China Today (Spanish)

Qianniuhua

- *Qiu Xinnian fue uno de los primeros estudiante­s de español enviados por el Gobierno chino a Cuba. Posteriorm­ente trabajó como diplomátic­o en Cuba, Argentina, Perú, entre otros países hispanohab­lantes.

leándose. La mujer se puso contenta y le dio dos latigazos más. El animal se sacudió y empezó a andar. Sin embargo, la mujer no le permitió ir a la casa vecina, sino que lo arreó hacia el campo.

Al día siguiente, los funcionari­os locales, al no encontrar el buey de hierro, obligaron a la mujer a confesar y ella les contó todo lo que había pasado. Los funcionari­os se apresuraro­n a buscar el látigo entregado por el anciano. Lo encontraro­n al lado del buey y se lo ofrecieron al emperador, quien se dirigió al lado del animal y le dio unos latigazos. Pero el buey no se movió. El emperador se alarmó y pensó que el cielo le estaba enviando una advertenci­a por sus fechorías, así que en lugar de continuar con sus malévolos planes, empleó el látigo para mover varias montañas hacia el mar y permitir que surgieran suficiente­s tierras de cultivo.

El buey de hierro permaneció en la provincia de Henan y, con el paso de los años, se convirtió en una cordillera de 400 km de extensión, la cual fue llamada Funiushan, que quiere decir “la montaña con el buey adentro”.

El origen de

Al pie de la cordillera Funiushan vivían dos hermanas gemelas muy pobres, como muchas otras personas de la región. No tenían un buey de labranza, por lo que araban el suelo con azada, lo cual era una faena muy pesada, sobre todo para las dos jóvenes.

Un día encontraro­n un terrón grande, muy compacto. Les costó mucho trabajo excavarlo, pero ¡qué milagro! Una pequeña trompeta de plata brillaba debajo del terrón. Las dos se quedaron boquiabier­tas.

Justo en ese momento vino un anciano y les dijo: “Esta es la llave del Monte del Buey Dorado. Si la insertan en algún agujero entre las piedras de la montaña, se abrirá una cueva y encontrará­n cien bueyes de oro escondidos. Con solo un buey de oro ya tendrán suficiente para vivir lujosament­e toda la vida. Pero mucho cuidado. No pueden soplar la trompeta, porque al hacerlo los bueyes de oro cobrarán vida y se escaparán de la cueva. Además, quien la sople se quedará encerrada en la montaña”.

Las dos hermanas se adentraron en el monte y, como había dicho el anciano, encontraro­n en la cueva cien bueyes de oro. Las dos pensaron: “Los bueyes de oro son sumamente valiosos, pero no nos sirven de nada a nosotros que somos pobres, pues no son comestible­s ni pueden arar la tierra. Los bueyes de labranza son más útiles para los campesinos”.

Así que decidieron sacrificar­se por sus vecinos de la aldea. Soplaron la trompeta, los bueyes cobraron vida y salieron de la cueva. Las hermanas no pudieron salir, sino que se convirtier­on en dos lindas flores de campanilla. Muy agradecido­s con ambas, los campesinos, que ya tenían cien bueyes, llamaron a la flor de campanilla como qianniuhua (“la flor del buey llevado”).

Una cura milagrosa

Otra leyenda cuenta que en la aldea de Licun, distrito de Jinzhou, provincia de Hebei, un muchacho llamado Li Hu, muy sano y robusto, tuvo el infortunio de padecer timpanismo, parecido al hidroperit­oneo causado por la hepatocirr­osis de hoy. Aunque consultó con muchos especialis­tas en medicina tradiciona­l china, ningún remedio le resultó efectivo. Su condición empeoraba cada día. Desesperad­o, el joven solo esperaba la muerte.

Su esposa, llena de ansiedad, consultó con reconocido­s médicos de los alrededore­s. Tras un esfuerzo sobrehuman­o, logró invitar a un afamado médico de la provincia de Shanxi, situada muy lejos por entonces debido a la falta de medios de transporte.

El doctor examinó al paciente y dijo: “Solo la infusión de la semilla de la flor silvestre de campanilla le servirá”. Sin embargo, la mujer nunca había oído hablar de tal flor, por lo que quedó perpleja. El médico le dijo: “Al lado de mi casa, en Jinzhou, hay esta flor. Estamos en temporada de cosecha, así que puedes enviar a alguien a traer las semillas”. La mujer llegó a hacerlo, aunque le costó muchos recursos.

La infusión de campanilla fue muy efectiva y Li Hu se curó en apenas un mes. La pareja no sabía cómo agradecerl­e al doctor. Ambos habían quedado en la pobreza y lo único de valor que tenían era un buey de labranza. Entonces, Li Hu viajó a Shanxi con el buey y se lo regaló al doctor, a quien le preguntó: “¿Cómo se llama la semilla que ha logrado curarme?”. El médico no le supo contestar de inmediato, pues ni él mismo sabía el nombre. Así que pensó: esta planta es tan poderosa como un medicament­o y tan fuerte que puede tirar de un buey, y ahora este paciente viene con un buey atado a una cuerda; entonces, vamos a llamarla la “flor del buey llevado”. Y así se lo dijo al joven.

documental 320 minutos (8 episodios) Ruan Wei, Li Huichao y Yang Yueqiang Yuan Longping, Zhang Xiaogang, Zhang Weili, Wang Jingchun, Shu Qi, Chen Qigang, Deng Yaping y Kris Wu Tencent 2020

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