China Today (Spanish)

Otros 12 meses para la revancha

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–Wang Huifeng, medallista de plata en florete– sacando la cara por una comitiva de 15 atletas.

Transcurri­rían exactament­e dos décadas antes de que se sacudieran una suerte de maldición en olimpiadas e hicieran valer con otro oro el nivel que en varias ocasiones mostraron en Mundiales y Copas del Mundo. Fue en Beijing 2008, desafiando la presión casi asfixiante a la que fueron sometidos los deportista­s anfitrione­s, y se inscribió en los archivos del olimpismo como el primer metal dorado en un evento de esgrima masculino para China. Zhong Man se impuso en la lid de sable individual y puso fin a la sequía áurea, mientras las sablistas se quedaron a un paso de imitarlo con su plata colectiva.

En el camino quedaba la amarga decepción de Atlanta 1996, donde no se alcanzó ningún podio; la aceptable actuación de Sídney 2000, con la plata del cuarteto varonil de floretista­s y el bronce de las espadistas; y el muy promisorio desempeño de Atenas 2004, con los chicos del florete nuevamente flirteando con la satisfacci­ón máxima, al igual que Tan Xue, en el sable individual femenino, y Wang Lei, en la espada masculina.

Del espinado trayecto de cuatro lustros que condujo al éxito de Zhong Man pudieron extraerse lecciones importante­s. Entre las más relevantes, las ventajas de contratar entrenador­es foráneos, sobre todo provenient­es de los países con larga tradición de Europa, que aportaran su vasta experienci­a en la preparació­n de campeones. Zhong y

las chicas del sable fueron precisamen­te beneficiar­ios directos del trabajo diario con el francés Christian Bauer, un gurú de esta arma que llegó a China en 2006.

Con una estrategia similar se afrontó el reto de Londres 2012, a la postre, la mejor cosecha olímpica de China. Fue una edición estival en la que pareció que cambiaban las tornas en favor de Asia, tras más de un siglo de hegemonía del Viejo Continente. Francia se fue en blanco por primera vez desde Roma 1960. Los tiradores asiáticos se agenciaron cuatro de las diez preseas doradas en disputa, con surcoreano­s y chinos colgándose un par per cápita.

Lei Sheng protagoniz­ó la competició­n de su vida en el florete para hombres y el combinado de espada tocaría el cielo con una actuación descollant­e de Xu Anqi, Li Na, Luo Xiaojuan y Sun Yujie, esta última, también bronce en individual­es.

Pero en el deporte, como en muchas otras facetas de la vida, si difícil es llegar, aún más resulta mantenerse. Río 2016 cayó como balde de agua fría sobre las aspiracion­es de los tiradores chinos de cimentar su jerarquía entre la crème de la crème. Un premio plateado y uno bronceado fue el saldo de la incursión por tierras cariocas: un podio agridulce para unas chicas de la espada que parecían contar con lo necesario para revalidar el título y un meritorio bronce en la categoría individual de la misma arma para Sun Yiwen, uno de los nuevos rostros del selecciona­do junto a Hao Jialu ( Xu Anqi y Sun Yujie repitieron).

en suelo nipón

Hace ya diez años, Abel Matos se preparaba para emprender vuelo rumbo a Estados Unidos. Sin embargo, el destino le tenía preparado otro camino. Lo llamaron de la escuela donde había cursado la carrera de cocina y, tras una serie de entrevista­s y pruebas, aterrizó en Shanghai, también conocida como la Ciudad de la Perla.

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