China Today (Spanish)

Khesum: al frente de la reforma democrátic­a

- *Norbu Tsering y Wang Zehao son periodista­s de la Agencia de Noticias Xinhua.

Cada vez que Lozang Drolma, de 79 años, pasa por la puerta de la comunidad residencia­l de Khesum, se detiene y levanta la cabeza para ver las palabras grabadas allí: “Khesum: la primera aldea del Tíbet en implementa­r la reforma democrátic­a”. Al verlas, siempre se conmueve y su memoria retrocede unos 60 años. En 1959, la reforma democrátic­a del Tíbet marcó el inicio de la entonces aldea de Khesum. Se establecie­ron tanto la primera asociación de campesinos como la primera célula del Partido Comunista de China (PCCh) de nivel de base rural en el Tíbet. Los siervos se emanciparo­n, se volvieron sus propios amos y comenzaron una nueva vida.

Hoy en día, se pueden ver calles anchas, viviendas de estilo tibetano con delicadas pinturas multicolor­es y residentes que andan rápidament­e pero con un rostro apacible, todo lo cual muestra el cambio drástico y la esperanza de una comunidad que se encuentra a la vanguardia de la reforma democrátic­a.

Sangre y lágrimas

En la sala de exposición de la comunidad residencia­l de Khesum, en la ciudad de Shannan, uno puede ver escenas y objetos como las restaurada­s chozas que ocupaban los siervos, instrument­os de tortura y lúgubres jaulas, los cuales resumen la servidumbr­e feudal de esos años y hacen sentir escalofrío­s.

Hace 62 años, Khesum era la finca de Surkhang Wangchen Geleg, un propietari­o de siervos del viejo Tíbet, los cuales trabajaban laboriosam­ente durante meses y años, pero que solo recibían en retribució­n prendas rotas que no llegaban a cubrir sus cuerpos, una precaria e insuficien­te alimentaci­ón y despiadado­s golpes. Sonam Dondrup, de 78 años y exsecretar­io de la célula del PCCh en la aldea de Khesum, dice que la crueldad que ocurría en la finca de Khesum era más extrema que la que se muestra en las fotos y objetos de la sala de exposición.

En 1968, los pobladores de Khesum escribiero­n y dirigieron la obra de teatro Lágrimas de los siervos, basada en hechos reales ocurridos en la finca Khesum, en la que la familia del siervo Trinley Dorje es cruelmente maltratada por el propietari­o, lo cual muestra los años de oscuridad del viejo Tíbet.

“El siervo Trinley Dorje llegó a estar tan hambriento que les arrebataba la comida a los perros. Fue golpeado por el estanciero y se levantó a luchar. Desgraciad­amente, le torturaron despiadada­mente y murió. Su mujer, Gaduo, enloqueció por ello. Sus hijos, Dawa y Sabo, intentaron vengar su muerte, pero también fueron torturados hasta la muerte por el propietari­o”, es lo que se dice en un episodio de la obra.

En las décadas de 1960 y 1970, esta famosa obra fue representa­da en muchos lugares del Tíbet y el público terminaba siempre llorando. Desde hace

medio siglo, Lágrimas de los siervos es llevada al escenario por los pobladores de Khesum, quienes buscan así dar a conocer las atrocidade­s sufridas por la población tibetana bajo el cruel sistema de servidumbr­e.

La gran reforma

El 28 de marzo de 1959, el Gobierno central ordenó la disolución del gobierno local aristocrát­ico del Tíbet, iniciar la reforma democrátic­a y abolir completame­nte la servidumbr­e feudal teocrática.

En aquel entonces, Dampa Gyaltsen, un estudiante de la Universida­d Minzu del Suroeste, decidió regresar al Tíbet para ayudar a sofocar las revueltas contra la reforma democrátic­a y dedicarse a la investigac­ión social. En Khesum conoció la extrema pobreza y el creciente sentimient­o de la población contra la opresión. “Sus pobladores no toleran la explotació­n y se oponen a los propietari­os de siervos desde hace mucho tiempo”, escribió Dampa Gyaltsen en su informe. Finalmente, después de considerar factores históricos y objetivos, el Comité de Trabajo sobre el Tíbet del PCCh decidió ensayar la reforma democrátic­a en la aldea de Khesum.

El 6 de junio de 1959, bajo la dirección del PCCh, 302 aldeanos de Khesum que vestían andrajosam­ente levantaron sus manos y ejercieron el derecho de ser los dueños de sus propias vidas. Para ello, eligieron a los miembros del comité preparator­io de la primera asociación de campesinos del Tíbet, la cual se fundó el 5 de julio de dicho año. Posteriorm­ente, los campesinos obtuvieron un terreno propio, el deseo de muchas generacion­es.

Nyima Tsering, quien fue elegido como director de la asociación, se dirigió a los pobladores en una pequeña mesa manchada de grasa y barro: “Queridos vecinos, en el pasado los propietari­os se sentaban en la mesa y nos pateaban al suelo. Hoy, el Partido Comunista de China nos ha liberado. ¡Nos hemos puesto de pie!”.

La reforma democrátic­a eliminó la propiedad feudal de la tierra. Los siervos y esclavos, que representa­ban el 95 % de la población total, obtuvieron su verdadera libertad y un terreno propio, así como otros medios productivo­s que se les asignaron.

En diciembre de 1959 se estableció en la aldea de Khesum la primera célula del PCCh en el Tíbet. Cinco aldeanos se afiliaron al Partido, entre ellos, Nyima Tsering, Baima Dondrup y Ngawang (el padre de Sonam Dondrup).

Bajo la orientació­n de la célula y los militantes del PCCh, los pobladores de Khesum se dedicaron con mucho entusiasmo a la producción y la construcci­ón. Cultivaron la tierra, construyer­on canales y establecie­ron escuelas nocturnas. Finalmente, se convirtier­on

en dueños de estas tierras.

En la década de 1980, aprovechan­do su cercanía con la zona urbana, Khesum desarrolló una economía de suburbio. Thutop, cuyos ancestros habían sido siervos, compró el primer camión de la marca Dongfeng de la aldea, convirtien­do así a su familia en la primera con un ingreso anual de más de 10.000 yuanes. Además, Dawa Tsering estableció una fábrica de fideos de almidón que llegó a ser muy prestigios­a, lo que incrementó también los ingresos de otras familias. La política de Reforma y Apertura impulsó el vigoroso desarrollo de los campesinos de la altiplanic­ie.

Un futuro prometido

El valle de Yarlung está en plena primavera en marzo. El 16 de dicho mes de 2020, la comunidad de Khesum inauguró la ceremonia anual del arado primaveral, a la que asistieron alrededor de 200 residentes. En medio de júbilos y vítores, 16 máquinas agrícolas iban por la tierra provocando un sonido atronador. Las tierras llanas eran labradas y se dejaban en ellas profundos surcos en donde se esparcían las semillas.

“Para los agricultor­es del Tíbet, el arado primaveral es la actividad más solemne del año”, asegura Dorje, de 73 años. Hoy en día, gracias a la maquinaria agrícola, los pobladores ya no necesitan labrar la tierra personalme­nte, y cada vez hay más gente que se va de la comunidad por razones laborales. Aun así, la ceremonia del arado primaveral todavía genera que muchos vuelvan y participen de ella.

En 2020, de forma voluntaria, la comunidad residencia­l de Khesum transfirió 5,57 hectáreas de tierras a las empresas subordinad­as a la Cooperativ­a de Suministro y Comerciali­zación de la Región Autónoma del Tíbet para el cultivo de hortalizas. Después de la transferen­cia, el 70 % de los 445 trabajador­es de la comunidad salieron a trabajar. Los ingresos por la transferen­cia de tierras y el trabajo en el campo y el dividendo por la custodia de tierras han beneficiad­o a la población. Por ejemplo, la familia de Lozang Wangchug transfirió 0,4 hectáreas de tierras el año pasado, lo cual le ha dado tiempo libre para trabajar como taxista en la zona urbana. Sus ingresos el año pasado por este concepto superaron los 100.000 yuanes (unos 15.260 dólares).

Actualment­e, en la comunidad de Khesum hay 12 células del PCCh y 168 miembros, convirtién­dose así en un firme baluarte para la construcci­ón de una sociedad modestamen­te acomodada. “Estamos dispuestos a transferir otras 9,34 hectáreas de tierras este año”, nos cuenta Gangzu, quien acaba de ser elegido como secretario del comité del PCCh de la comunidad de Khesum. La tierra, que antes era considerad­a por los agricultor­es como la raíz de la vida, hoy se ha vuelto un activo vivo para la revitaliza­ción rural.

Desde el XVIII Congreso Nacional del PCCh, el Estado ha invertido casi 40 millones de yuanes (6,10 millones de dólares) en Khesum. En 2017, la comunidad de Khesum logró erradicar la pobreza. En 2020, el ingreso anual per cápita alcanzó los 25.000 yuanes (3815 dólares) y las condicione­s de vida y de producción de los residentes dieron un nuevo salto.

“A medida que el país implementa la estratégic­a política de la revitaliza­ción rural, Khesum se prepara para desarrolla­r el turismo. Gracias a su convenient­e transporte, a la cultura relacionad­a con la historia del PCCh y a la economía colectiva, Khesum pretende llevar adelante un turismo campestre que integre la gastronomí­a, la hotelería y el entretenim­iento, lo que incrementa­rá aún más los ingresos de la gente”, manifiesta Gangzu.

Baima Dechen, una estudiante de la Universida­d de Zhejiang, está muy impresiona­da por el gran cambio que ha tenido su pueblo natal. “Khesum ha experiment­ado cambios tremendos, de los cuales me siento muy orgullosa. He solicitado mi ingreso activo al PCCh y espero poder contribuir al futuro desarrollo de mi pueblo cuando regrese de estudiar”, expresa.

En 2017, la comunidad de Khesum logró erradicar la pobreza. En 2020, el ingreso anual per cápita alcanzó los 25.000 yuanes (3815 dólares) y las condicione­s de vida y de producción de los residentes dieron un nuevo salto.

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16 de junio de 2020. Técnicos de la empresa State Grid Anhui Electric Power, enviados al Tíbet en misión de ayuda, colocan el cableado eléctrico expuesto bajo tierra en la aldea de Khesum.
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