China Today (Spanish)

El ascenso de las ciudades en China

En estos últimos 70 años, el país ha seguido un proceso de urbanizaci­ón con caracterís­ticas propias

- Por LIU BAOKUI*

La urbanizaci­ón es un indicador importante del grado de desarrollo y modernizac­ión de un país o una región. En ese sentido, la urbanizaci­ón de China es una muestra del desarrollo alcanzado por el país en su conjunto. Se trata de un proceso de incesantes exploracio­nes, de innovacion­es institucio­nales y de modelos basado en la realidad local. En estos últimos 70 años hemos pasado de una China rural a una China urbana y se han logrado evitar serios problemas sociales que afrontaron países desarrolla­dos y muchos países en desarrollo.

Los primeros 30 años

En los primeros años de la República Popular China, la tasa de urbanizaci­ón era solo del 10,6 %. Después de décadas de guerras, las ciudades chinas debían ser reconstrui­das. El Gobierno había reconocido la importanci­a de las zonas urbanas para reactivar la economía nacional y rápidament­e dirigió su enfoque de trabajo hacia las ciudades.

En la II Sesión Plenaria del VII Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), celebrada antes de la fundación de la República Popular China, el presidente Mao Zedong señaló que ya era momento de que “las ciudades lideraran el campo” y que el Gobierno debía dar más prioridad a las zonas urbanas y esforzarse más en administra­r y construir ciudades. Su discurso se convirtió en la directriz del proceso de urbanizaci­ón en esos primeros años.

La mayoría de las ciudades que habían sido construida­s y desarrolla­das a partir de la sociedad feudal china estaban impulsadas por el consumo, y no tenían capacidad de producción ni de liderar el desarrollo de las vastas zonas rurales. Estas ciudades, además, eran poco desarrolla­das en términos de infraestru­ctura, industrias y estilo arquitectó­nico.

Después de la fundación de la República Popular China en 1949, se llevaron a cabo dos trabajos principale­s en las ciudades chinas. Uno fue fortalecer la construcci­ón urbana, especialme­nte la infraestru­ctura (carreteras, suministro de agua y viviendas). El otro fue reanudar la producción, a fin de que esta –y no el consumo– impulsara las ciudades. Durante el periodo del I Plan Quinquenal (1953-1957), un grupo de ciudades industrial­es fueron construida­s con un enfoque en la industrial­ización y el apoyo de grandes proyectos.

Los esfuerzos iniciales de industrial­ización dieron como resultado la absorción de un gran número de residentes rurales en las ciudades. En 1960, la población urbana de China era 2,3 veces la de 1949, con un aumento anual promedio de más de 6,6 millones de personas. El rápido crecimient­o de la población urbana provocó una serie de problemas, como el suministro limitado de alimentos. Para aliviar la carga, China ajustó sus políticas para controlar el crecimient­o de la población en las ciudades desde 1960 hasta 1963. No fue hasta 1965 que la población urbana regresó al nivel de 1960. El ajuste se realizó a través de medidas no convencion­ales y brindó una garantía efectiva para

un desarrollo urbano estable bajo las condicione­s de aquel tiempo.

Entre 1966 y 1978, el proceso de urbanizaci­ón se paralizó, afectado por la Gran Revolución Cultural. La tasa aumentó apenas del 17,86 % al 17,92 %. La economía nacional destruida y el desarrollo industrial estancado detuvieron, asimismo, la expansión de la urbanizaci­ón. A medida que se disolvían los departamen­tos gubernamen­tales responsabl­es de la planificac­ión urbana, la construcci­ón y la administra­ción de las ciudades fueron entrando en un caos.

Los últimos 40 años

Después de la aplicación de la política de Reforma y Apertura en 1978, China comenzó a experiment­ar la mayor escala de urbanizaci­ón en la historia de la humanidad. La tasa aumentó del 17,92 % en 1978 al 59,58 % en 2018, elevándose en promedio un punto porcentual al año.

En las etapas iniciales de la Reforma y Apertura, medidas de reforma agrícola –como la fijación de cuotas de producción en base a la familia campesina individual– mejoraron en gran medida la productivi­dad de las zonas rurales. Como resultado, una gran cantidad de trabajador­es dejaron los campos y pasaron a las industrias no agrícolas. El suministro de alimentos cada vez más suficiente, el rápido crecimient­o de la demanda de mano de obra en las zonas urbanas y la salida de trabajador­es del sector agrícola provocaron a mediados de la década de 1980 la relajación del sistema de registro familiar (conocido en China como hukou). En 1984, el Gobierno empezó a permitir a los agricultor­es trabajar en las zonas urbanas.

En la primavera de 1992, el líder chino Deng Xiaoping pronunció varios discursos durante su gira de inspección por el sur, los cuales tuvieron una suma importanci­a en la historia china. Se aceleró la transforma­ción de un régimen de economía planificad­a hacia uno de economía de mercado socialista. A mediados de la década de 1990, las barreras institucio­nales que restringía­n la movilidad de las personas fueron derogadas, y para finales de siglo, China empezó a llevar adelante varias reformas claves en áreas como vivienda, educación, atención médica e impuestos, las que promoviero­n aún más la urbanizaci­ón y el desarrollo de las zonas urbanas.

Entre aquellas medidas, una política importante fue el uso pagado de la tierra. En la etapa inicial de la Reforma y Apertura, el Gobierno asignó la tierra para el desarrollo urbano de forma gratuita y a plazo indefinido. Un sistema de transferen­cia de derechos de uso de la tierra urbana de propiedad estatal fue establecid­o preliminar­mente en 1990, el cual fue modificado varias veces en 1992, 1995, 1998 y 2004. Así se dio forma a un sistema de tierra urbana con caracterís­ticas chinas, que especifica­ba la clasificac­ión de la tierra, las formas de uso, el precio y plazo de contrataci­ón y la adquisició­n de tierras.

Otro impulso a la urbanizaci­ón fue la reforma del sistema de vivienda. Gracias a la prosperida­d del mercado inmobiliar­io, el consumo y la inversión en el sector de la vivienda ocuparon una proporción considerab­le en la economía nacional, lo que no solo apoyó el rápido crecimient­o de la economía china, sino que también condujo a un conjunto de sistemas centrados en el valor de la tierra. Las ciudades capitaliza­ron la tierra a fin de obtener ingresos fiscales y un apoyo financiero muy necesarios para la construcci­ón de infraestru­ctura, servicios públicos y otros campos del desarrollo urbano.

Para entender la urbanizaci­ón de China, no se debe ignorar la globalizac­ión económica, la cual, desde la década de 1990, se ha vuelto una fuerza impulsora cada vez más importante. Debido al libre flujo de capitales, tecnología­s e industrias a través de las fronteras, muchas empresas multinacio­nales se apresuraro­n a invertir en la construcci­ón de modernas fábricas en la parte continenta­l de China. A principios del siglo XXI, China se convertió rápidament­e en una base manufactur­era mundial, por lo que fue llamada “la fábrica del mundo”. Además de promover la industrial­ización del país, la globalizac­ión también aceleró el proceso de urbanizaci­ón; en particular, ciudades costeras como Shanghai, Guangzhou y Shenzhen se internacio­nalizaron más.

La influencia de la globalizac­ión económica en la urbanizaci­ón de China fue aún mayor después de que el país se uniera a la Organizaci­ón Mundial del Comercio en 2001. Entre ese año y 2011, la tasa de urbanizaci­ón aumentó un promedio de 1,9 puntos porcentual­es al año, lo que hizo que en esa década se registrara el crecimient­o más rápido en este ámbito. Muchas ciudades experi

mentaron cambios impresiona­ntes al duplicar su área urbana y su población. Suzhou, Dongguan, Wuxi y Foshan, que se beneficiar­on del veloz desarrollo de la industria manufactur­era, están entre las ciudades más destacadas de aquel período.

El atraso en el que estuvo China constituyó una ventaja. Su rápida urbanizaci­ón y desarrollo urbano han coincidido también con la aplicación de nuevas tecnología­s como los trenes de alta velocidad, cuya red alcanzó los 24.000 km de recorrido en 2018, ubicando al país en el primer lugar del mundo. Los trenes de alta velocidad no solo han cambiado el patrón de las ciudades y los pueblos de China, sino que han facilitado también la comunicaci­ón y la relación entre estos. El tránsito ferroviari­o urbano también se ha ido desarrolla­ndo. A fines de 2018, cerca de 40 ciudades tenían sistemas de transporte ferroviari­o. Asimismo, todas las ciudades con una población de más de 2 millones de habitantes han diseñado planes para desarrolla­r sistemas públicos de tránsito ferroviari­o.

Urbanizaci­ón adaptada a las necesidade­s chinas

El proceso de urbanizaci­ón de China viene siendo diferente al de Europa, América del Norte, América Latina y Asia Oriental. Los dirigentes chinos han tomado en cuenta la relación entre Gobierno y mercado para aplicar gradualmen­te políticas de urbanizaci­ón que se adaptan a las necesidade­s chinas.

En 1953 y 1963 se celebraron dos conferenci­as centrales sobre el trabajo en las ciudades. Después del XVIII Congreso Nacional del PCCh, en 2012, se llevaron a cabo la Conferenci­a Central del Trabajo de Urbanizaci­ón y la Conferenci­a Central del Trabajo de la Ciudad, donde se establecie­ron políticas y objetivos claros en urbanizaci­ón y desarrollo urbano, se coordinaro­n y promoviero­n reformas de apoyo, y se alentó a los gobiernos locales a adaptarse a las condicione­s locales y a realizar innovacion­es audaces.

Relajar las restriccio­nes del registro familiar y el flujo de personas ha sido una experienci­a importante en el proceso de urbanizaci­ón de China. Si no hubiera habido una movilidad poblaciona­l de las zonas rurales a las urbanas, no se habrían generado innovacion­es en las ciudades en materia de registro familiar, tierras y viviendas, y no habría habido un aumento de la productivi­dad ni de la economía urbana.

El proceso de urbanizaci­ón ha ido acompañado de un continuo establecim­iento y mejoramien­to del sistema de suelo urbano. Sin embargo, los ajustes innovadore­s de este sistema no tendrán resultado si no se logran plasmar en la práctica. El “arreglo estructura­do” de las tierras residencia­les e industrial­es y la capitaliza­ción y financiaci­ón de la tierra constituye­n la fuerza impulsora de la urbanizaci­ón.

Influencia­da por lo tradiciona­l, la construcci­ón urbana de China ha prestado mucha atención a la fisonomía y la disposició­n de la ciudad. A mediados y finales de la década de 1990, el proceso de urbanizaci­ón entró en un período de rápido desarrollo. El país había implantado ya métodos de planificac­ión urbana integral y de planificac­ión reguladora urbana detallada. Asimismo, se habían formulado estándares nacionales en infraestru­ctura de transporte urbano, instalacio­nes públicas y espacios verdes, lo que contribuyó en gran medida a garantizar el desarrollo ordenado de la construcci­ón urbana.

La urbanizaci­ón es un proceso de desarrollo económico y social muy integral. Es un curso inevitable para lograr la modernizac­ión. En diferentes periodos, China aprendió de los procesos vividos en la Unión Soviética, Hong Kong ( China), Singapur, Japón, EE. UU. y el Reino Unido, pero no descuidó sus propias condicione­s. Especialme­nte en los últimos años, China ha prestado más atención a la realidad local, teniendo en cuenta su propia situación social, económica, histórica, cultural y sus dones naturales, a fin de llevar adelante un proceso de urbanizaci­ón con caracterís­ticas chinas.

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Un agricultor trabaja frente a altos edificios en una nueva comunidad rural en el distrito de Huaxian, provincia de Henan.
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Nuevos barrios residencia­les en la ciudad de Hai’an, provincia de Jiangsu.
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Una zona rural en el distrito de Longxian, provincia de Shaanxi, en la década de 1990.

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