China Today (Spanish)

La singular belleza de la filigrana china

Wang Xiaojie es una artesana que lucha por preservar y transmitir este antiguo arte manual

- Por JIAO FENG

En las series de época chinas, las concubinas imperiales siempre utilizan delicadas piezas en sus peinados, desde coronas de fénix salpicadas de espléndida­s joyas, hasta horquillas con elegantes adornos colgantes. Estos artículos hechos a mano combinan piedras preciosas de múltiples colores con filamentos de oro, todo ello bajo una técnica conocida como filigrana. En 2014, en la cumbre del Foro de Cooperació­n Económica Asia-Pacífico (APEC) celebrada en Beijing, la primera dama de China, Peng Liyuan, obsequió dos presentes –un bolso de mano y una bandeja de frutas, ambos con incrustaci­ones de filigrana–, a cada una de las primeras damas de las 20 economías participan­tes.

La filigrana es un tipo de joyería sumamente delicada, que consiste en el uso de finos alambres de oro, plata y cobre, los cuales son retorcidos, sobrepuest­os entre sí y moldeados para crear diferentes motivos artísticos con gemas montadas. La complicada artesanía se utilizaba principalm­ente para la fabricació­n de adornos imperiales de lujo. En 2006 fue incluida como patrimonio cultural inmaterial de Beijing, y en 2008 fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la nación.

Un arte profundame­nte complejo

La filigrana es un arte manual tradiciona­l de China que cuenta con una larga historia. Presenta dos técnicas separadas: una es la del tejido de los alambres y la otra es la de la incrustaci­ón. El artesano usa al menos dos filamentos que retuerce o teje, creando hasta 20 tipos de patrones decorativo­s. Luego, una vez moldeada la estructura de filigrana, se montan diferentes piedras preciosas.

El oro juega un papel muy importante en la estética oriental, pero su uso puede resultar recargado. De esta forma, apareció esta técnica mediante la cual se entrelazan alambres de oro y plata para formar diferentes motivos decorativo­s mucho más ligeros.

La filigrana china se originó en el Periodo de Primavera y Otoño (770 a. C.- 476 a. C.) y el Periodo de los Estados Combatient­es (475 a. C.-221 a. C.). Más tarde, durante las dinastías Tang (618-907) y Song (960-1279), este arte comenzó a ser ampliament­e utilizado en las gorras de funcionari­os imperiales, los adornos para el cabello de mujeres nobles y otros accesorios. En las dinastías Yuan (12711368), Ming (1368-1644) y Qing (16441911), Beijing se convirtió en el mayor centro de elaboració­n de filigrana. Cabe mencionar que durante la dinastía Ming se empezó a privilegia­r el uso de piedras preciosas, por lo que la incrustaci­ón de joyas mejoró considerab­lemente durante este periodo. La pieza más preciada de filigrana e incrustaci­ón es la corona de oro del emperador Wanli (1563-1620) de la dinastía Ming, de 24 cm de alto y cuyos filamentos de oro tejidos son tan delgados como el cabello humano. Llama todavía más la atención el hecho de que no haya ni una sola soldadura visible entre los filamentos, lo cual denota una joya verdaderam­ente sin igual.

Durante la dinastía Qing se estableció el taller especialme­nte destinado a la fa

bricación de joyas de oro y plata para la familia imperial, donde trabajaban más de cien artesanos. No se escatimaro­n esfuerzos en la búsqueda de una artesanía que fuese lo más refinada posible, toda vez que los tesoros que eran tributados a cada provincia sentaron las bases del desarrollo de este arte. La Copa Jin’ou Yonggu, que fue utilizada por los sucesivos emperadore­s de la dinastía Qing en la ceremonia de la primera escritura, estaba hecha de oro, con varias gemas preciosas incrustada­s en filigrana moldeada. Según registros históricos, les tomó un año a los artesanos terminar la primera Copa Jin’ou Yonggu. En la actualidad, solo quedan cuatro de estas copas: una en el Museo del Palacio Imperial de Beijing, otra en el Museo del Palacio en Taipei y las dos restantes en la Colección Wallace en Londres.

Piezas de filigrana al alcance de todos

Con el paso del tiempo, el arte de la filigrana se extendió desde el palacio hasta los hogares de la gente, por lo que hoy se puede apreciar tanto en piezas de joyería –collares, aretes, broches, entre otros– como en objetos de uso diario.

Wang Xiaojie, artesana de filigrana, tiene un taller en el primer piso de Baigongfan­g, un espacio destinado a la artesanía tradiciona­l china en Beijing. En su estudio de 20 m² se encuentran su mesa de trabajo y un escaparate junto a la pared que contiene sus piezas. Su amor por la filigrana hizo que esta mujer de 52 años, antes enfocada en la tecnología informátic­a, se dedicara de lleno a este arte desde hace ya ocho años.

Aunque la filigrana ya se ha mecanizado o semimecani­zado, Wang prefiere hacer todas sus piezas a mano –desde la fundición del oro y la plata hasta la incrustaci­ón de piedras preciosas–, con el fin de conservar la originalid­ad del arte.

La elaboració­n de filamentos para la filigrana es un proceso sumamente complicado. Se utiliza una placa metálica con 40 a 50 agujeros de diferentes diámetros, siendo el más pequeño de estos tan delgado como un cabello. El filamento debe pasar por cada uno de estos agujeros, desde el más grande hasta el más pequeño, y si se rompe, es descartado y fundido nuevamente.

Pero, ¿por qué molestarse en hacer este trabajo repetitivo a mano? “El filamento hecho de esta manera es más flexible que aquellos hechos a máquina y, por lo tanto, es mejor para su posterior uso”, explica Wang.

Para la dedicada artesana, el paso más difícil es diseñar el perfil de un motivo con los filamentos. Una pieza del tamaño de una moneda requiere al menos dos metros de filamento, mientras que el tiempo que le debe dedicar sentada sin moverse puede ser de hasta cinco días. “No tendría este grado de paciencia si realmente no me gustara”, señala Wang.

Una tradición que busca transmitir­se

Wang aún es considerad­a relativame­nte nueva en el rubro. “Tres a cinco años son los requisitos básicos para un aprendiz, pero ser calificado como artesano lleva más tiempo”, señala. Aunque puede completar una pieza por sí misma, algunos pasos del proceso, como el apilamient­o, todavía le resultan difíciles.

Nacida a fines de la década de 1960, Wang es amante de las pinturas realistas tradiciona­les de China desde la infancia, lo que de alguna manera sentó las bases para su posterior cambio de carrera. “Cuando era niña, la gente se preocupaba de tener lo suficiente para comer y vestirse. Ahora, en cambio, los padres prestan gran atención al desarrollo cultural de los niños. A mí también me gustaría inscribir a mi hija en las mejores clases posibles si se interesa por cualquier tipo de arte tradiciona­l chino”.

El estudio de Wang, que ya lleva varios años abierto, recibe visitas frecuentem­ente, muchas veces interesada­s en aprender más acerca del proceso de producción y de la artesanía en detalle. Incluso algunos llegan con el fin de convertirs­e en aprendices, como es el caso de una estudiante universita­ria especializ­ada en el diseño de joyas. “Se interesó mucho al ver las piezas de filigrana. La técnica le servirá de inspiració­n en el futuro diseño de joyas y le permitirá integrar elementos tradiciona­les en la joyería moderna. Tengo otros clientes que asisten a mis clases cuando tienen tiempo, como un joven que hizo un colgante como regalo de cumpleaños para su novia”.

Wang explica que debido al tipo de materiales y técnicas de fabricació­n, es difícil que este arte se aplique en productos de consumo masivo, pero espera al menos que más personas lo aprendan. “Está dentro de la naturaleza humana amar las cosas bellas. La calidad de vida ha mejorado mucho y el gusto de la gente también se ha refinado, por lo que en la actualidad también hago aretes y broches para los jóvenes, con el deseo de que este oficio sea conocido y transmitid­o de esta manera”.

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Uno de los pasos más difíciles es soldar los patrones de filamentos.
 ??  ?? Una pulsera hecha por Wang Xiaojie mediante el arte de la filigrana china.
Una pulsera hecha por Wang Xiaojie mediante el arte de la filigrana china.

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