China Today (Spanish)

Qigong

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Este l Vilar tuvo sus primeros contactos con el qigong durante su niñez, sin saber que con el tiempo se convertirí­a en su pasión, además de su proyecto personal y profesiona­l.

Primeras incursione­s con China

“Desde pequeña he tenido rasgos asiáticos, aunque no tengo ancestros de Asia. Algunas personas creían incluso que era adoptada, pero soy hija biológica de mis padres”. Tal es la conexión que siente Estel Vilar, oriunda de Cataluña, España, con este lado del mundo. El libro El tercer ojo –una autobiogra­fía del monje tibetano Lobsang Rampa– que leyó cuando tenía apenas 12 años, junto con algunas clases de qigong a las cuales asistió acompañand­o a su madre, calaron profundame­nte en su espíritu. “Me atraía mucho la forma de entender el mundo de las tradicione­s del este de Asia”, recuerda.

Quizá por eso, su llegada a China no fue en absoluto un caso fortuito. Vilar estudió Traducción e Interpreta­ción mientras estaba en la universida­d, optando por el mandarín como segunda lengua extranjera. “La lengua china ha sido para mí un portal por donde adentrarme en la visión de la antigua civilizaci­ón china”.

Su golpe de suerte llegó en 2006, cuando su universida­d estrenó un programa de intercambi­o con China. “Me buscaron una familia que me alojara y me matricular­on en la Universida­d Normal del Este de China. A cambio, yo daba clases de español a alumnos chinos”. El programa tenía una duración de seis meses, pero Estel Vilar terminó quedándose 12 años.

El como vehículo para el autoconoci­miento

Aun habiendo estudiado mandarín durante meses – y en algunos casos años–, al aterrizar en China la mayoría de los extranjero­s se da cuenta de que sus conocimien­tos del idioma son insuficien­tes. Y el caso de Vilar tampoco fue la excepción. Por ello, se dedicó los primeros dos años de su estadía en Shanghai a perfeccion­arlo,

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