La cooperación China-AL en la cadena global de valor
Urgen nuevos modelos que permitan la recuperación de las actividades productivas
Tras la propagación del COVID-19, los países buscan vías para – mediante el esfuerzo y la cooperación internacional– ofrecer a sus ciudadanos servicios sanitarios y tratamientos apropiados. Hasta que salga a la luz una vacuna, las medidas de prevención y control frente a la enfermedad son el aislamiento entre personas, la supervisión de la pandemia, así como la reducción de la movilidad de la gente, todo lo cual afecta la economía local. Según estimaciones del Banco Mundial, debido al nuevo coronavirus la economía global en 2020 disminuirá un 5,2 %, la depresión económica más grave desde la Segunda Guerra Mundial en cuanto a efectos de forma simultánea a nivel global.
Impacto en el comercio China-AL
El nuevo coronavirus ha ejercido un gran impacto en la reducción de la producción, además de refrenar la demanda y pausar el suministro y la circulación, sobre todo cuando las actividades económicas de las principales economías del mundo, como EE. UU., China, la Unión Europea, entre otras, se encuentran restringidas, el volumen comercial internacional decrece drásticamente, el precio de los productos básicos ha bajado de manera considerable y las actividades comerciales de la cadena global de valor, formada por las redes de producción y división del trabajo mundiales, han descendido también vertiginosamente.
El aumento de la demanda interna en China se redujo a raíz del brote de COVID-19, el ritmo de exportación de mercancías también registró un descenso, y la importación y exportación en el comercio de servicios fue otro de los sectores golpeados. El número de los chinos que viajan, hacen compras, realizan visitas por motivos comerciales y estudian en el extranjero ha evidenciado un notable declive. Por otro lado, los extranjeros que vienen a China por los motivos anteriormente expuestos componen ahora una cantidad notoriamente menor.
En lo que va del presente siglo, los negocios entre China y América Latina ( AL) se han incrementado exponencialmente, a la par de estrechar cada día más los contactos comerciales entre ambas partes. Sin embargo, mientras el COVID- 19 se extiende por todo el mundo, el comercio chino-latinoamericano afronta lógicamente un impacto negativo. De acuerdo con los datos de Wind, una empresa china que ofrece datos financieros y servicios de informática y software, entre enero y marzo de este año, el volumen total del comercio chino- latinoamericano supuso 68.440 millones de dólares, un bajón del 5,6 % comparado con el mismo periodo de 2019. Las exportaciones de China a AL sumaron 29.570 millones de dólares, para un descenso interanual del 8,2 %, mientras que las importaciones chinas desde AL fueron 38.870 millones de dólares, una reducción interanual del 3,6 %.
Desafíos y oportunidades
Valiéndose de sus propios recursos, ciencia y tecnología, posición geográfica, entre otros factores, así como mediante la distribución internacional, los países ocupan una distinta posición en la cadena global de valor y participan en la repartición de beneficios de la misma. Además, la posición en esta cadena determina la distribución del valor de los productos y servicios.
Actualmente, China y los países latinoamericanos están en una posición media e inferior dentro de la cadena global de valor. Comparado con el de los países desarrollados, existe una gran diferencia en el valor agregado de productos y comercio de servicios. La irrupción del nuevo coronavirus ha traído obstáculos e influencias aún no determinadas para el comercio de la cadena global de valor, siendo la
crisis, al mismo tiempo, una oportunidad.
En primer lugar, la explosión del COVID-19 ha ofrecido la oportunidad de cambiar el modo de organizar las actividades productivas y de fabricación. La industrialización y modernización en AL se inició más temprano que en China y en el proceso de desarrollo los países latinoamericanos han acumulado ricas experiencias, mientras que los países desarrollados de AL cuentan con una buena base industrial. China ha experimentado un desarrollo de más de cuatro décadas iniciado con la aplicación de la Reforma y Apertura, y ha logrado establecer el sistema industrial de mayor variedad en el mundo, al ser, precisamente, la “fábrica del mundo”. Con el fin de evitar los contagios de COVID19 a raíz de la aglomeración de personas, las fábricas no pueden funcionar conforme al tradicional modelo de organización y producción. Para recuperar las actividades productivas urgen nuevos modelos, por lo que se deben emplear medidas financieras y políticas industriales para promover el trabajo digital y la manufacturación inteligente. La producción debe recuperarse cuanto antes y superar el impacto generado por el nuevo coronavirus en la economía local.
En segundo lugar, la propagación del COVID-19 ha proporcionado una oportunidad para que tanto China como AL cambien su posición en la cadena global de valor. Según un reporte de la Organización Mundial del Comercio, en el comercio chinolatinoamericano, los países de dicha región se incorporan al comercio internacional en el extremo inferior de la cadena global de valor. China participa también en el comercio internacional en el extremo inferior; sin embargo, ha logrado aumentar en gran medida sus negocios de productos del extremo medio, acelerando la actualización de sus industrias, lo cual ha permitido que el país suba de posición en dicha cadena. China y AL tienen una sólida base de cooperación y objetivos comunes. A través de la cooperación en la innovación científico-tecnológica, afrontan las consecuencias negativas generadas por el COVID-19 en la economía de ambas partes, promueven la optimización de la estructura industrial, cambian el modo de participación en la cadena global de valor y transforman el simple modelo comercial de dicha cadena en uno más complejo. Con razonables políticas industriales, han sentado una buena base para la actualización industrial bajo la pandemia.
Por otra parte, el cambio en el modo de aplicación de la economía digital chino-latinoamericana también genera nuevas oportunidades. La informática es el primer factor productivo de la economía mundial. Los productos informáticos y sus respectivos servicios conforman el cuerpo principal del nuevo modelo económico. Afectado por la pandemia, el sector de los servicios en línea ha adquirido una gran relevancia y, de esta forma, asume una buena oportunidad de desarrollo. Desde que se esparció el virus, las empresas con sus apps han obtenido buenos resultados en las bolsas de
diversos países y muestran confianza en la economía digital. En virtud de esto, China y AL vienen fomentando activamente la cooperación en la economía digital y el cambio del modelo comercial, superando las limitaciones en los recursos y la distancia geográfica, lo cual no solo ha traído un nuevo crecimiento para el comercio bilateral, sino que también ha logrado que las dos partes eleven su posición en la cadena global de valor.
Si bien China es la segunda economía del mundo, todavía es el mayor país en desarrollo, mientras que América Latina es una región que reúne a numerosos países en vías de desarrollo. Según la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, las partes china y latinoamericana enfrentan desafíos comunes en materia de desarrollo sostenible, por lo que deben profundizar la cooperación en mayores terrenos y, mediante la red de la cadena global de valor, alcanzar un desarrollo duradero, inclusivo y sostenible.