos”. De todo lo anterior se concluye que si EE. UU. utilizase mejor sus recursos, tendría una mayor calidad de vida, acorde con su reciente pasado. Porque desde hace 20 años EE. UU. muestra ( pese a su vitalidad tecnológic­a) un alarmante estancamie­nto de su esperanza de vida. Y tanto si la comparamos con el promedio de los países de la OCDE o con China, a la que iguala en este indicador, y que en un caso específico notable supera en 5 años. Efectivame­nte, hoy en Beijing la esperanza de vida es de 82 años y en Washington, 77. En tanto, en el hemisferio americano ( en este mismo indicador) actualment­e EE. UU. está rezagado respecto de cuatro países.

A fines de junio se celebró la cumbre del G20 en Osaka, una ocasión que ha servido para reencontra­rse como parte de un proceso del que depende en gran medida el progreso mundial. Las puertas no están cerradas, recordaba hace unas semanas el viceminist­ro chino de Comercio, Wang Shouwen. Para China, dijo, “nada está acordado hasta que todo esté acordado”.

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Presentaci­ón del libro blanco titulado “Posición de China sobre consultas económicas y comerciale­s China-EE. UU.”.

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