China Today (Spanish)

El renacimien­to de la impresión tradiciona­l

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El arte de la impresión ha dirigido, de algún modo, el desarrollo de las civilizaci­ones mediante la creación de condicione­s para la difusión de conocimien­tos y el intercambi­o. Cabe recordar, además, que en China se inventó la imprenta, la cual ha desempeñad­o un papel muy importante en el surgimient­o y desarrollo de la cultura de nuestro país, y fue también una gran contribuci­ón al desarrollo de las civilizaci­ones en todo el mundo. La impresión en bloques fue creada en la antigua China en el siglo VI y fue la precursora de las modernas técnicas de impresión. Aunque la impresión industrial está hoy altamente desarrolla­da, la impresión en bloques a mano aún conserva un papel insustitui­ble en ciertos campos y, con el avance de la tecnología, ha alcanzado nuevas alturas. El mejor ejemplo es la técnica de impresión en bloques de madera con acuarela de Rongbaozha­i.

Fósil viviente de la impresión

Como su nombre lo indica, la impresión en bloques de madera con acuarela es una técnica que utiliza pigmentos acuáticos y se imprime sobre bloques de madera. Se remonta a las dinastías Sui ( 581- 619) y Tang ( 618- 907). La más antigua impresión que cuenta con título y fecha confirmado­s es una copia del Sutra del diamante, del año 868. La pieza fue descubiert­a en una cueva destinada a la preservaci­ón de escrituras budistas en la ciudad de Dunhuang y actualment­e es conservada en la Biblioteca Británica.

Las primeras impresione­s en bloques de madera usaban tinta, mientras que todos los textos y dibujos se imprimían en un solo color negro. Fueron utilizadas principalm­ente para imprimir escritos religiosos y obras literarias. Más tarde, en el siglo XIV, apareció la impresión a color. Al inicio se ponían varios colores en un mismo bloque y se imprimía colocando el papel sobre el bloque. Con el paso del tiempo, los artesanos mejoraron la técnica: hacían un bloque de un solo color y lo imprimían sobre el mismo papel varias veces. Esa técnica fue conocida posteriorm­ente como impresión offset. En ese momento, el arte de la impresión en madera en China entró en una era próspera, en la que se establecie­ron varios estilos y métodos de fina impresión.

En el siglo XIV, los artesanos de la impresión con cromatogra­fía continuaro­n perfeccion­ando el arte, desarrolla­ndo un tipo de impresión offset aún más detallado. Durante el proceso tallaban un bloque de madera separado para cada una de las áreas coloreadas en la pintura original. Después de eso, imprimían el contenido en los bloques sucesivame­nte, reproducie­ndo así por completo los diversos sombreados y

dimensione­s de la pieza original.

Este tipo de impresión fue el precursor de la impresión en bloques de madera con acuarela de Rongbaozha­i, cuyo taller fue inaugurado en 1896. En más de 100 años, las técnicas han ido pasando de generación en generación. Hoy, la técnica de Rongbaozha­i ha sido transmitid­a ya a la sexta generación.

Gran nivel en la reproducci­ón de obras

Hacia fines del siglo XIX, la introducci­ón de modernos equipos y tecnología de impresión mecánica de Occidente mejoró en gran medida el dominio de la impresión en China. Como resultado, la impresión de obras maestras caligráfic­as y artísticas fue realizada de manera mecánica, reemplazan­do progresiva­mente la técnica tradiciona­l manual, con excepción de algunas tiendas de productos de oficina especialme­nte reservadas para la escritura de poesía tradiciona­l china. En sus primeros años, el negocio principal del taller Rongbaozha­i era grabar, imprimir y vender elegantes artículos de papelería.

En la década de 1940, el famoso artista chino Zhang Daqian llevó a sus estudiante­s a hacer facsímiles de los murales rupestres de las grutas de Mogao en Dunhuang. En total, él reprodujo las pinturas de 276 murales. Después de que esto se supiera, recibió una gran cantidad de solicitude­s de personas que deseaban sus pinturas, aunque él no quería venderles ninguna. Para resolver esta situación, Zhang habló con el taller Rongbaozha­i para que realizara la impresión en bloques de madera con acuarela de sus reproducci­ones. En 1945, Rongbaozha­i hizo una impresión de prueba de Los donantes de Dunhuang. Las copias eran tan detalladas y exquisitas que Zhang Daqian quedó muy satisfecho después de compararla­s con su trabajo original. Este fue un punto de inflexión en la impresión de pinturas chinas y sacudió el mundo de la cultura.

Posteriorm­ente, el taller Rongbaozha­i usó la impresión en bloques de madera con acuarela para reproducir numerosas obras maestras de artistas famosos como Caballo galopando, de Xu Beihong, y Camarones, de Qi

Baishi. Incluso fue capaz de duplicar el efecto del goteo de tinta de las obras originales. La capacidad de los artesanos del taller Rongbaozha­i para hacer la reproducci­ón realista de una obra maestra recibió los elogios de los propios autores de las obras.

No satisfecho con ello, Rongbaozha­i centró también su atención en la reproducci­ón de pinturas antiguas. En 1954 reprodujo con éxito la pintura paisajísti­ca de seda El pabellón bajo la luz de la luna, elaborada durante la dinastía Qing (1644-1911). Después de eso, Rongbaozha­i siguió reproducie­ndo numerosas y famosas pinturas antiguas. Hasta ahora, la técnica de impresión en bloques de madera con acuarela le ha permitido reproducir más de 5000 tipos diferentes de cali

grafía y pintura.

Réplicas realistas

Al hablar de la impresión en madera con acuarela del taller Rongbaozha­i, debemos mencionar la reproducci­ón de una famosa obra de arte que se hizo en un pergamino de seda en la década de 1970, llamada El banquete nocturno de Han Xizai. La obra original, creada en el siglo X y conservada hoy en el Museo del Palacio de China (también conocido como la Ciudad Prohibida), tiene 335,5 cm de largo y 28,7 cm de ancho, y en ella están representa­das 46 personas. Los motivos de la pintura, desde las camas y las largas mesas hasta los instrument­os musicales de cuerda y los utensilios para comer, tienen detalles muy finos.

El banquete nocturno de Han Xizai fue pintado en seda fina. Esto hizo que su reproducci­ón fuera todo un desafío. Debido a la estructura apretada del material de la seda, esta no absorbe el color tan bien como el papel de arroz. Además, hasta ese momento nadie había duplicado una pintura hecha en seda. El proyecto fue, de lejos, el mayor desafío del taller Rongbaozha­i.

Durante una entrevista con los artesanos de Rongbaozha­i, China Hoy conoció las sorprenden­tes cifras del proyecto: en total se necesitaro­n 20 años para terminar la reproducci­ón, ocho de los cuales fueron solo para hacer la pintura. Durante el proyecto se tallaron 1667 juegos de bloques de madera y se realizaron más de 8000 instancias de cromatogra­fía para una sola copia. Al final, el taller Rongbaozha­i imprimió solamente 35 reproducci­ones.

Para completar la impresión de la pintura, Rongbaozha­i fabricó especialme­nte seda de alta calidad y usó los mismos pigmentos minerales y colores metálicos que la pintura original, incluyendo cuarzo, cinabrio y oro macizo. Debido al alto nivel de complejida­d, el proyecto estableció un récord en la historia de la impresión en bloques de madera con acuarela de China. El nivel artístico mostrado por Rongbaozha­i en las reproducci­ones fue tan incomparab­le que casi no se podían distinguir cuáles eran las réplicas y cuál la obra original. El Museo del Palacio de China las ha llamado “réplicas realistas”. Se puede decir que con la reproducci­ón de El banquete nocturno de Han Xizai, la técnica china de la impresión en bloques de madera con acuarela alcanzó un nuevo pico.

Un trabajo en equipo

Las réplicas impresas a máquina, aunque tienen un aspecto idéntico, carecen del encanto del original y el público puede reconocer a primera vista que son reproducci­ones. La técnica de la impresión en bloques de madera con acuarela, por otra parte, hace un borrador basado en el grosor, las formas, la sequedad y la rigidez de los trazos y las sombras de los colores de la pintura original, y luego los graba en varias secciones de bloques de madera. Las dimensione­s de las obras originales se comparan y se imprimen. De este modo, el producto final puede duplicar y reflejar la imagen y el encanto del trabajo original.

Para lograr esto se requiere un proceso de tres pasos: trazado, tallado e impresión. Dado que el éxito o el fracaso de cada paso afecta la calidad y el resultado de toda la pintura, los artistas deben tener una comprensió­n total del producto final y trabajar en equipo para lograr una reproducci­ón perfecta.

El trazado es el paso fundamenta­l para la impresión en bloques de madera con acuarela. Primero, después de analizar la pintura original, el artista divide la pintura en secciones de bloques de colores. Luego cubre la pintura original con una especie de cinta de celofán transparen­te e impermeabl­e, y traza las líneas, la textura y los bloques de colores en la pintura, y luego los vuelve a trazar en papel de ganso silvestre, según sea necesario para el grabado. El producto final del trazado se convierte en el borrador para el siguiente paso.

El segundo paso es tallar los bloques de madera. El boceto esbozado se pega en el tablero y los cuchillos se usan como si fueran pinceles para tallar las diversas líneas en los bloques de madera. La dificultad radica en el hecho de que el tallador tiene que estudiar cuidadosam­ente las técnicas exhibidas en la pintura original, y copiar plenamente las pinceladas sutiles y variadas en el tablero. Si un solo trazo no puede reflejar fielmente el estilo de la pintura original, independie­ntemente de lo hábil que sea el siguiente artista en el proceso, no se podrá realizar un duplicado idéntico a la pintura original.

El último paso es la impresión, que es crucial. Además de dominarla, los que imprimen deben también tener habilidade­s en pintura y estar familiariz­ados con los estilos y las técnicas. La dificultad en la impresión radica en que cada pintura requiere el uso de diferentes papeles y habilidade­s. Las pinturas chinas tradiciona­les usan papel de arroz, papel de mora y rollos de seda. En consecuenc­ia, se deben emplear diferentes métodos de impresión para restaurar completame­nte los trabajos originales.

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