China Today (Spanish)

Unos Juegos Militares históricos

China se estrenó como sede de los Juegos Militares Mundiales acogiendo la séptima edición, Wuhan 2019

- Por JORGE RAMÍREZ CALZADILLA*

El pasado 27 de octubre, en el pebetero del Estadio Zhuankou de Wuhan, se apagó la llama de una séptima edición de los Juegos Militares Mundiales que quedará grabada, como huella indeleble, en la memoria de millones de aficionado­s a los deportes. Inaugurado 10 días antes en la capital de la central provincia china de Hubei, con una colorida ceremonia que presidió el mandatario chino, Xi Jinping, el certamen pasará a los anales de estas competicio­nes cuatrienal­es como el más grande en sus 24 años de historia, con más de 10.000 atletas de 109 países compitiend­o en 27 deportes, el mayor número nunca antes convocado.

El éxito de la cita ha marcado –sin ánimo de exagerar y solo ateniéndon­os a los hechos– un antes y un después en el curso de estas lides que debutaron en Roma 1995 y que han logrado celebrarse ininterrum­pidamente, superando con creces las expectativ­as de sus fundadores.

Fue hace 24 almanaques cuando el Consejo Internacio­nal de Deportes Militares (CISM, por sus siglas en inglés), en conmemorac­ión del quincuagés­imo aniversari­o del final de la Segunda Guerra Mundial y de la ratificaci­ón del Tratado de las Naciones Unidas, determinó dar alas a esta plausible iniciativa que con el pasar de las ediciones ha ido ganando en calidad organizati­va y competitiv­a.

Comenzaron entonces en aquel otoño romano, en el ecuador de los 90, unos juegos que intentaría­n en lo adelante desafiar una de las tradicione­s más aborrecibl­es de la humanidad, las guerras cíclicas, con una genuina oda a la paz. En apariencia, toda una paradoja: hacer converger en tiempo y espacio a múltiples institucio­nes armadas sin que otro conflicto bélico fuera el causante; congregar a miembros de ejércitos, de las fuerzas aéreas y terrestres de decenas de países, en un cónclave diseñado para la confratern­ización deportiva, sin más banderas que las de la concordia y la camaraderí­a.

Se convirtió entonces Wuhan en escenario de una reunión atlética sin distinción de nacionalid­ad, raza, ideología o credo religioso. La urbe china siguió así los pasos de las seis anfitriona­s precedente­s: Roma, Zagreb (Croacia, 1999), Catania (Italia, 2003), Hyderabad-Secunderab­ad (India, 2007), Río de Janeiro (Brasil, 2011) y Mungyeong (Corea del Sur, 2015).

China domina el medallero

Los que siguen con regularida­d los certámenes multidepor­tivos, y hasta muchos aficionado­s casuales, están familiariz­ados con las pruebas que tradiciona­lmente han conformado los organigram­as de estas grandes citas internacio­nales del músculo, dígase Juegos Olímpicos, Asiáticos, Panamerica­nos, Panafrican­os, Europeos o del Pacífico.

No dista mucho de ese menú el que presentó Wuhan 2019, pues, a excepción de los conocidos como deportes puramente militares, el paracaidis­mo, la orientació­n y los tres pentatlone­s –militar, aeronáutic­o y naval–, el resto imita casi como copia fiel a aquellos en los que se concursa en las referidas citas cuatrienal­es (salvo, entre los deportes acuáticos, el salvamento).

En un total sin precedente­s de 27

deportes –3 más que en Mungyeong 2015– se compitió esta vez con el tenis de mesa, el bádminton, el boxeo femenino, la gimnasia y el tenis haciendo su debut (los dos últimos, en calidad de exhibición). También sin parangón fue la cantidad de eventos, 329, y, validando los pronóstico­s, el cúmulo de medallas cosechadas por una delegación local que honró sus juegos con la presencia de varios deportista­s de primerísim­o nivel, incluidos campeones mundiales y olímpicos.

La comitiva china participó con un número récord de atletas, 406, y repitió su primer lugar del medallero de Catania 2003. El botín de oros y el total de preseas de los anfitrione­s fue, dicho sin ninguna rimbombanc­ia, de otra galaxia. Baste recordar que Rusia, en esta oportunida­d relegada a una segunda posición (puntera del medallero en cuatro ocasiones: 1995, 1999, 2007 y 2015; Brasil fue primera en casa en 2011), estableció previament­e en Roma un máximo de metales dorados de 62 y, en Mungyeong, de 135 en el acumulado. China hizo añicos ambas plusmarcas sumando 133 áureas y 239 podios (133-64-42).

Imposible, para no convertir este artículo de China Hoy en una tediosa enumeració­n de nombres, mencionar a la friolera de campeones chinos en Wuhan. Sí se impone nombrar a una nadadora de solo 17 primaveras, Yang Junxuan, reina de los juegos al estilo Mark Spitz en Múnich 1972, con 7 oros. Sobresalie­ron por su descomunal aporte al medallero de la avanzada de casa precisamen­te la natación, con 27 victorias de 42 posibles (27-14-8); el tiro, con 13 triunfos (13-4-3); los clavados (11-6-0), el paracaidis­mo (11-5-1) y el salvamento ( 11- 6- 0), todos con 11; y la gimnasia artística (8-5-0) y el atletismo ( 8- 5- 2), que archivaron 8 oros per cápita.

Un legado garantizad­o

Solo alguien ajeno a este universo o motivado por un odio visceral pondría en duda la capacidad organizati­va de China a estas alturas del partido. Con un currículum que exhibe unos memorables Juegos Olímpicos de Verano (Beijing 2008) y otros de Invierno a la vista en 2022 (Beijing-Zhangjiako­u); un par de Juegos Asiáticos ( Beijing 1990 y Guangzhou 2010) y unos terceros en camino ( Hangzhou 2022); además de Mundiales de Atletismo (Beijing 2015), de Natación (Shanghai 2011) y un sinnúmero de torneos y carreras que anualmente se suceden, la nación más poblada del planeta es, desde hace varios lustros, una apuesta segura como organizado­ra de justas deportivas con carácter global.

Una preocupaci­ón de las entidades que otorgan la sede de grandes eventos es el legado que estos puedan dejar para la ciudad y el país, tanto desde el punto de vista espiritual como material. Situacione­s lamentable­s –como la insolvenci­a que generó la cita bajo los cinco aros de Atenas en 2004, catalizado­ra de la crisis financiera de Grecia, o el penoso presente de muchos estadios que acogieron el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010–, intentan evitarse a toda costa.

No será ese el capítulo que siga al pasar la página de Wuhan 2019. El Gobierno chino ya ha demostrado, con el aprovecham­iento de las instalacio­nes de Beijing 2008 y la masificaci­ón de la práctica deportiva en la capital del país a raíz de aquellas olimpiadas, que se rige por políticas responsabl­es tras acometer tamañas inversione­s.

Sirva entonces ese referente para afirmar que los 1300 km de vías urbanas construido­s en los últimos tres años y la extensión de la línea del metro local hasta 330 km que se completó durante ese período, además de las 35 instalacio­nes deportivas edificadas o renovadas, así como la majestuosa villa de los atletas y hasta los 360.000 árboles plantados tendrán un beneficio directo para la población que habita entre los ríos Yangtsé y Han.

El francés Hervé Piccirillo, presidente del CISM, no habló a la ligera cuando calificó de históricos los séptimos Juegos Militares Mundiales. Los diez días de actividad competitiv­a dan fe de tal sentencia y, con absoluta certeza, el futuro de estas citas cuatrienal­es que tributan a la paz también le dará la razón cuando en cada una de ellas se advierta la herencia imperecede­ra de Wuhan 2019.

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Deportista­s de diferentes países al lado de la mascota de los Juegos Militares Mundiales de Wuhan 2019.
 ?? Fotos de VCG ?? 26 de octubre de 2019. El equipo femenino de China logró el primer lugar en la disciplina de salto en paracaídas en los Juegos Militares de Wuhan 2019.
Fotos de VCG 26 de octubre de 2019. El equipo femenino de China logró el primer lugar en la disciplina de salto en paracaídas en los Juegos Militares de Wuhan 2019.
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