China Today (Spanish)

Un artista cubano con alma china

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Manuel Millán, que hacía miniaturas en hueso de vaca y en maderas duras como el ébano”. O bien, a Walter Díez, cuya obra también estaba influencia­da por el arte asiático, y quien le acogió en su colectivo artístico Yadegar, gracias al cual realizó numerosas exposicion­es, tanto en museos como en galerías. “Mi interés por el arte chino se fue formando con todo lo que me rodeaba”, precisa.

Cuando Fidel Alay aterrizó por primera vez en China, lo hizo en la moderna y tropical ciudad de Guangzhou, donde los rascacielo­s se entremezcl­an con el verde frondoso de la vegetación y el pulso frenético de sus habitantes. Estuvo allí desde 2014 a 2015, como alumno de mandarín de la Universida­d de Tecnología del Sur de China. “Donde primero fui, una vez que tuve la oportunida­d, fue al Museo de Guangdong. Allí pude reconocer muchas de las obras que había visto en libros, fotografía­s o documental­es”, relata. La experienci­a, sin duda, dejó una profunda huella en él, ya que un año más tarde, en agosto de 2016, Alay volvió a China. En esa ocasión, su destino sería Beijing, ciudad donde reside hasta la actualidad. La capital china fue una oportunida­d para seguir perfeccion­ando sus dotes lingüístic­as y, por otro lado, para avanzar en su carrera artística a punta de dedicación y talento. “Mi estancia en China me ha permitido crecer mucho como artista, sobre todo en la rama del arte que trabajo”, asegura.

Estudiar chino hizo que entendiera mucho más todo lo que de niño le llamaba la atención; por ejemplo, descubrir que aquel anciano montado sobre un buey, que alguna vez observó en un tallado a relieve, se trataba de Lao Tse, o bien, que dos patos mandarines en un objeto decorativo simbolizan el amor infinito, ya que estas aves permanecen juntas hasta el final una vez que se emparejan. Son detalles que, para la mayoría, pasan inadvertid­os, pero que para Fidel Alay cobran un verdadero significad­o al haberlos estudiado en profundida­d.

Trayectori­a artística

En sus años como artista, Fidel Alay ha participad­o en más de una decena de exhibicion­es, como Evolución de un dragón, Trazos de primavera, Revelacion­es de fuego, entre otras. La más reciente de todas ellas, Héroes en la memoria, es un homenaje a personajes históricos de Cuba, desde José Martí hasta el fallecido líder Fidel Castro. Se trata de 13 sellos tallados en piedra, una técnica que forma parte de la tradición china, pero dotada de un profundo contenido cubano, justo cuando ambos países están próximos a celebrar los 60 años del establecim­iento de relaciones diplomátic­as.

Alay señala que la exhibición es una forma de recordarle a la nueva generación “la importanci­a que tiene para todos el estudio de nuestra historia”. A propósito, cita un célebre refrán que dice que “estudiando el pasado podemos entender el presente e, incluso, predecir el futuro”.

Respecto a los períodos históricos que más le gustan, Fidel Alay admira el auge que tuvo el arte en la dinastía Tang ( 618- 907), y el desarrollo que tuvo la talla en madera en la dinastía Qing ( 1644- 1911). Por otro lado, su técnica preferida es la escultura, tanto en piedra como en madera. “Es un arte muy complejo que no permite errores”, precisa. “En una pintura en que se te escapa un mal trazo, puedes tapar y volver a pintar, pero en una escultura en piedra, si se te escapa un mal cincelazo y pierdes un trozo de piedra que no querías quitar, estropeas todo y hay que empezar de cero”.

Fidel Alay tiene muchos proyectos artísticos pendientes que quiere desarrolla­r. No sabe si los realizará en Cuba o China, por lo que el destino le depara incontable­s sorpresas. De cualquier modo, su corazón siempre late – o se debate– entre estos dos polos del planeta. Por un lado, están “los postres de mamá los domingos y un buen juego de dominó con los tíos y primos”, pero, por otro, “la experienci­a vivida en China y el aporte en mi carrera artística es insustitui­ble”.

Se trata de un dilema para muchos, pero que, sin duda, ha forjado el carácter –y las habilidade­s– de este talentoso artista. “China es mi segunda patria, siempre ha estado en mí mucho antes de tener la oportunida­d de venir”.

La jardinería de Suzhou es una de las muestras más ricas y elegantes de la civilizaci­ón china. El orgullo que nos hace sentir no solo se debe a su belleza, sino a que es también un minucioso y hermoso registro del paso del tiempo. Entre los grandes jardines destacan Zhuozheng (“Administra­dor humilde”, en español), Liuyuan (“Persistent­e”), Shizi (“El jardín de los leones”), el Pabellón Langcang (“El pabellón de las olas azules”), entre otros, así como el pequeño Jardín Wangshi (“El Jardín del Pescador”). Sin embargo, no podemos omitir otros parques exquisitos y pequeños, los cuales se extienden entre los callejones y muros de la ciudad de Suzhou.

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