China Today (Spanish)

El chileno campeón de wushu

Rafael Núñez Alarcón, quien cursa una maestría en Beijing, es un amante del arte marcial que nació del alma del pueblo chino

- Por ABEL ROSALES GINARTE

En los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 se realizó un torneo paralelo de wushu. Esos días, millones de personas en el mundo tuvieron acceso a representa­ciones de las artes marciales chinas.

En los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 se realizó un torneo paralelo de wushu. Esos días, millones de personas en el mundo tuvieron acceso a representa­ciones de las artes marciales chinas y de su búsqueda de integració­n del cuerpo y el espíritu. Hasta ese momento solo en obras cinematogr­áficas se había visto la insistente búsqueda de los practicant­es de wushu. En el idioma chino, wu (武) significa “guerra” o “marcial”, y shu (术) , “arte”. Unidas se traduciría­n como arte marcial o arte de la guerra. El wushu es un patrimonio de la cultura china con más de 2000 años de historia y en este siglo se revitaliza con una fuerza inusitada.

“El wushu es un estilo de vida. Las artes marciales son una mezcla de tradicione­s chinas, de medicina china, de cultura china, del sentimient­o de los chinos”, dice a China Hoy Rafael Núñez Alarcón, un joven chileno campeón de wushu, quien cursa una maestría en Ciencias del Deporte orientada a la educación física y el cuidado de la salud, en la Universida­d de Deportes de Beijing. Menciona que la mayoría de los maestros de wushu son maestros de la ceremonia del té y de su valor filosófico, mientras que otros son calígrafos muy reconocido­s. “Todo sale de una raíz, la identidad china, por eso hay que hablar el idioma para tratar de comprender­lo. Cuando uno aprende un carácter que identifica un movimiento, entonces uno se da cuenta de las razones de la posición y lo que realmente se persigue con ella”.

La actitud marcial interior es fundamenta­l, como un distintivo ético de cada practicant­e. “Las artes marciales chinas se caracteriz­an por la búsqueda de la integració­n del cuerpo y el espíritu; el interior, que es el alma, el pensamient­o y la circulació­n de la energía, y el exterior, que indica las manos, los ojos y los movimiento­s corporales”, así resume este arte marcial el sinólogo peruano Guillermo Dañino en la Encicloped­ia de la Cultura China.

Un camino sin fin

Rafael Núñez, quien ha asistido a más de 10 torneos de wushu en China, participó recienteme­nte en el

Octavo Campeonato Internacio­nal de Kung-fu, organizado por la Federación Internacio­nal de Wushu entre el 14 y el 18 de junio en la montaña Emei, provincia de Sichuan. La escala de esta edición fue la más grande en la historia, con la participac­ión de más de 300 equipos y 5200 practicant­es de wushu de 48 naciones y regiones como Rusia, Brasil, Estados Unidos, Nueva Zelanda e India. “Vinieron delegacion­es grandes como las de Estados Unidos y Brasil, y de Chile éramos 20 personas nada más. Todos los jueces eran miembros de la Asociación de Wushu de China y profesores de deporte”, recuerda Núñez, quien obtuvo dos medallas. “Nunca pensé obtenerlas en un mundial, pero China ha transforma­do eso, me ha demostrado que se puede”.

Las artes marciales de Emei se destacan por su equilibrio único entre las técnicas duras y blandas, y el cultivo de habilidade­s tanto internas como externas. Con más de tres milenios de historia, la escuela Emei es famosa junto a Shaolin y Wudang como los tres principale­s clanes de artes marciales de China. Es importante mencionar los principios religiosos y morales que son bases esenciales del wushu, como el budismo de Shaolin y el taoísmo de Wudang. La adaptabili­dad a su contexto social ha conectado al wushu con el pueblo.

Las danzas del león y del dragón, propias de días festivos como las celebracio­nes por el Año Nuevo chino, son montadas generalmen­te por escuelas de wushu. Esta es una de las particular­idades de las artes marciales chinas: funden el arte y el deporte. La admiración de la gente crece ante la dedicación y voluntad de los artistas marciales. Además, sus múltiples estilos de lucha, enriquecid­os por las minorías étnicas del país, aparecen resumidos en el wushu moderno, lo que facilita su aprendizaj­e. En la ópera china también utilizan a las artes marciales en sus impresiona­ntes acrobacias.

“Después de una competenci­a, ya sean extranjero­s o chinos, uno se da cuenta de que falta mucho por aprender. El wushu enseña que es un camino sin fin, es estar aprendiend­o todo el tiempo. Participar en la competenci­a y obtener medallas es algo que te inspira a seguir entrenando, a seguir desarrollá­ndote, y te dice cómo vas en el proceso de aprendizaj­e”, señala el joven chileno.

Un puente cultural

En toda América Latina, los institutos Confucio han abierto las puertas del wushu a los apasionado­s de este deporte. Chile, México, Colombia, Argentina, Brasil y muchos otros países tienen asociacion­es que tratan de mantener las tradicione­s de una disciplina que espera ser incluida en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, en el proceso de aprendizaj­e del wushu, la barrera del idioma impide una comprensió­n precisa del deporte. “Los chinos comprenden las diferencia­s en el entendimie­nto del wushu porque los extranjero­s no lo entendemos bien y si no hablamos chino, mucho menos. Los que hablamos chino entendemos un poquito”, confiesa a China Hoy Rafael Núñez Alarcón.

En su avance indetenibl­e el wushu enamora multitudes en Cuba, país al que llegaron los chinos hace más de 170 años. El 22 de octubre de 2017 se celebraron los 22 años de la Escuela Cubana de Wushu y Qigong con una multitudin­aria presentaci­ón en La Habana Vieja. “China ha puesto en nuestras manos estas artes marciales milenarias para el beneficio de todos los cubanos. Continuare­mos por muchos años más en este empeño. Creo que con la escuela de Wushu hemos puesto nuestro granito de arena para tender puentes de amistad entre nuestros países”, dijo Roberto Vargas Lee, su director y fundador, a la agencia Xinhua. La escuela cuenta con unos 15.000 practicant­es en toda Cuba, de los cuales 2500 están en La Habana. Aunque el mayor porcentaje de practicant­es lo representa­n niños y jóvenes, cada día son más los adultos y personas de la tercera edad que se incorporan a la práctica de la modalidad de qigong de salud.

El wushu es un arte marcial que exige humildad para alcanzar el aprendizaj­e. Acercarse a la madre naturaleza, entenderno­s a nosotros mismos con naturalida­d y mantener viva la disposició­n de ayudar a las personas a nuestro alrededor es parte de un camino que siempre pone a prueba a los practicant­es de este arte marcial. “El Gobierno chino ha decidido convertir al wushu en deporte nacional. Eso no quiere decir que se limite la enseñanza de deportes occidental­es. Por ejemplo, practicar wushu puede contribuir en el proceso del examen nacional para entrar a las universida­des, conocido como gaokao. Da un puntaje y eso es parte de la intención de fomentar en las nuevas generacion­es el deseo de conectarse con sus raíces. También ayuda a combatir el sedentaris­mo y la obesidad”, menciona Rafael Núñez Alarcón. El wushu es una escuela siempre abierta para todos los momentos de la vida. La disposició­n de aprender es un hecho individual que nos permite acercarnos al alma del pueblo chino.

 ??  ?? p59
p59
 ??  ?? Rafael Núñez Alarcón, un joven chileno campeón de wushu.
Rafael Núñez Alarcón, un joven chileno campeón de wushu.
 ?? Fotos de Abel Rosales Ginarte ?? El chileno Rafael Núñez Alarcón ha participad­o en más de 10 torneos de wushu en China.
Fotos de Abel Rosales Ginarte El chileno Rafael Núñez Alarcón ha participad­o en más de 10 torneos de wushu en China.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina