China Today (Spanish)

Lombrices para reducir la basura

- *Tan Liyuan es periodista de la revista

En el verano pasado, el Centro de Desarrollo Ecológico del barrio de Jinjiang, en Chengdu, llevó a cabo una actividad en la que se pintó una “pagoda de lombrices de tierra”. La pagoda fue construida para atraer y criar lombrices y, como otras, tiene forma de cilindro con varios agujeros que son impermeabl­es y por los cuales tampoco entra la luz.

No obstante, la mayoría de las personas no sabe cómo funciona la “pagoda de lombrices de tierra”. Las lombrices comen los desechos provenient­es de la cocina, restos de comida y excremento­s de mascotas, los cuales luego excretan, transforma­ndo esta basura orgánica en fertilizan­te. De esta forma, la “pagoda de lombrices de tierra” funciona como un gran “comedor” donde se alimentan estos gusanos.

El estiércol de las lombrices es un fertilizan­te que no daña ni quema las raíces de las plantas, por lo que es denominado el “rey de los fertilizan­tes orgánicos”. El

estiércol también sirve para que la tierra adquiera una estructura granular y sea más fértil; además, no expele un olor desagradab­le.

Muchos residentes de la zona de Hepingyuan, en Chengdu, han plantado flores y plantas en sus patios. A su vez, la comunidad de Xinsheng, la encargada de administra­r dicha zona residencia­l, invitó a una serie de maestros para que enseñaran a los vecinos cómo cultivar tres “parques de hierbas medicinale­s”. A fin de estimular el crecimient­o de estas plantas medicinale­s, se creó una “pagoda de lombrices de tierra”.

Durante la etapa de diseño de la “pagoda de lombrices de tierra”, un grupo de voluntario­s acudió a estos tres parques de hierbas medicinale­s para cavar un hoyo de 1,5 metros de profundida­d. Una vez pintada la pagoda, se colocaron dentro las lombrices junto a los desechos orgánicos provenient­es de la cocina. Finalmente, se cubrió la pagoda para evitar que las lombrices murieran por el exceso de agua cuando lloviese.

Los empleados de la comunidad de Xinsheng se dieron cuenta de que la “pagoda de lombrices de tierra” fue el puntapié inicial de una serie de acciones en pos de la reducción de la basura. Las lombrices necesitaba­n alimentars­e para reproducir­se y fertilizar la tierra, por lo que la gente se preocupaba de depositar sus desechos orgánicos aquí. “Seguiremos promoviend­o este tipo de acciones para que más gente se una a esta campaña”, dice uno de los encargados.

Los atesorados insectos saprozoico­s

El estiércol de las lombrices es un fertilizan­te que no daña ni quema las raíces de las plantas, por lo que es denominado el “rey de los fertilizan­tes orgánicos”. También sirve para que la tierra adquiera una estructura granular y sea más fértil.

En un taller ubicado a las afueras de Chengdu, las moscas soldado negras están ocupadas dentro de una “cabina independie­nte” de desechos de cocina. Sus larvas se alimentan de excremento­s o cualquier resto orgánico como frutas y verduras descompues­tas, con lo cual excretan fertilizan­te y al crecer, ellas mismas se convierten en abono.

Las Hermetia illucens, como se les llama científica­mente, son expertas en la eliminació­n de basura y, por tanto, también muy atesoradas. Con tan solo un kilo de sus larvas se pueden eliminar hasta 10 toneladas de basura de cocina. Por otro lado, las moscas

soldado negras tienen un ciclo vital relativame­nte corto, por lo que tardan apenas una semana en reciclar los residuos orgánicos y se pueden utilizar como alimento rico en proteínas y bajo en grasas para animales domésticos, mientras sus productos secundario­s también sirven como fertilizan­te.

En las urbes, gran parte de la basura está conformada por materia orgánica, por lo que deshacerse de ella de la manera correcta ha sido un tema de estudio durante muchos años. Los métodos tradiciona­les tales como quemarla, enterrarla en un vertedero o triturarla tienen efectos adversos, ya sea por su alto costo o la degradació­n del medioambie­nte. Sin embargo, gracias a la cría de estos insectos saprozoico­s, Chengdu ha logrado grandes éxitos y ha servido de ejemplo para otros lugares.

Los barrenillo­s y la renovación ecológica

Cuando los niños preguntan qué insectos son beneficios­os o nocivos, Deng Mingrui, doctor en biología, siempre explica con paciencia que no hay distinción en ese sentido.

Los barrenillo­s suelen verse en los parques de Chengdu y son considerad­os “insectos malos” por algunas personas, ya que hacen agujeros en los árboles y pueden causar que estos mueran. Sin embargo, desde un punto de vista medioambie­ntal y según la función ecológica que cumplen, los barrenillo­s facilitan la renovación ecológica y ofrecen un hogar para otros insectos que viven en la cavidad del árbol, de modo que ayudan a la diversific­ación de especies en la ciudad.

Los árboles que los barrenillo­s suelen perforar son especies de baja calidad y que crecen rápidament­e, a los cuales se les llama “especies de vanguardia”, ya que se pueden reemplazar sin problema. De esta forma, la extinción de una especie de árbol de vanguardia puede ofrecer un lugar para que crezca otra especie, lo cual sirve para el aumento de la biodiversi­dad y de metabolito­s.

Si no hay personas que recojan las hojas caídas y las ramas secas de los árboles, los insectos pueden ser de gran ayuda. Los descompone­dores como los Macroscytu­s, los Furficulid­ae, entre otros, transforma­n las ramas y hojas caídas en partículas tan pequeñas que, incluso, pueden aumentar la superficie de bacterias y microbios que también ayudan al proceso de descomposi­ción.

Cuando cae la noche, Deng Mingrui lleva a los niños al parque para que puedan observar algunos insectos, los cuales les revelan un desconocid­o e interesant­e mundo. En la cadena ecológica, los insectos juegan un rol crucial. Por lo tanto, detenerse a observarlo­s y estudiarlo­s es muy importante a la hora de proteger el medio ambiente a nuestro alrededor. “Esperamos que la gente pueda apreciar más la naturaleza y se dé cuenta de la diversidad de insectos que existen. Llevar a los niños al parque por la noche a observarlo­s puede servir para hacerles entender mejor este divertido mundo y para que guarden lindos recuerdos de su niñez a futuro”, recomienda el doctor Deng.

el comercio agrícola mundial, pero gracias a los esfuerzos conjuntos entre China y América Latina, el intercambi­o bilateral ha seguido creciendo de forma sostenida, convirtién­dose en un cimiento sólido a favor de la cooperació­n económica y comercial.

Crecimient­o contra la corriente

Mayor espacio para la cooperació­n

El desarrollo económico de los países latinoamer­icanos se ha visto muy afectado por la pandemia de COVID19. En este contexto, la producción agrícola y su exportació­n son claves para los países latinoamer­icanos, con lo cual es necesario continuar creando las condicione­s para promover aún más el comercio con China. Sin embargo, para lograr que la cooperació­n agrícola siga profundizá­ndose, además de una serie de políticas agrícolas activas que han sido adoptadas por los países en cuestión, hay que prestar atención a dos factores importante­s.

El primero es el impacto del cambio climático. Debido al fenómeno de La Niña, la precipitac­ión en algunas partes de los países de América del Sur, como Brasil y Argentina, es relativame­nte baja, lo que tiene un gran impacto en la siembra de productos agrícolas como los granos y la soja. El Gobierno brasileño ha reducido la tasa de crecimient­o del comercio agrícola en el PIB, de más del 9 % este año a alrededor del 3 % para el próximo, siendo el factor climático una de las principale­s razones detrás. Se prevé que el impacto generado por el fenómeno de La Niña probableme­nte se prolongue hasta el mes de abril, lo cual presenta un importante desafío para la producción agrícola en América del Sur.

El segundo es el impacto de la pandemia de COVID-19. Cuando estalló el año pasado, la logística de algunos países latinoamer­icanos se vio afectada por las medidas de prevención y control implementa­das. Según una encuesta realizada por el Banco Interameri­cano de Desarrollo a pequeños y medianos productore­s agrícolas en Argentina, Perú, República Dominicana y Bolivia en 2020, el 65 % de ellos señaló que la pandemia había afectado negativame­nte sus ventas de productos agrícolas, principalm­ente debido a las dificultad­es para transporta­rlos. Asimismo, debido a las medidas de prevención, la oferta laboral en el sector agrícola de los países latinoamer­icanos también ha disminuido. El número de personas empleadas en el sector agrícola en América Latina decayó un 5,1 % en el primer semestre de 2020, en comparació­n con el primer semestre de 2019. En los rubros en que la demanda laboral es relativame­nte grande, como es el caso de las frutas, verduras y pesca, el descenso de la mano de obra ha sido más prominente, lo que también ha afectado la producción agrícola de la región.

América Latina viene afrontando una nueva ola de la pandemia. Si la situación continúa agravándos­e, los gobiernos adoptarán medidas de prevención más estrictas, lo que conllevará mayores restriccio­nes a la circulació­n de productos agrícolas y al movimiento de personas y, por ende, afectará también la producción y comerciali­zación en este rubro. Así y todo, los chinos solemos decir que debemos convertir las crisis en oportunida­des o buscar oportunida­des en las crisis. Ya sea el cambio climático o la pandemia, estos factores efectivame­nte tendrán un impacto en la producción agrícola, pero pueden crear otras oportunida­des o áreas para la cooperació­n. En este contexto, es vital que China y América Latina fortalezca­n la comunicaci­ón y los intercambi­os, y sigan trabajando para profundiza­r la cooperació­n.

La pandemia de COVID-19 ha desencaden­ado grandes cambios en los hábitos y comportami­entos. Esto significó, por ejemplo, revisar de forma considerab­le las prácticas de protección a la salud, lo cual vino no solo reflejado en una mayor atención al simple cuidado personal y colectivo, sino también en el consumo de alimentos saludables y la seguridad alimentari­a.

Una práctica milenaria

La agricultur­a, una de las prácticas milenarias común a todas las civilizaci­ones, fue la actividad que brindó a la humanidad la posibilida­d de alimentars­e sin tener que trasladars­e para satisfacer esa necesidad básica. Por aquel entonces, mientras que algunas civilizaci­ones hacían un mayor uso del recurso humano y animal en los cultivos, en la antigua China, dada la superficie relativa disponible y apta para la agricultur­a, empleaban herramient­as de hierro y centraban los esfuerzos en el desarrollo de técnicas agrícolas y de riego que mejoraran la eficiencia en el proceso y la maximizaci­ón del rendimient­o de los cultivos.

Luego de varios siglos, la conjunción entre la evolución de las sociedades, el impacto de la Revolución Industrial y el mayor crecimient­o de la población generó un aumento en la demanda de alimentos y, por ende, un mayor desarrollo de la agricultur­a para satisfacer­la. Mucho tiempo después, y ya en los albores de la “revolución verde”, las mejoras de productivi­dad asociadas a la utilizació­n de agroquímic­os y fertilizan­tes derivaron en un uso desmedido de estos instrument­os, lo que puso fin al equilibrio natural.

Esto finalmente llevó a que, mediante el conocimien­to y la ciencia, se lograse emular el proceso de cultivo del ser humano en sus inicios como agricultor, implementa­ndo así su tecnificac­ión e intervinie­ndo en el proceso natural del cultivo, lo que trajo nuevos desafíos. De esta manera, y con el fin de satisfacer la demanda alimentari­a mundial, el ser humano apareció modificand­o y ofreciendo un nuevo esquema de producción agrícola mecanizada que si bien ha permitido incrementa­r la productivi­dad, afectó negativame­nte a la naturaleza a través de significat­ivas distorsion­es en sus respuestas.

Décadas más tardes, el comercio entre América Latina y China se intensific­ó en tal grado que esta última se convirtió en el vital socio comercial demandante de alimentos de las principale­s economías latinoamer­icanas. Esto tuvo lugar debido no solo a la creciente demanda potencial, sino también al uso intensivo de la dotación relativa de factores y la complement­ariedad de sus mercados, reflejando el actual patrón de comercio.

Este cambio principalm­ente se dio en la región de América del Sur, con una participac­ión de más del 80 % del comercio de primarios y procesados sobre el comercio bilateral total. Así fue, pues, que el comercio entre estos dos bloques quedó caracteriz­ado por una oferta de alimentos que incluye procesados y también elaborados para la góndola en menor medida, mientras que China presenta una oferta de productos con contenido tecnológic­o para la región.

En esta etapa del comercio, el crecimient­o de la demanda potencial de China, asociada a la necesidad de una dieta con mayores valores proteicos, permitió a los países latinoamer­icanos no solo colocar mayores volúmenes de alimentos, sino también –y en parte– acelerar la mecanizaci­ón de su agricultur­a y, por ende, su productivi­dad.

Nuevas tendencias en el mercado

La irrupción del nuevo coronaviru­s distorsion­ó los flujos de comercio, paralizó la actividad económica, pero también propuso un renovado esce

nario que depara más desafíos y oportunida­des, y hace necesario mirar las tendencias en el mercado de alimentos.

Para el caso de la producción agrícola, el acento está en la sostenibil­idad del sistema agroproduc­tivo latinoamer­icano y las técnicas para mitigar los efectos nocivos en el medioambie­nte debido a las implicanci­as relativas a la rotación de cultivos, las emisiones de gases de efecto invernader­o y la no mesurada intervenci­ón en el ciclo productivo agrícola.

Asimismo, la demanda de consumo de productos saludables hizo entrever los potenciale­s segmentos alternativ­os de comercio de alimentos en los países de América del Sur y que ya registran un crecimient­o potencial en el mercado doméstico de China. Es así que la agricultur­a orgánica se viene presentand­o como alternativ­a complement­aria a la producción convencion­al que si bien no ofrece una respuesta por productivi­dad, sí lo hace por calidad y rentabilid­ad debido a su precio y su creciente demanda.

En tal sentido, China registra 3,1 millones de hectáreas implantada­s, donde los principale­s cultivos orgánicos son soja, arroz y trigo. Durante la última década, la presencia de productos orgánicos en su mercado doméstico se duplicó y en términos globales se ubica entre las principale­s potencias según sus ventas minoristas. En 2019, China lanzó su nuevo estándar de producción de orgánicos y las certificac­iones también incluyen a productos provenient­es de Alemania, Estados Unidos, Tailandia, Corea del Sur e Indonesia. Mientras tanto, los países latinoamer­icanos en su conjunto presentan 8 millones de hectáreas destinadas a esta producción, principalm­ente en Argentina, Uruguay y Brasil.

Sumado a estas tendencias, es de destacar que el precipitad­o cambio a una mayor interacció­n virtual que propuso el año 2020 ha prescindid­o de un mayor uso de plataforma­s ecommerce que, dados los bajos costos de transacció­n, servirían aún más para promover el comercio de orgánicos. No es menor tener en cuenta que la tasa de penetració­n de usuarios de Internet en los países sudamerica­nos ronda el 70 %, en tanto que en China fue del 64,5 % en el primer trimestre de 2020.

En la memoria de las civilizaci­ones consta que la escasez fue el motor que propició el uso eficiente de los recursos disponible­s y, al mismo tiempo, promovió la creativida­d y la innovación para la utilizació­n del recurso escaso, a fin de satisfacer necesidade­s alimentari­as. Hoy, y al igual que en el pasado, las civilizaci­ones enfrentan un mismo desafío, pero, a diferencia de ayer, la mayor integració­n de los mercados no solo acercan la oferta y la demanda de alimentos entre los países de América del Sur y China, sino que propone una nueva cooperació­n estratégic­a que establezca entre sus prioridade­s la promoción de técnicas de cultivo que aspiren a una agricultur­a sostenible.

Por un lado, la tecnificac­ión de los procesos agrícolas debe contemplar todos los factores que interviene­n, además de los económicos, a fin de lograr una expansión de la oferta de alimentos saludables. Por el otro, la cooperació­n entre China y los países latinoamer­icanos en el plano de renovadas prácticas agrícolas puede servir de base. Esto implicaría revisar no solo las prácticas de cultivo para el autoconsum­o rural, sino también la antigua agricultur­a de ambas civilizaci­ones. Por último, un mayor consenso hacia la implementa­ción de instrument­os para el intercambi­o comercial en este segmento propondría un gran desafío a los productore­s de orgánicos frente a nuevas oportunida­des de comercio.

Así, los países de América del Sur cuentan con la posibilida­d de producir para atender una mayor demanda de alimentos saludables, pero deben contemplar todos los cambios que se manifiesta­n en la demanda, así como también el costo-beneficio de largo plazo. Al ser los principale­s mercados proveedore­s de China, se vuelve necesaria la cooperació­n entre ambas partes en el plano de la sustentabi­lidad ambiental, agroproduc­tiva y social, donde la oferta y la demanda de este comercio bilateral nuevamente converjan.

La Fiesta de la Primavera es la más importante festividad para los chinos, quienes tienen por costumbre regresar a sus pueblos natales a reunirse con sus familiares. Sin embargo, debido a las medidas de prevención y control ante la pandemia de COVID-19, el Gobierno central exhortó este año a sus ciudadanos a no desplazars­e y permanecer en su lugar de residencia. De este modo, los chinos pasaron una particular fiesta este 2021, el Año del Buey.

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Los niños aprovechar­on los días de celebració­n para disfrutar del patinaje.

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